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La ira de Dios

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

La entrevista de Cristina Pérez con Juan Grabois es una pieza sonora abominable. Es noticia por el tenor de la pelea y no por las difamaciones que Pérez derrama, gota por gota. Mintió al decir que había toma de tierras en Mar del Plata, que se las habían dado a los amigos, que se había violado la Constitución, que había gente de La Matanza en esa supuesta toma, que Grabois era el gerente de ese desfalco al Estado. Pero en el vuelo de la voz humana, que usa palabras pero también tonos y emociones, nos olvidamos de esas mentiras porque en primer plano queda Grabois, que monta en cólera. La insulta poco, si tenemos en cuenta los motivos que esa cólera le dicta a Grabois para insultarla.

La escucha me produce una angustia infantil, un miedo ancestral, como el terror a que los padres se separen. Hay un plan con mediciones, urdido en oficinas espantosas: nos acostumbran a esta violencia discursiva. Es un teatro pobre y en desuso: en teatro los conflictos no sirven cuando tienen esa forma. La pelea no es la mejor manera de mostrar las tensiones generadas por fuerzas opuestas.

Los angustiosos siete minutos con risitas de colegas agazapados bajo Pérez no hacen sino esconder la naturaleza de esas fuerzas. Ella aprovecha la ira de Grabois para no responder a una pregunta básica: ¿usted está en contra de que el Estado favorezca a los más necesitados?

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Hay una idea de Estado amigo en ambos lados de esa puja. Grabois sostiene que para Pérez está bien que el Estado sea amigo de los Lewis y ella dice que el Estado paga el sueldo de Grabois para que gerencie los favores de sus pobres. Me hubiera gustado escuchar esas razones. Porque pienso que si hay Estado, es precisamente para ayudar a quienes se caen del sistema que ese mismo Estado formó. Lo otro es ruido para tapar una cuestión elemental. Pérez es una profesional y con sus preguntas hace lo imposible para que Grabois se enoje y la insulte. La verdad es que cualquiera con más temple haría lo mismo que él, porque así funciona esa línea de sentido.

La cereza es la cita a dios: una palabra indefinida que viene a abrir una grieta no sanable. Él espera que dios haga a Pérez mejor persona; ella le manda bendiciones. Dios es el objeto de burla más a mano para acabar con este microdrama y pasar a los comerciales de Marolio.