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Isabel Ayuso, el perro de Esperanza Aguirre, Balcarce y la vacuna de Macri

Marketing mascota. El perro Picas de la ex presidenta de Madrid, su sucesora: Ayuso, y el perro del PRO.
Marketing mascota. El perro Picas de la ex presidenta de Madrid, su sucesora: Ayuso, y el perro del PRO. | Cedoc

Se les asigna la responsabilidad de lo que nos pasa a los políticos que concentran la mayor cantidad de poder y alternativamente nos conducen sin prestar atención a las condiciones de posibilidad que crearon a esos políticos y permiten lo que pueden hacer. Que alguien con las limitaciones de empatía de Macri haya sido electo presidente y que alguien con los antecedentes de Cristina Kirchner haya sido nuevamente electa en una fórmula presidencial dice más de nosotros como sociedad que de ellos mismos. 

Si el regreso del kirchnerismo en 2019 fue resultado del fracaso de Macri y el triunfo de Macri en 2015 fue resultado del fracaso del kirchnerismo, queda doblemente en evidencia que nuestras preferencias electorales son reactivas, porque buscan castigar a quien gobierna como principal fin. 

Atrapados en las emociones del pasado reducimos nuestros umbrales de incredulidad como quien va al teatro y al servicio de la función desactiva el pensamiento crítico para poder disfrutar del espectáculo.

Un grado de teatralización de la política en cuotas normales es imprescindible para la formulación de narrativas indispensables que den sentido a cualquier rumbo. Pero en dosis extremas genera un nivel de ficcionalización de la realidad donde actores y guionistas (políticos y sus equipos de comunicación) pierden la mínima cuota de compromiso con lo que dicen, así como cualquier capacidad autocrítica con lo que hacen.

Que alguien con las limitaciones de empatía de Macri haya sido electo presidente y que alguien con los antecedentes de Cristina Kirchner haya sido nuevamente electa en una fórmula presidencial dice más de nosotros como sociedad que de ellos mismos. 

La vacuna que Macri se aplicó en una farmacia de Miami es un ejemplo aumentado de esa banalidad  pero puede resultar ilustrativo como ejemplo didáctico para contribuir a hacer más autoconscientes a las audiencias.

Al comienzo de la presidencia de Macri su equipo de comunicación se ufanaba de que conseguía más clics en las redes sociales con las fotos del perro bautizado Balcarce que concediendo reportajes a periodistas para exponer sus ideas y convencer de ellas a más ciudadanos. 

No se trató de un invento original, sino la copia de éxito que tenía Pecas, el perro de la entonces presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre. El perro Pecas tuvo una cuenta de Twitter tan exitosa que se le atribuyen sus textos a la recientemente elegida presidenta de Madrid, “el Ciclón” –por lo arrollador de su triunfo– Isabel Ayuso (originalmente periodista), ambas del Partido Popular de centroderecha que inspiró al PRO. Pero el perro Balcarce solo se trató de un “modelo” de perro de Macri mientras que el de Esperanza Aguirre era su perro.

En ese ejemplo de Balcarce se pinta el carácter de Macri (“se es el estilo”), banalidad que volvió a exhibirse llevada al paroxismo con su vacunación en Miami.

Durante la mañana del jueves de la semana anterior escribo en el chat de Perfil.com: “Hay que averiguar si Macri se vacunó en Miami o en provincia de Buenos Aires, donde tiene domicilio”. Quince minutos después me responden: “Esto dice su vocero, no se vacunó en ninguna parte. No lo va a hacer hasta que el total de las personas de riesgo y los trabajadores esenciales estén vacunados”. Minutos después Perfil.com publicó la nota: Macri "solidario": no se vacunará hasta que todas las personas de riesgo y trabajadores esenciales lo hayan hecho .

Lo hice consultar porque estaba preparando el cuestionario para el reportaje al ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, que realicé al día siguiente, el viernes, y se publicó en el diario PERFIL ese domingo. Como el domicilio de Macri es en provincia de Buenos Aires (Vicente López, donde el intendente es su primo, Jorge Macri) y las vacunas es uno de los temas de la agenda electoral de este año, precisaba formular al ministro la pregunta acerca de la vacunación del ex presidente.

El domingo se hizo público que poco después de que su vocero y ex subsecretario de Medios y Comunicación Pública, Gustavo Gómez Repetto, dijera que no se vacunaría, se estaba vacunando en una farmacia. Según su versión: “Casi casual, mientras fue a comprar otra cosa, vio la cola y le ofrecieron las tres: Pfizer, Moderna y Johnson & Johnson, y como no piensa volver pronto allá, se dio la última, que es una sola dosis”.

El pobre vocero no tiene responsabilidad, ya el 21 de febrero el propio Macri escribió en su cuenta de Twitter: “Ante las reiteradas consultas sobre si me he vacunado, quiero aclarar que no me di ninguna vacuna contra el coronavirus y tampoco lo voy a hacer hasta que el último de los argentinos de riesgo y de los trabajadores esenciales la haya recibido”.

Alguien que después de semejante declaración se vacuna en Miami demuestra algo más que una falta de compromiso con su palabra, sino su insustancialidad y falta de empatía. Problemas que trascienden a Macri, el mundo está poblado de habitantes triviales que no generan ningún perjuicio a terceros, y pasan a ser parte de la sociedad argentina frustrada por la elección de ciertos dirigentes.

Para evolucionar, la sociedad debe enterarse y determinados medios prefirieron obviar o minimizar la mentira de Macri en la noticia sobre su aplicación de la vacuna mientras ponen énfasis en las mentiras del Gobierno y el kirchnerismo (muchas, más graves por ser más elaboradas). Mientras otros medios hacen lo opuesto de forma igualmente autodestructiva. 

En la selección de qué dato se elige comunicar ya se está formulando una elección del relato al que se adhiere (por eso dato y relato comparten su etimología) pero los medios de comunicación, independientemente de nuestras elecciones preferenciales, tenemos una responsabilidad de mínima ecuanimidad.