COLUMNISTAS
votantes

Interpelaciones políticas

Las identidades de los electores argentinos pueden ser analizadas con los ejes izquierda y derecha, y también entre lo “alto” y lo “bajo”.

20210801_derecha_izquierda_elecciones_pablotemes_g
Derechas e izquierdas. | pablo temes

Pierre Ostiguy es un politólogo canadiense que estudió extensamente el sistema político argentino, y en particular la división entre peronismo y antiperonismo. 

Dualidades. Ostiguy desarrolla un análisis de las bases socioculturales de la identidad política en Argentina construyendo un modelo bidireccional de “llamamientos atractivos” que combina en un eje la tradicional distinción ideológica entre izquierda y derecha con otro que se refiere a lo “alto” y lo “bajo”. 

Lejos de estar perimida, la diferencia entre izquierda y derecha está más vigente que nunca en Argentina en el sentido particular que se refiere a la lucha entre quienes demandan mayor intervención estatal  y quienes presionan por la dominancia del mercado para gestionar los recursos económicos. Probablemente sí hayan caído en desuso las ideas de la izquierda revolucionaria e internacionalista y su contrario, la derecha nacionalista nutrida de valores religiosos, pero el tipo de intervención estatal como los niveles y modalidades impositivas, el gasto público y las formas regulatorias tiñen todas las discusiones políticas en Argentina por más que los actores políticos apelen a formas del sentido común para naturalizar sus posturas.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Luego, el contenido más novedoso de la fórmula de Ostiguy se refiere al eje que articula lo alto y lo bajo, y se refiere (como explica el autor) a las “diferencias socio-culturales en los modos de llamamiento o apelaciones políticas y criterios de respetabilidad/aceptabilidad”. Dicho de otro modo, se trata de la intersección entre el dirigente o espacio político y las bases sociales que escuchan su palabra. No se refiere (aunque pueda vincularse) al espacio social de origen del dirigente (que habitualmente proviene de las clases medias y altas) sino a la particular relación que se genera. El ejemplo tradicional es el vínculo emblemático que se constituyó en 1945 entre el entonces coronel Juan Perón y las bases obreras movilizadas.  

Luchas narrativas.  El término “bajo” se refiere tanto a las subjetividades e identidades de los sectores populares y quienes se sienten cercanos a estos sectores, por más que no compartan sus condiciones objetivas de existencia. La interpelación política a estos espacios sociales sigue formas particulares. Suele hacerse en forma directa, localista, personalista (de carácter caudillista, diría Ostiguy, o populista, para usar un término sobreempleado).  Lo “alto” se define por el tipo de subjetividad “burguesa”, un estilo de vida “respetable” o la aspiración a una forma de vida que parece deseable. La interpelación a estos espacios sociales suele producirse por discursos más formales, apuntando a formas “racionales”: por ejemplo, la apelación de los valores republicanos. La grieta social que se forma en estas divisiones es profunda, cuando alguien “prefigurado” socialmente en lo bajo (como un cantante de cumbia) realiza apelaciones políticas de lo alto se lo sindica como un “traidor a su clase”, quienes realizan el cambio inverso suelen ser llamados “gorilas”. 

Sin embargo, las relaciones entre los dirigentes políticos y las bases sociales no responden a patrones fijos. En el gráfico que acompaña este artículo, se pueden observar algunas caracterizaciones de dirigentes y espacios políticos en relación con su tipo de llamamiento siguiendo el modelo bidimensional de Osteguy. Estas clasificaciones se basan tanto en las modalidades discursivas de los políticos (llamamientos) como en los espacios sociales, donde encuentran sus mayores valoraciones medibles empíricamente. 

Mauricio Macri en 2015 realizó un llamamiento empleando las narrativas sociales de lo bajo, sin dejar de lado sus características de (¿nueva?) derecha. Este esquema, que tradicionalmente se denominó como conservadurismo popular, le dio el consabido resultado, obteniendo triunfos incluso en lugares tradicionalmente peronistas (como Berisso). Sin embargo, durante su presidencia se realineó hacia lo alto, en su apelación hacia la meritocracia y los valores de mercado, perdiendo la reelección. También Sergio Massa redirigió su apelación luego de su incorporación al Frente de Todos. En su caso, buscó acercase a los sectores medios con sus iniciativas de alivio fiscal. Las clases medias son hoy el talón de Aquiles del gobierno de los Fernández, Massa busca sumar a una parte de estos sectores.  

Frente a un plebiscito

Llamar abajo. Asimismo, no se puede dejar de observar el lugar que ocupa Cristina Kirchner como la política con la mayor capacidad para el llamamiento bajo, y sigue siendo la garante de un gobierno con dificultades para dar soluciones a los mayores problemas del país, en el escenario complicado por la pandemia. La pregunta central es si se puede ganar elecciones en Argentina sin apelar a los sectores populares. Este dilema lo tiene hoy el desafiante Horacio Rodríguez Larreta, que no logra aún conectar con estos espacios a pesar de sus esfuerzos. Ejemplos de esta tarea son sus políticas en torno a la Villa 31 y su transformación estilística (su remera negra, a lo Steve Jobs o Mark Zuckerberg, y su barba reciente). Este trabajo de llamamiento bajo lo intentó hacer con relativo éxito María Eugenia Vidal (la lucha contra el narcomenudeo y la inseguridad está en esta línea), y hoy Facundo Manes apunta a seducir a estos espacios sociales con apelaciones de autosuperación, alineadas con las subjetividades pospandemia, que recuerdan a los gurúes de los 70. Estas narrativas también son parte del acervo popular. 

Asimismo, se puede observar que en tres participantes en las elecciones PASO de CABA que se enrolan en el discurso económico ortodoxo puede haber gradación en el eje alto-bajo. Ricardo López Murphy se mantiene como una figura cercana al establishment clásico, mientras que Martín Tetaz intenta (como también lo hace Carlos Melconian) dar explicaciones económicas en un discurso más llano y menos técnico. Luego Javier Milei, que se ha vuelto famoso por su histrionismo y por su discurso antisistema. Aquí la exposición a los medios de comunicación es una variable interviniente a considerar. 

El esquema teórico de Ostiguy permite realizar una lectura más rica del escenario político actual y observar las configuraciones frente al año electoral. 

*Sociólogo (@cfdeangelis).