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Defensor de los Lectores

La información veraz debe subordinar ideas e intereses

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Mónica González: Transparentar las fuentes de financiamiento en el periodismo. | cedoc

Una de las peores consignas surgidas a uno y otro lado de la grieta argentina (uno y otro lado extremos y no tanto) es descalificar a periodistas y sus trabajos, medios y sus publicaciones, con el mero etiquetado de sus presuntas u ostensibles simpatías ideológicas, políticas, económicas, sectoriales. Esa realidad contamina en buena medida los mensajes que llegan a la audiencia, se trate de medios cotidianos, de revistas, de televisión y radio y de portales de noticias en internet.

El tema es muy interesante, y necesaria su inclusión en la agenda de este ombudsman, para clarificar conceptos a favor de los lectores de PERFIL, muchas veces inmersos en esa suerte de guerra sórdida que no beneficia a la ciudadanía. Como en otras oportunidades, en lugar de teorizar sobre el tema prefiero recurrir a referentes en materia de ética periodística, en particular al consultorio ético de la Fundación Gabo, sin dudas la organización más confiable en la materia en América Latina.

Meses atrás, el Consultorio Etico que conducía entonces el fallecido Javier Darío Restrepo recibió un interrogante de Pedro Pablo Bermúdez, estudiante de Periodismo en Bogotá: “Nos hemos acostumbrado a denominar a los periódicos como comunista, liberal, conservador, progubernamental, de oposición.

¿Un periodismo ético admite que los periódicos tengan esos apellidos?

La multipremiada periodista chilena Mónica González, una de las más destacadas referentes del oficio en tiempos contemporáneos, señaló: “Lo que la ética admite o no en el periodismo es una construcción en constante movimiento y muchas veces una utopía que no debemos olvidar. Y ante esa costumbre, esa forma de etiquetar a un periódico o un medio de comunicación, hay que decir que muchas veces obedece a una pertenencia o preferencia política real de sus dueños y, en otras ocasiones, se origina en una falacia destinada a descalificar el contenido y el liderazgo alcanzado por un medio y sus periodistas”. Y agregó, enfatizando: “Debemos avanzar en transparencia: que se informe de manera veraz de las vías de financiamiento que tiene cada medio para así entender cabalmente cuáles son sus potenciales conflictos de intereses. Y si el financiamiento proviene del gobierno de turno, de un partido político o de un grupo económico, que se sepa. En medio de la crisis de credibilidad y confianza en que vivimos es hora de abrir puertas y ventanas al origen del dinero que hace posible el periodismo”.

 En el mismo espacio, Restrepo puntualizaba: “Cualquiera de esos es el peor apellido que pueden recibir un periodista o un medio que, por naturaleza, están hechos para la universalidad, esto es, para servir y merecer la confianza de todos. Este carácter universal del trabajo periodístico es la fuente de su credibilidad y dignidad”. Y ampliaba: “Es un motivo de orgullo para un periodista saber que su información es la materia prima para las decisiones y para la libertad de sus lectores, sean del partido, religión o grupo que sean. Esto le da la condición superior de mirar más allá de cualquier bandera y de no estar sujeto a intereses subordinados. Por mandato profesional busca los intereses superiores que son los que unen a todos, hasta llegar a la certeza de qué es lo que une de modo que ese bien de todos  es el alma de su información y excluye la mezquindad de puntos de vista que dividen y empequeñecen”.

No hace falta insistir, aunque nunca está de más, en que cuando un medio o periodista pone sus intereses personales, sus posturas políticas o sus conflictivas relaciones con los poderes (sean estos gobiernos, grupos económicos u otros) por encima de la más veraz aproximación a un tema está estafando a su audiencia, a sí mismo y al conjunto de la sociedad.