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Irse por las ramas

Acompaño a mi madre a la entrega de su obra para el concurso anual de ikebana. Su artificio de flores muertas y ramas secas corta la respiración: no hay formas como las de la naturaleza, convenientemente procesadas.

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Acompaño a mi madre a la entrega de su obra para el concurso anual de ikebana. Su artificio de flores muertas y ramas secas corta la respiración: no hay formas como las de la naturaleza, convenientemente procesadas. El taxista no repara en las bellezas que transporta (mi madre y su obra): está concentrado en la charla radial de uno de esos canallas rastreros de la derecha cool, los fachos del lenguaje que alientan a que otros maten y castren y torturen, en nombre de la seguridad que debe imperar en su territorio. Cruzamos algunas palabras sobre el clima: el calor, la promesa de lluvia. Bajo la filigrana de la charla banal se cuela de pronto una entrevista a Luis D’Elía: el piquetero denuncia el retiro de planes que manejaban las organizaciones sociales, el usufructo de estos planes con fines electorales por algunos intendentes que luego mandan votar donde no deben. Traidores, los acusa D’Elia, sin especificar bien a qué o a quiénes (en política, monsieur, la traición es cuestión de fechas”, respondió Talleyrand a las acusaciones de Napoleón). D’Elía habla luego de su contrafigura, la lealtad, y vuelve a repetir: traidores. Por supuesto, ya sabemos a quiénes, lo que nunca sabemos es a qué causa que estos quienes representarían. Además, para sumar puntos en la ambigüedad, asegura que esa falta de lealtad de los traidores tiene fines y propósitos que él desconoce, por lo que la denuncia se vuelve un poco bizantina. Cuando termina la entrevista, mi madre pregunta: “¿Ese era D’Elía? No lo reconocí. Tiene la voz más… agradable”. “Sí”, le contesta el taxista, “el tiempo mejoró. Quizá no llueva”.

Es curioso. El taxista que escuchaba (o no escuchaba) al piquetero desplazó el adjetivo de la persona al tiempo. De manera incongruente (o no), me pareció percibir en ese desvío de sentido la imposibilidad de un hombre de clase media de atribuirle un rasgo positivo a uno de clase baja, cuya praxis social obstaculiza eventualmente su negocio de desplazar cuerpos sobre el asfalto. Casi creí que en ese lapsus de la atención se condensaba algún drama contemporáneo. Después me distraje, me fui por las ramas.

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*Periodista y escritor.