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MAS DEMOCRACIA

La gestión como eje de la política

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Las varias movilizaciones populares que se repiten en diferentes puntos del planeta han llevado a algunos analistas a preguntarse si la democracia como forma de gobierno no estará siendo cuestionada. No lo creo; algunas movilizaciones se hicieron precisamente en busca de más democracia, como ocurrió con la llamada “primavera árabe”, y muchas otras se originan en la insatisfacción de buena parte de los ciudadanos con la gestión de sus representantes. No se cuestiona la democracia sino la capacidad y honestidad de los gobernantes.

En Europa algunos reclaman por los empleos que no se crean dada la falta de una estrategia de desarrollo adecuada; mientras otros reclaman por la incapacidad para manejar “burbujas” financieras que han dejado sin vivienda a un gran número de familias. En Brasil, en cambio, el reclamo inicial apuntó a la incapacidad de brindar buenos servicios, empezando por el transporte. Esos reclamos se agudizan frene al problema de la corrupción, que es condenada no sólo por razones morales, sino también por la insensibilidad que ella demuestra en los funcionarios, y por la malversación de fondos públicos que se requieren para atender las demandas de la población.

Para atender esas demandas los gobiernos deben delinear políticas acertadas y aplicarlas con eficacia. Y ambas cosas, el ser capaces de encontrar las ideas que conforman una política adecuada, como el elegir los medios y los funcionarios capaces para su aplicación, dan contenido a una gestión de gobierno. En algunos casos los problemas a enfrentar requieren una elaboración conceptual mayor y del control de variables más complejas, mientras otros se atienden con menores exigencias. Por eso, tanto la creación de empleos y el control de las “burbujas” financieras, como el proveer de buenos servicios de transportes, hacen parte de la gestión de gobierno; aún cuando se trate, evidentemente, de acciones de diferentes niveles de exigencia.

La relevancia que la gestión de gobierno tiene en la vida de las personas, así como el diferente grado de complejidad de las tareas comprendidas en la misma, obligan a revisar algunas distorsiones presentes en el escenario político argentino. Una de esas distorsiones se expresa en el juicio peyorativo que algunos grupos manifiestan respecto de la gestión de gobierno; otra distorsión en cambio cae en el vicio de no evaluar adecuadamente los diferentes niveles de exigencia de diversos tipos de gestión.

Ejemplo de la primera distorsión son las voces que manifiestan un claro y fuerte desprecio respecto de lo que entienden por “gestión”, llegando a sostener que hablar de gestión es banalizar la política, o que al hacerlo se está cayendo en las redes del pensamiento neoliberal. En cuanto al segundo tipo de distorsión se da en parte de la opinión pública que eleva a la categoría de líderes nacionales a ejecutivos locales que, más allá de sus potencialidades, y dadas las limitaciones que le impone la administración de una jurisdicción pequeña, no pueden mostrar logros que vayan más allá de obras de pavimentación, servicios eléctricos, agua potable, cloacas o cámaras de seguridad. Todas obras de vital importancia para la gente, sin dudas, y que por otra parte no todos los intendentes se han preocupado en llevar adelante; pero que de todas maneras no alcanzan para una evaluación definitiva de la capacidad de gestión de quien las realiza. 

En mi opinión, se impone corregir ambos tipos de subvaloración de la gestión de gobierno, las que pese a la divergencia en sus juicios parecen compartir una idea estrecha de la gestión. Por un lado, resulta inadecuado restarle importancia, como se lo hace al reducir el discurso a valores y principios con menosprecio por la atención de los problemas cotidianos de la ciudadanía. Por otro, lo hecho a nivel local, con todo lo meritorio que resulte, es insuficiente para certificar una capacidad de gestión que no sabemos cómo responderá a desafíos mayores como, por ejemplo, liderar un proceso de desarrollo sustentable.


*Sociólogo. Club Político Argentino.