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La chicana eléctrica

La política es algo que hacemos todo el tiempo, en el café, en los colectivos, entre los padres que llevan a los hijos al colegio.

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La política es algo que hacemos todo el tiempo, en el café, en los colectivos, entre los padres que llevan a los hijos al colegio. La gente en la calle, manifestándose, es una de las glorias de nuestro sistema. Todos deberíamos salir a la calle para ocupar la red urbana, tan o más efectiva que las redes sociales. Es evidente que los disturbios violentos que se produjeron esta semana fueron funcionales al oficialismo, pero también es evidente que no toda la responsabilidad es de ellos. Creo que estamos viviendo una derrota de la oposición que no sabe o no quiere unirse salvando distancias para lograr que la gente se manifieste en paz, rodee la plaza del Congreso exigiendo y reclamando lo que desea y no tengamos que lamentar víctimas de ningún bando. El político debería tener, por sobre todas las cosas, una vocación de servicio. Ojalá algún día dejemos de tener políticos millonarios. Sin embargo, por la noche, después de una jornada malísima, veo a Fernando Iglesias, el diputado de Cambiemos. Yo ya lo había visto en varios programas televisivos, durante el kirchnerismo, como un panelista siempre enojado. Me propuse escucharlo. El discurso que dio no estaba a la altura de lo que estaba sucediendo en el país. Así como Charly García tiene oído absoluto, Iglesias tiene odio absoluto. Su discurso fue un encadenamiento pobre en estilo, inteligencia y espiritualidad, lleno de chicanas eléctricas. Es difícil que alguien tan narcisista, solipsista y violento pueda tender puentes para que nuestra sociedad se una, se amalgame a pesar de las diferencias. Es condición para la sabiduría aprender a pensar contra sí mismo. Pero Iglesias se mueve como si el recinto del Congreso fuera un pelotero donde él se encuentra encerrado con un solo juguete que no quiere prestarle a nadie. Lo escuchaba y pensaba ¿a quién le habla? De una forma psicótica parece ser un fanático del kirchnerismo. Vive solo para ellos. Diría que es el único kirchnerista convencido dentro de la bancada de la gente de Macri. Iglesias encarna la prepotencia, el desprecio por el otro.

El peronismo y el radicalismo han sido fenómenos complejos que han tenido virtudes y defectos. Sacar lo mejor de ellos en una síntesis superadora será una tarea para las generaciones que vienen. Balbín, en su discurso de despedida caminando en torno al cajón de Perón, lo llamó adversario, no enemigo. Hoy parece que solo hay enemigos. Qué paradoja la del radicalismo, uno pensaba que lo que lo podía llegar a doblegar era el peronismo, pero fue en realidad un virus de laboratorio llamado Cambiemos.

Iglesias tiene Twitter y lo usa para despotricar contra todo el mundo. Gran parte del país no tiene Twitter, tiene hambre.