La mentira importa como actitud, no como crónica de un “contenido” determinado. Mentir se convierte, así, más en un modo que en un relato. Es una estructura de poder, más allá de lo importante o no que sea el tema sobre el que se niega una verdad innegable. Si, además, esa arquitectura de significados falsos se pone en marcha desde el poder del Estado, las preocupaciones y problemas que se plantean son enormes y su desenlace es imprevisible.
El sábado 2 de agosto, al dar la primera conferencia de prensa de su gestión, tras cinco años y medio de un poder compartido con su marido, la Presidenta afirmó que no era cierto que el de los Kirchner fuese el primer gobierno que no daba conferencias de prensa desde la refundación democrática de 1983.
“Hoy me enteré a través de los distintos medios de información, que la última conferencia de prensa a agenda abierta de un presidente creo que (sic) fue en 1999 y en este mismo lugar. Quiere decir que todo aquello que habíamos oído, que solamente durante la anterior gestión no había habido conferencias de prensa, se debe también a un error de información. Parece ser (sic) que no solamente el anterior ex presidente (Néstor Kirchner) no dio conferencias de prensa, sino tampoco lo hicieron otros ex presidentes”, declaró.
Ya sobre tierra supuestamente firme, remató: “Así que la primera aclaración viene para poner las cosas blanco sobre negro, negro sobre blanco, como les gusta decir a ustedes y creo que desde 1999 y precisamente en este lugar, era que no se hacía una conferencia de prensa a agenda abierta”. El problema de Cristina Kirchner es que eso que dijo no es cierto. ¿Mal informada? ¿Presurosa por taparle la boca a sus críticos? ¿Desprolija en sus tareas del hogar?
Una reconstrucción periodística elemental demuestra que Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde sí ofrecieron conferencias de prensa. El sistema fue interrumpido deliberadamente por Néstor Kirchner a partir del 25 de mayo de 2003. Su explicación de cómo se comunicaría “directamente” con el pueblo puede leerse en Lista Negra. La vuelta de los Setenta (Editorial Sudamericana, 2006), donde cuento cómo y cuándo me lo expresó.
El 1º de enero de 2000, doce meses después de asumir la presidencia, De la Rúa habló al periodismo desde Tierra del Fuego. En Ushuaia para recibir el año nuevo y el nuevo milenio, explicó sus primeros medidas (apurar un paquete de emergencia fiscal e impulsar una batería de proyectos dirigidos a proteger la actividad económica del contrabando, las importaciones subsidiadas y los monopolios). Las ediciones de Clarín y La Nación del 2 de enero de 2000 recogen las declaraciones de De la Rúa al periodismo.
De la Rúa hizo declaraciones formales a la prensa ese 1º de enero, aunque fuese en el extremo austral del país y sin la formalidad de una conferencia en la Casa de Gobierno. Su contacto con el periodismo fue fehacientemente documentado por los periodistas Marcelo Helfgot y Silvio Bocchicchio.
La crisis virulenta de la Argentina, incluyendo la huida de Carlos Chacho Alvarez del gobierno de la Alianza con el que había llegado, imposibilitó luego la realización de esos contactos orgánicos, aunque De la Rúa dio varios reportajes individuales.
Ya sobre el final de su corto mandato, sin embargo, el lunes 19 de noviembre de 2001, en el Salón de los Bustos de la Casa de Gobierno, dio una conferencia de prensa formal en la que negó cambios en su gabinete y anunció la próxima llegada de una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI). Signo de la época, el entonces gobernador bonaerense, el peronista Carlos Ruckauf, lo atendió a De la Rúa en su estilo habitual: “Es un mentiroso, provoca porque no sabe gobernar”. Divertido, acusó a la Alianza de gastar “cifras siderales en publicidad”.
Esa conferencia de prensa de De la Rúa, a tres semanas de su caída, fue imprevista, resuelta poco antes de que su ministro Domingo Cavallo presentara en el Banco Nación su proyecto de canje de deuda al número uno del FMI en aquel entonces, Horst Koehler.
Tras la renuncia de De la Rúa el 20 de diciembre, asumió el presidente provisional del Senado, Ramón Puerta, que ofreció su primera y última conferencia de prensa presidencial el viernes 21 de diciembre de 2001, tras llegar al Congreso por la mañana, para presidir la Asamblea Legislativa y ejercer el cargo por menos de 48 horas.
Puerta prometió atender a los periodistas después de firmar el decreto que lo convertiría en presidente. Y así lo hizo, extensamente, sin problemas ni retaceos. Puerta asumió el gobierno acompañado de los gobernadores peronistas Rodríguez Saá (San Luis), Carlos Rovira (Misiones), Néstor Kirchner (Santa Cruz), Angel Maza (La Rioja), Julio Miranda (Tucumán), Eduardo Fellner (Jujuy), Gildo Insfrán (Formosa) y Juan Carlos Romero (Salta).
En esa primera y última conferencia de prensa en la Casa Rosada, protestó por la derogación del estado de sitio decretado dos días antes, se fijó objetivos imposibles de cumplir (“que se paguen los salarios” y que “la gente pueda zafar del corralito” y atender “de inmediato” la asistencia alimentaria de los sectores de más bajos recursos”).
“En mi breve interinato”, confesó, “no podemos perder ni un minuto buscando consensos. Este no es el gobierno del consenso sino el de resolver problemas”. Esta conferencia de prensa fue presenciada por el ex secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo, y por el ex secretario privado de De la Rúa, Leonardo Aiello.
Cuando, tras ese interinato, asumió Rodríguez Saá, comenzó su gestión de una semana ofreciendo una conferencia de prensa antes de jurar ante la Asamblea Legislativa como presidente provisional de la República. La rueda fue en el Congreso, pero luego dio una segunda conferencia de prensa, el 25 de diciembre de 2001. Ese contacto con el periodismo fue luego que Rodríguez Saá se apersonara en la CGT para parlamentar con varios jeques gremiales, incluyendo a Rodolfo Daer y Hugo Moyano, en la sede de Azopardo.
El presidente Rodríguez Saá prometió que “vamos a hacer las cosas en serio con honestidad y tomando las decisiones que tenemos que tomar”, después de que Moyano proclamara la satisfacción del sindicalismo al recibir a un presidente peronista. Dijo Moyano: “Hemos ganado una batalla en contra del neoliberalismo.” No escatimó entusiasmo: “Tenemos que decirle, señor Presidente, el movimiento obrero está a su disposición”.
Tras asumir el 1º de enero de 2002, Eduardo Duhalde dio una conferencia de prensa, junto a empresarios y sindicalistas. Responsabilizó a la “alianza del poder político con el poder financiero” como lo que “perjudicó al país”, reiteró que era un presidente de la transición y que no se presentaría en las elecciones de 2003. Fue la primera, pero no la última posible de registrar. La última fue el 25 de mayo de 2003, antes de poner en funciones a su apadrinado, Kirchner.
En síntesis, después que Menem terminara su mandato y antes de que asumiera Kirchner, hubo no menos de siete conferencias de prensa presidenciales. La señora de Kirchner dijo que no hubo ninguna y ni un solo periodista la contradijo.
Fue too much, para decirlo en el inglés que domina la Presidenta.