COLUMNISTAS
Crisis en Venezuela

La cuestión militar

maduro-militares-venezuela
Maduro con las fuerzas armadas de la república venezolana | AFP

Juan Guaidó eligió una fecha muy especial para autoproclamarse presidente "encargado" de Venezuela. El 23 de enero pasado se cumplían 61 años de la última gran irrupción política protagonizada por los militares venezolanos y el diputado Guaidó imaginó que los uniformados se inspirarían en aquel golpe que terminó con el dictador Marco Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, para volver a acuartelarse y esta vez derrocar a Nicolás Maduro. Pero nada de eso sucedió. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana sigue siendo leal al chavismo.

Desde la segunda mitad del siglo pasado, las Fuerzas Armadas venezolanas no volvieron a tener una destacada participación política en la vida de Venezuela. De hecho, el país caribeño se convirtió por décadas en refugio de democracia para los exiliados que huían de las dictaduras militares de Argentina, Chile, Brasil y Uruguay. Pero desde que el comandante Hugo Chávez alcanzó la presidencia, los uniformados han acrecentado su dominio en el Palacio de Miraflores y hoy constituyen el verdadero poder detrás del poder de Caracas.

La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) está compuesta por la Armada Boliviana, la Guardia Nacional Bolivariana, la Aviación Militar Bolivariana, el Ejército Bolivariano y la Milicia Bolivariana. Se trata de un colectivo armado de más de medio millón de efectivos que supera en número a Brasil, pese tener una población siete veces menor, y que lleva más de dos décadas de sometimiento a un profundo proceso de adoctrinamiento ideológico y sostenimiento financiero. Ese delicado cóctel bien podría explicar la voluntad que hoy subordina a los militares en Venezuela.

Es que aunque algunas facciones de oficiales han desertado a Perú o a Colombia –la ONG Control Ciudadano calcula que más de 4.300 efectivos desertaron en 2018 y otros diez mil han pedido la baja desde el 2015–, lo cierto es que el grueso de los militares siguen respaldando a Maduro y al general del Ejército, Vladimir Padrino López, que está a cargo del Ministerio de Defensa de Venezuela.

Desde que el comandante Chávez se convirtió en presidente, los militares han acrecentado su influencia y son el verdadero poder detrás del poder de Venezuela.

El presupuesto del Ministerio de Defensa de Venezuela creció un 155% entre 2008 y 2016, pese a una caída del 45% del PBI en el mismo período, según datos de la Red de Seguridad y Defensa de América Latina. La cantidad de fondos públicos destinados a la cartera de Defensa es nueve veces mayor que lo que recibe el Ministerio de Alimentación y está también muy por encima de lo que se dirige al Ministerio de Salud. De los 33 ministerios venezolanos, nueve están ocupados por militares, lo que representan casi un tercio del gabinete nacional, y los cargos militares aumentaron un 33% en el último año, según advirtió la ONG Transparencia Venezuela. Por otra parte, Venezuela se ha convertido en los últimos años en el principal importador de armas de Sudamérica, siendo Rusia y China los principales proveedores de material bélico, según alertó el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés).

Desde 2008 los militares juran al grito de "¡Patria, Socialismo o Muerte! ¡Venceremos!" y en esa época se adoptó la acepción Bolivariana al nombre de cada una de las Fuerzas Armadas. La vinculación del chavismo con los militares comenzó de la mano del propio Chávez, que antes de incursionar en política había recorrido los cuarteles como integrante de la Brigada de Infantería del Cuerpo de Paracaidistas. Según la Constitución impulsada por Chávez en 1999, las Fuerzas Armadas tienen a su cargo "la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional". Chávez fue también el impulsor del Plan Bolívar 2000, la primera acción del Estado, o misiones como se las denomina en Venezuela, que serían protagonizadas por militares para coordinar planes educativos y asistencia social.

El Ministerio de la Defensa tiene un presupuesto mayor que el Ministerio de de Alimentación y el Ministerio de Salud. Y casi un tercio de los ministros son militares.

En la actualidad, los militares controlan los servicios de inteligencia y administran la gigante petrolera PDVSA –la principal empresa estatal del país que genera el 96% de los ingresos–, a la vez que son responsables de la distribución de alimentos y de varias concesiones mineras. También tienen acceso al Banco de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que ofrece facilidades crediticias especiales para los miembros de la fuerza, y son beneficiarios de planes de vivienda y de salud dirigidos exclusivamente a los militares y sus familias.

Siguiendo el ejemplo de Egipto, donde las Fuerzas Armadas tutelan al poder político, los militares representan un actor clave en Venezuela. La Primavera Árabe le puso fin al gobierno de Mubarak en El Cairo, pero los militares siguen en el poder desde entonces. ¿Será el modelo egipcio el que regirá la actividad de los uniformados venezolanos en los próximos años? Es prematuro saberlo, pero de lo que no quedan dudas es que los militares se han convertido en una nueva casta política cada vez más influyente en Venezuela.

¿Tiene confianza en que aún mantiene el apoyo del ejército?, le preguntó esta semana la BBC a Maduro. La respuesta fue la que menos esfuerzo retórico le generó al presidente: "La Fuerza Armada Nacional Bolivariana es estructuralmente humanista, democrática, institucionalizada. Y se ha forjado en valores, en una nueva doctrina, en un nuevo concepto, con una formación permanente. Es una fuerza armada de nuevo tipo, no es un ejército de montoneras ni de golpistas. No es un ejército de pinochetistas ni lo va a ser. Así que esa fuerza armada está firmemente leal a la Constitución, movilizada, preparándose para la defensa del país. Con mucha moral y con mucha conciencia. Y es leal al comandante en jefe, Nicolás Maduro. No es una fuerza armada que se vaya a poner al servicio de Estados Unidos, de Donald Trump".

El propio Trump reconoció que no se descarta "la opción militar" en Washington para derrocar a Maduro. Pero el presidente venezolano sabe que, al menos por ahora, la cuestión militar no es una preocupación para el chavismo.