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La guerra de Idlib

El 15 de marzo se cumplen nueve años del inicio de la guerra civil que desangra a Siria. Nuevamente la situación se salió de control para las potencias involucradas.

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Tensión. Erdogan y Putin acordaron un cese del fuego en la región de Idlib. | ap

¿Qué sucede en la provincia siria de Idlib, donde se enfrentan fuerzas de Turquía y del régimen sirio?

De acuerdo con el Programa de Datos sobre Conflictos de la Universidad de Upsala, Suecia, cuando hay más de mil bajas relacionadas directamente con los enfrentamientos estamos frente a una guerra convencional. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, solo entre el 15 de enero y el 5 de marzo de 2020 murieron más de mil soldados del régimen sirio y 73 soldados turcos, además de 1.138 milicianos opositores y 342 civiles.

Durante la última ofensiva siria en Idlib hasta la firma del cese al fuego el jueves pasado, Ankara se encontró en una guerra convencional no declarada con Damasco y llegó al borde de una confrontación con Moscú, mientras las desavenencias con sus “socios” occidentales persisten por la cuestión de los refugiados y la falta de apoyo a sus intereses en el conflicto sirio. El acuerdo entre Putin y Erdogan contiene el conflicto, pero no lo soluciona.

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La provincia de Idlib se encuentra el noroeste de Siria, entre los estratégicos distritos Latakia, donde están  las principales bases rusas de Hmeimim y Tartus, y Aleppo, que se conectan por la ruta M4.

A lo largo de la confrontación civil Idlib fue una plaza en disputa que finalmente fue conquistada en 2015 por una coalición de milicias islamistas encabezadas por Al-Nusra, la entonces filial siria de Al-Qaeda, hoy renombrada como Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Hasta la fecha, Idlib y sus alrededores se encuentra bajo su control. Tras la intervención militar rusa en agosto de 2015, y la progresiva recuperación de las Fuerzas Armadas Arabes Sirias, Damasco retomó Aleppo a fines de 2016, e Idlib quedó como el último bastión para intentar una reunificación nacional.

Sin embargo, la resolución de la situación en Idlib distaba de ser fácil. Dentro del complejo mosaico sirio, la creciente presencia militar turca en el norte del país debido a preocupaciones de seguridad y humanitarias junto con la necesidad de terminar la guerra civil, obligaron a Rusia en 2017 a impulsar un ciclo de conversaciones, el Proceso de Astana, en el que se involucraron directamente Moscú, Ankara y Teherán, que coincidieron en trazar un camino que lleve a la reunificación siria basada en el principio de unidad territorial, a pesar de tener intereses encontrados.

Rusia no solo busca la supervivencia de Al Assad sino ser el pacificador de Siria para aumentar su influencia como potencia global. Irán también busca que Al Assad siga en el poder para sostener a su principal aliado en Medio Oriente junto con Hezbollah. Turquía prefiere un cambio de liderazgo en Siria, pero con el mantenimiento de un sistema unitario, porque teme que en una futura federación siria los kurdos tengan mayor autonomía. Al día de la fecha, Turquía controla casi el 5% del territorio sirio a partir de una serie de operaciones militares para establecer una zona de seguridad y dificultar la continuidad territorial de los kurdos sirios.

Las conversaciones llevaron a dos documentos que rigen hasta la fecha: el acuerdo de Astana (2017) y el de Sochi (2018). En el primero se establece a Idlib –entre otras tres localidades– como una “zona de desescalada” con un alto al fuego, además de la construcción de una serie de puestos de observación por parte de Irán, Rusia y Turquía. En el segundo acuerdo Turquía se comprometió a “limpiar” la zona de terroristas como el HTS y afines, y a asegurar un pasaje humanitario por las principales rutas de comunicación entre Damasco, Hamma y Aleppo a cambio de que las tropas sirias no realicen ataques.

Sin embargo, las sucesivas victorias sirias en las otras zonas de desescalada entusiasmaron al alto mando de Damasco, quien lanzó junto con sus aliados  una ofensiva a fines de abril de 2019, “Amanecer de Idlib”. Ante su avance con apoyo aéreo ruso y soporte de milicias de Hezbollah y una nueva ofensiva el 19 diciembre, las tropas sirias se encontraron cada vez más cerca de los puestos de observación turcos, además de enfrentarse a milicias apoyadas por Turquía como el Ejército Nacional Sirio.

La ofensiva desató un enfrentamiento directo entre Turquía y Siria. La situación comenzó a salirse de control desde principios de febrero cuando los combates entre tropas sirias y turcas se volvieron rutinarios y los puestos de observación turcos eran progresivamente rodeados. Erdogan comenzó a dar señales de una inminente operación militar. Mientras las tropas sirias avanzaban y la diplomacia fallaba se produjo el peor incidente para las tropas turcas desde el inicio del conflicto sirio. El 27 de febrero más de treinta soldados turcos de un batallón de infantería mecanizada fallecieron en un ataque aéreo de la aviación siria. Analistas militares turcos apuntaron a la participación directa de aviones rusos. En los días previos, aviones rusos y sirios habían sido atacados con Manpads (sistema de defensa aérea portátil) por tropas turcas. Dos días más tarde Turquía lanzaría una nueva operación militar en Idlib y luego anunciaba la neutralización de más de 2.500 elementos entre material y tropas sirias. La tormenta perfecta. El próximo 15 de marzo se cumplen nueve años del inicio de la guerra civil en Siria. Nuevamente la situación se salió de control para las potencias involucradas y forzó al liderazgo turco y ruso a realizar control de daños para evitar una conflagración generalizada.

El jueves pasado, Putin y Erdogan firmaron un nuevo acuerdo de cese al fuego, reafirmaron sus compromisos firmados previamente en el Proceso de Astana y no mucho más.

Sin embargo, la situación en el terreno no ha cambiado. Las tropas de Al Assad siguen avanzando con apoyo de Rusia y Hezbollah, mientras Turquía sigue apoyando en solitario la oposición armada contra Damasco y trata de evitar una nueva e inevitable crisis humanitaria que se sume a los 3,7 millones de refugiados. Una nueva crisis no está lejana.

*Secretario ejecutivo del Centro de Estudios Internacionales (UCA). Ph. D. en Relaciones Internacionales y Ciencia Política por la Universidad Koç (Turquía).