En el final de Pecados capitales, el detective Mills (Brad Pitt) intuye la tragedia. Dentro de la caja lo aguarda el último de los siete pecados, que lo tiene como protagonista. Es un final que nos habla de los impulsos, del problema de no controlarlos y de lo indefectible del destino si no logramos torcerles la mano.
Estos días estoy mostrando para quien quiera ver los contenidos de una caja negra que tiene las pistas de cómo repetimos el pasado en materia económica. Ya lo había tenido que hacer en las postrimerías de la convertibilidad. Lo que hay adentro es el resultado de un impulso importador que destruye empresas argentinas, trabajo nacional y la posibilidad de agregar valor fronteras adentro. Enfrentamos la misma encrucijada que Brad Pitt en la película: ¿profundizamos la espiral descendente o revertimos el destino?
Ninguna economía del mundo, claro está, funciona cerrando sus fronteras. Nuestro país, por su matriz productiva dependiente, necesita importar bienes para producir otros. Pero tampoco es posible pensar un país para más de 40 millones de argentinos si nuestros productores tienen que competir en el Triángulo de las Bermudas de tasas de interés altas, inflación por las nubes y ancla cambiaria.
¿Cómo hace una pyme argentina para competir con casi el doble de costos logísticos? ¿Cómo compite si el crédito al sector privado en Argentina apenas araña el 15% del PBI cuando en Brasil es casi del 70% y en Chile supera el 100%, y además es mucho más caro?
La caja negra de Argentina, como las de los aviones, está registrando ese conjunto de errores. El Gobierno, que parece estar aprendiendo a volar con los argentinos como pasajeros a diez mil metros de altura en lugar de hacerlo en un simulador, todavía no admitió este error. Por el contrario, lo niega e intenta cambiar la realidad.
La caja muestra lo que vemos en supermercados y tiendas: biromes que vienen de Sudáfrica, espirales de Indonesia, lápices de Francia, pasta dental del Reino Unido, pollo elaborado de Brasil. Los números macro lo confirman: en 2016, las importaciones crecieron en cantidades un 5%, pero las importaciones de bienes de consumo alcanzaron un 17%. Importamos trabajo extranjero y destruimos empleo argentino. El contraefecto de lo que vemos en la caja negra es lo que pasa con la especulación financiera. El contexto que genera la política económica del Gobierno es ideal para capitales que ingresan al país para especular con la bicicleta financiera en lugar de producir. El nuevo aumento de la tasa de interés por parte del BCRA esta semana no hace más que mandar otra señal en el sentido equivocado y desalentar a las pymes.
El orgullo es el peor de los pecados capitales que la conducción económica puede cometer. La caja negra muestra a todas luces el resultado de esos errores, los compila. Comprenderlos y modificar la conducta es la clave para no ser espectadores de un nuevo fracaso. En aquella película, Brad Pitt no pudo comprenderlo a tiempo. ¿Nosotros podremos?
*Diputado (FR) y dirigente de la Unión Industrial Argentina. .