A un año de haberse alejado de sus funciones, el ex jefe de Gabinete del gobierno de Néstor Kirchner y de los primeros ocho meses del de Cristina Fernández de Kirchner habló. La visión autocrítica que hay que reconocerle al Dr. Alberto Fernández incluyó, entre otros, los siguientes puntos:
“Me parece que hemos tenido (con Néstor Kirchner) visiones distintas a lo largo de la campaña. Por ejemplo, a mí no me pareció feliz decir que si se perdía la elección íbamos a volver a 2001. Fíjese que si eso hubiera prendido en la gente, lo que podría estar sucediendo hoy. Y los hechos me dieron la razón… Y tampoco me pareció feliz vincular al candidato de la oposición o reclamar que vaya a declarar ante un juez que estaba más sospechado que el mismo acusado.”
“La intervención de Néstor Kirchner siempre tiene dos lecturas: uno podría decir: ¿por qué Kirchner se mete en el gobierno de su esposa? Eso suena feo. Si uno, en cambio, dice: la Presidenta tiene como asesor a un hombre que fue un gran presidente de la democracia, la lectura sería otra. El problema no es que Kirchner se meta o no se meta. El problema son las decisiones que se toman. Y a veces, esas decisiones no son las mejores.”
“La realidad política argentina es dinámica y por lo tanto las cosas van a ocurrir y ocurren con prescindencia del que quiera entender o el que no quiera entender. Eso indefectiblemente ocurre. Cuando la gente quiere expresarse, lo hace con prescindencia de aparatos, discursos e imputaciones.”
Alberto Fernández está, políticamente, activo. En su horizonte está la idea de rearmar un espacio en el justicialismo que sea estandarte de muchos de los objetivos que fueron centrales para el kirchnerismo de los primeros años. En pos de ello es que tiene diálogo fluido con los gobernadores de Chaco, Jorge Capitanich; de Entre Ríos, Sergio Urribarri, y de Salta, Juan Manuel Urtubey. También habla con Daniel Scioli. El gobernador de la provincia de Buenos Aires lo invitó a integrarse a su gobierno, invitación que el Dr. Fernández rechazó.
Los hechos de la semana política siguen demostrando la impronta de Néstor Kirchner en el gobierno de su esposa.
El caso más resonante tuvo que ver con los cambios en el INDEK. El ministro de Economía estaba necesitado de producir un golpe de efecto. Esto se intentó a través del anuncio de los cambios en el Instituto de Estadística y Censos.
Todo sonó muy lindo hasta que se conoció el dato clave: el nombre de la persona que seguirá siendo su máxima autoridad.
Cuando el ministro Boudou lo pronunció, todas las expectativas de cambio se derrumbaron. Se trata de Norberto Itzcovich, actualmente a cargo del INDEK, quien supo decir hace unos días que “hay Moreno para rato”.
La rotundez de esta afirmación es una muestra indubitable de la afinidad entre Itzcovich y Moreno. Por lo tanto, todo lo demás que anunció Amado Boudou pasó a ser lo de menos. Tan fuerte fue la impronta negativa de toda esta movida que Mario Blejer, uno de los asesores de mayor prestigio del ministro y a quien el Gobierno hubiera querido al frente de la cartera de Economía, no tuvo más remedio que dejar sentada su posición crítica ante la forma en que se continúa manoseando al INDEK:
El principal problema que enfrenta el Gobierno es su credibilidad. Y esto es algo que el matrimonio presidencial no termina de entender.
En el florido y abundante mundo de la conversación en voz baja que riega el paisaje del poder, no hay funcionario que no reconozca que lo del INDEK no va más, y que el argumento que sostienen los Kirchner de que el objetivo de la manipulación de los datos del INDEK tiene que ver con la necesidad de reducir los pagos de los intereses de los bonos de la deuda argentina que se ajustan por el CER ya no sirve.
Además, si el Gobierno tuviera predisposición de obtener enseñanzas de la elección que Néstor Kirchner y compañía perdió en la provincia, se enteraría de que la carestía de la vida fue uno de los factores determinantes que le restó muchos votos decisivos en el trajinado segundo cordón del Conurbano bonaerense.
Nos habíamos querido tanto
A la complicación de lo económico se sumó la dura interna que está sacudiendo a la CGT. El piso tembló debajo de Hugo Moyano. Las cosas fueron así:
El lunes 20 “los gordos” de la CGT se reunieron para expresar su disgusto con la conducción de Hugo Moyano. Acordaron además que, si no eran invitados a participar de las reuniones del Consejo Económico y Social (CES), no estaban dispuestos a convalidar lo que allí se decidiera. En conocimiento de esto, el ministro de Planificación, Julio De Vido, envió un emisario para hablar con el secretario general del sindicato de Luz y Fuerza, Oscar Lescano.
Allí se le pidió que no tomara ninguna resolución y se pactó una reunión con De Vido para las 6 de la tarde del día siguiente.
