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La derecha graciosa

Fernández quiere una izquierda antielitista, capaz de apartarse de la cancelación para sustituirla por el humor y el glamour.

16-4-2023-Logo Perfil
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La imagen muestra una pareja joven y bien vestida comiendo en un restaurante. Ella está de espaldas y él, de frente, le sirve el vino. Mientras esto ocurre, ella dice: “Soy comunista”. Y el le responde con una amplia sonrisa, entre ingenua y cínica: “Me encanta que seas tan abierta respecto de tu enfermedad mental”.

Estamos en Twitter (sin saber cómo se llamará la aplicación mañana después de que Elon Musk decidiera prescindir del pajarito), en la cuenta de un usuario llamado Declaration of Memes, quien en su biografía se define como libertario maximalista y completa su perfil manifestándose a favor de la libertad, los mercados libres, la familia, la producción doméstica, la caridad, la escuela en el hogar, la sátira, las armas y los derechos naturales. Y en contra de la tiranía, de la guerra, de los impuestos y de la violencia.

Utopía y mercado, una recopilación de textos de Luis Diego Fernández cuyo subtítulo es Pasado, presente y futuro de las ideas libertarias, empieza con la afirmación: “El libertarismo no es una filosofía para débiles”. En uno de los textos, “Populismo de derecha. Una estrategia para el paleolibertarismo”, Murray Rothbard (1926, 1995), una de las figuras claves de este movimiento, dice: “La política populista de derecha es conmovedora, excitante, ideológica y ese es el motivo por el que no les gusta a las élites”. Lo hace en un pasaje en defensa del senador Joe McCarthy, sobre quien afirma: “Con Joe McCarthy hubo una sensación de dinamismo, de valentía y de apertura”.

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La selección de textos que hace Fernández y el prólogo permiten conectar esas declaraciones de Rothbard con los principios del autor del meme mediante una palabra que parece la menos pertinente en esa colección de tópicos de la derecha radical populista. Me refiero a la sátira, cuya explotación muestra que el humor político se ha ido corriendo hacia la derecha y mientras Rudy y Paz llevan años intentando sin éxito que alguna de sus caricaturas en la tapa de Página/12 tengan gracia, alguien desde el anonimato de un tuit pueda producir esta pequeña joya: “—Hola, quiero vivir en un país normal. —Sos de megaultraderecha”.

De esto habla Fernández en su prólogo, muy útil para intentar comprender los vaivenes de esta ideología que nació con los Esados Unidos y fue atravesando distintas etapas, incluyendo la herencia de los pensadores liberales clásicos (es muy valioso, “Por qué no soy conservador”, el texto de Hayek), una alianza con la nueva izquierda en los setenta, hasta la fundación del Partido Libertario y sus escisiones, que llegan a Rothbard, exmilitante de izquierda (su obituario del Che Guevara es tan elocuente al respecto como superficial). Rothbard renuncia a Hayek por lento y por tibio y propone lo que será la plataforma populista de derecha hoy vigente. Fernández se ocupa además de conectarla con el interés que, en su momento, despertó en Foucault y dedica la última parte del libro a experiencias anarcocapitalistas como las criptomonedas, las empresas online y las seasteadings, es decir, la construcción de comunidades flotantes en mar abierto.

Hay para entretenerse con este libro. Fernández quiere una izquierda antielitista, capaz de apartarse de la cancelación para sustituirla por el humor y el glamour, hoy monopolizados por la derecha. A grandes rasgos.