La caída de las Torres Gemelas es infinita y la fecha ya es parte de la Historia. Pero a menos de diez años, lo que se ve en la tele presentado como “Historia” suele ser –a lo sumo– apenas “historia”: un intenso y apasionado revisionismo del presente. Y emoción a nivel planetario. La Historia está saludablemente de moda, y el revisionismo también: revisitar la Historia para que diga lo contrario de lo que solía decir. No me opongo. Después de todo, ¿qué otra cosa es el discurso político? Sólo me gustaría señalar, por deformación profesional, el parecido entre esto y mi trabajo: la ficción.
Vi un documental que era presentado como “Historia”, precisamente por el History Channel. Su condición histórica, por las dudas, era reforzada por la presentación de Felipe Pigna, adusto y simpático adalid pro Historia como disciplina cotidiana.
El documento recogía declaraciones de sobrevivientes del Hotel Marriott, al pie de la Torre Sur, y destacaba el valor humano de los neoyorquinos, frente al supuesto cliché de suponerlos insensibles y poco solidarios. La existencia de este prejuicio (la prehistoria del 11/09) como su disolución son también maquinaciones discursivas del presente. Las grandes ciudades se reinventan así todo el tiempo, a diferencia del ínfimo Ituzaingó de mi adolescencia, tan clavado en sí mismo.
Esta historia documentada se parece en forma y contenido a las ficciones que –Hollywood mediante– la preceden. Un bombero íntegro que se quiebra en el momento clave de su relato (momento disfrazado de inesperado); una chica de rasgos nipones que tras sobrevivir se enrola en el ejército yanqui “para ayudar a salvar vidas” (paradojas argumentales de toda buena ficción); una madre y una hija hemipléjica separadas en la polvareda que describen –pero por separado– el momento del reencuentro. ¡Técnica! Basada en hechos reales. El documental pretende que un puñado de testimonios dé cuenta del complejo entramado de causas y efectos que hacen a la Historia. Pese a los intentos de Pigna por relativizar este ingenuo procedimiento, una teatralidad clásica, escolar, ha empezado a atravesar los discursos de todo. Ahora, ya que está de moda, incluso los de la Historia.