El martes 21, Hugo Moyano hizo declaraciones en el programa de Chiche Gelblung, por Radio Mitre, en el que elaboró una fuerte defensa de Guillermo Moreno.
Esto fue interpretado como una presión hacia el Gobierno para que no se convocara a “los gordos” a tomar parte en el CES. Se ve que el mensaje llegó a oídos del matrimonio presidencial en forma clara ya que a las cinco y media de la tarde De Vido hizo cancelar su encuentro con los dirigentes rebeldes para “más adelante”.
Mientras tanto, la Presidenta comenzó a recibir mensajes de gobernadores y empresarios quienes, en conocimiento de lo que estaba pasando en el corazón de la central obrera, le manifestaban que de haber excluidos a la convocatoria del CES, ellos tampoco concurrirían. A su vez, todos ellos urgían a la Dra. Fernández de Kirchner a no dejar caer la iniciativa del CES ya que tanto la situación en la mayoría de las provincias así como también la de distintos sectores de la actividad productiva son muy delicadas.
El jueves 23 “los gordos” estaban preparados para la ruptura. Estaban en el medio de un almuerzo en la sede del sindicato de Sanidad cuando interrumpió un allegado a Lescano para comunicarlo con Julio De Vido. El ministro quería retomar la suspendida reunión con Lescano, quien le respondió: “Yo me reúno, pero nos vamos de la CGT”. Minutos después, Hugo Moyano pedía disculpas a los rebeldes en un acto público. La presión había causado efecto.
Lo demás ya es historia conocida.
Este es el final de un ciclo de manejo de la CGT a voluntad de Néstor Kirchner, manejo para el cual Hugo Moyano fue una pieza clave.
A estas horas, muchos dirigentes sindicales no olvidan aquel día, en el apogeo de Néstor Kirchner, en el que dos de sus ministros fueron enviados a fin de hacer saber a “los gordos” que el entonces presidente prescindiría de ellos y que, en adelante, se contactaría con la gente en forma directa.
El que está queriendo salir del encierro es el gobernador de la provincia de Buenos Aires. En la semana que pasó, tomó iniciativas que, objetivamente, muestran un progresivo distanciamiento de Néstor Kirchner. “Scioli ha comprendido que, al haberse jugado tan a fondo con el proyecto K en la provincia de Buenos Aires, cometió un grosero error”, expresa alguien de su cercanía, quien agrega que “por eso es que, tras el regreso de su viaje a Italia, ha puesto en marcha la maquinaria para tratar de reconquistar el terreno perdido”. De ahí, entre otras cosas, los gestos hacia el campo. Uno de ellos fue la política de créditos lanzados por el Banco de la Provincia; el otro fue su presencia en la Exposición Rural , el último viernes por la mañana. En ese punto, la mayor sorpresa la constituyó el acompañamiento del Dr. José Pampuro. “La presencia de Pampuro tiene un fundamento institucional: él es senador por la provincia de Buenos Aires y tercero en la línea de sucesión”.
La reunión con los representantes del sector rural fue, por momentos, tensa. En los días calientes de la Resolución 125, Scioli se alineó ciegamente con los Kirchner.
“Nadie piense que Scioli hace esto descolgadamente. No es su estilo. En la semana estuvo reunido con Néstor Kirchner, a quien informó de su pasos”, reconoce alguien de su cercanía. El ex presidente en funciones sabe que no puede prescindir del gobernador bonaerense.
Es más, debe aferrase más que nunca a él en pos de su próximo objetivo: desbancar a Reutemann e impedir que el ex piloto de Fórmula 1 sea el candidato presidencial del Partido Justicialista.
Scioli, quien habló en estos días con Eduardo Duhalde, también tiene sus internas. La más fuerte es la que sostienen su hermano José, secretario general de la Gobernación, y el jefe de Gabinete de la provincia, Alberto Pérez.
En la oposición también hay grietas. Las más profundas las está mostrando el Acuerdo Cívico y Social. Las posiciones de Elisa Carrió están generando un verdadero batifondo. “No sabemos qué es lo que quiere hacer. Lo que sí sabemos es que así es imposible construir algo serio y sólido”, reconocen muchas voces que no llegan a entender a la líder de la Coalición Cívica.
Este es el principal problema y desafío que enfrenta la oposición no peronista que, con sus idas y vueltas, ha hecho un aporte significativo a la falta de proyectos alternativos que sean creíbles y factibles para la sociedad.
“Hemos hecho una gran elección y en vez de construir ya nos estamos peleando”, confiesa alguien que sufre por ese estado de desasosiego que se vive en el Acuerdo Cívico, en el que aflora el desacuerdo, para agregar: “Le reclamamos al Gobierno diálogo, y entre nosotros hay quienes no dialogan. Poco serio”.
Como se ve, no es sólo al Gobierno al que le cuesta entender el mensaje que emanó de las urnas el 28 de junio.
Producción periodística: Guido Baistrocchi.