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asoma lo peor de la recesion

La arenga en el túnel

Ahora que en el Gobierno son once, diez ministros y el jefe de Gabinete, se puede entender el tono de arenga en el túnel de una cancha que está tomando el discurso de Cambiemos para enfrentar los meses/años más feos que traerá la economía.

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Hábitos de crisis. Cae el consumo de chocolate, con precio dólar, y crece el de turrón. | cedoc

Ahora que en el Gobierno son once, diez ministros y el jefe de Gabinete, se puede entender el tono de arenga en el túnel de una cancha que está tomando el discurso de Cambiemos para enfrentar los meses/años más feos que traerá la economía. Y en el fondo también bancar al DT, que está perdiendo apoyo de la platea mientras se postulan candidatos a sentarse en el banco, algunos de campañas modestas y otros que gozan del prestigio del que nunca condujo nada.

La cuenta de Twitter Carta de la Jefatura de Gabinete resumió con lenguaje más académico lo que se diría en ese contexto de manga al borde de la línea de cal antes de un partido chivo. Lo hizo con motivo de los mil días de Mauricio Macri en la Casa Rosada y así gritó el 6 de septiembre: vamos que hay piloto de tormenta, dale que Vaca Muerta está funcionando, vamos a estar metidos que nosotros recuperamos el crédito hipotecario hasta que se pudrió la cosa pero que va a volver, no aflojemos que se viene el voto low cost, dale que el mani pulite argento es mérito nuestro y NO VUELVEN MAS, vamos que nos quedan rutas y Metrobuses, un poquito más y vuela el campo y explota el modelo Los Grobo con empleo tipo los Glovo, y dale porque —acá gritan todos al unísono, abrazados— estamos cambiando por primera vez en 70 años (adviértase que no dicen 88 años, como podrían, si quisieran resaltar que un problema fundamental de la Argentina  fue la interrupción del orden democrático de 1930 y no sólo evidenciar la obsesión con la llegada del peronismo a la escena política, pero bue).

Algo de esa arenga para la tropa de Cambiemos, pero más largoplacista, delicada y bien regada de comida y bebida, la lleva adelante ante empresarios el ahora asesor presidencial Francisco Cabrera. Desde que dejó de ser ministro de Producción, no menos de tres viernes se sentó con dueños de grandes compañías en su despacho de  la Casa Rosada para explicarles la Argentina que estaría viniendo, con el “había una vez” que rige hoy todos los pronósticos: “Si el dólar se estabiliza en estos niveles”.

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Uno de los hombres que pasó por la #mesaza fue Luis Pagani, el dueño de Arcor, el gigante cordobés de los alimentos y las golosinas que está gozando de un salto en la competitividad con el que incluso podría dejar de exportar su clásico Bon o Bon desde México, como denunció en su momento que lo hacía por una cuestión de costos. En esa compañía, en tanto, podrían patentar algo así como el Monitor Kiosco que refleje comportamientos bien de crisis: el aumento del 22% en el precio internacional del cacao más la devaluación volvieron el chocolate un bien suntuario, y sus ventas caen, mientras crecen en paralelo las de turrón de maní, un placebo calórico de muy bajo precio. También, otro indicador del momento: se dispara la venta de galletitas de agua, un clásico cada vez que el kilo de pan pega un salto. Adrián Kauffmann Brea, mano derecha de Pagani, además, anticipa que para ellos la recesión “empieza en agosto”. Decía en la conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA) que se vienen números de caída del consumo masivo de dos dígitos para el mes pasado.

Como sea, 2018 dejará marcas. Si no, que le pregunten a Mario Quintana, ex vicejefe de Gabinete, que hace cuatro meses contaba que lloró cuando la gobernadora María Eugenia Vidal lo llamó para sumarse al proyecto de Macri la noche del triunfo en las urnas en 2015, y el martes almorzaba ya relajado con ropa sport con sus ex colegas del Gobierno.

Y también se recordará el año entre los empresarios, aunque no les haya pegado a todos por igual. Aldo Roggio, con 73 años, nunca usó anteojos y siempre tuvo mejor estado físico que empleados más jóvenes, pero hoy, dicen en su entorno, está devastado tras reconocer el pago de coimas desde su empresa Metrovías al kirchnerismo. Luis Betnaza, en cambio, que se hizo cargo de lo mismo en Techint y se transformó en un hombre-dique para proteger a Paolo Rocca (“di que fuiste tú”), es de amianto: recibió palmeadas a lo campeón en el meeting UIA, donde sonrió a todo el mundo con traje claro y anteojos de sol. Y ni qué hablar la huella que le dejará a Alfredo Coto, que en pleno revival de saqueos, amplía su indagatoria por tenencia de armas en la casa central de sus supermercados.