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LO CORRECTO Y LO INCORRECTO

La lección del murciélago

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Dicen que Buenos Aires está invadida de murciélagos. Con las debidas precauciones, pues esos animalitos, como cualesquiera otros, incluido el hombre, pueden transmitir enfermedades, dejémoslos vivir en paz, que comen bichos que tampoco nos gustaría que nos invadieran.

Cuando se habla de murciélagos, la conversación puede tomar dos rumbos: historias de vampiros u observaciones sobre la palabra misma. Es que murciélago crio fama de ser la única palabra del español que tiene las cinco vocales. Fama inmerecida, por cierto: contumelia, leguminosa, numerario, putrefacción, perdulario, recusación, republicano y varias otras también tienen las cinco vocales. Otra curiosidad de la palabreja es que tiene una variante: murciégalo. Una variante para burros, claro, ríen los que saben o creen saber. Por si las moscas, alguno busca en el diccionario la variante “incorrecta” y, ¡oh sorpresa!, descubre que también figura. Empiezan entonces los consabidos comentarios sobre la “manga ancha” de la Academia, que “ahora acepta” cualquier cosa y, con tal de quedar bien con los ignorantes, convierte en correcto lo incorrecto para que no pueda decirse que la gente habla mal.

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Si esos criticones se tomaran el trabajo de leer un poco más, se enterarían de que el “ahora” tiene varios siglos. Hoy es fácil seguir la evolución de una palabra en el Diccionario de la Real Academia Española porque en el sitio de la Academia (www.rae.es) están escaneadas todas las ediciones, desde la primera, el que conocemos como Diccionario de autoridades, que se publicó en seis tomos entre 1726 y 1739. Verían entonces los criticones que las dos formas más una tercera, murceguillo, aparecen en todas las ediciones del DRAE desde 1734. Y si quieren seguir riendo, pueden hacerlo con la descripción que hace el Autoridades del animal, que, siguiendo a Plinio el Viejo en su Historia natural, está clasificado como un ave muy semejante al ratón, que en lugar de plumas tiene pelos.

Pero, sin necesidad de remontarse tan atrás, con sólo leer los artículos completos de la última edición se entiende que murciégalo no es un error de personas que no saben decir murciélago y que, si alguna vez hubo un error, ese error fue la forma que hoy en día usamos habitualmente. Porque en la entrada murciélago se dice que viene de murciégalo, y en murciégalo se da la etimología: del latín mus, muris, “ratón”, y caeculus, diminutivo de caecus, “ciego”.
¿Significa eso que no debemos decir murciélago? No, ciertamente, porque, si bien esa forma nació de un “error”, por metátesis de murciégalo, hoy en día es una forma aceptada por los hablantes y, por lo tanto, correcta. ¿Significa que da lo mismo que usemos una u otra forma? Tampoco, porque entre nosotros murciégalo ya no es una forma socialmente aceptada, a pesar de que en un tiempo fue la forma correcta.

Esa es la norma culta del español de Buenos Aires. Pero el mundo hispanohablante es muy vasto y la norma culta no es igual en todas partes. Hay formas que pueden oírse en todas partes, pero no en todas partes reciben la misma consideración social. Para nosotros murciégalo puede ser propio de ignorantes y para otros puede ser la forma culta habitual. Por eso debemos tener cuidado al reírnos de palabras o construcciones que nosotros no usamos pero que otros consideran válidas. Pensemos, por ejemplo, en el voseo. Se usa en casi toda Hispanoamérica, pero en algunos lugares donde se usa se considera vulgar y en esos lugares algunos nos desprecian por usar una forma que en su área es vulgar. No caigamos en el mismo error y, antes de reírnos o despreciar, tomemos en cuenta quién es el que habla y a qué comunidad de hablantes pertenece.
Aprendamos, entonces, del murciélago, que, así como lo que en un lado se considera correcto en otro lado puede considerarse incorrecto, y viceversa, también lo que hoy se considera correcto mañana puede considerarse incorrecto, y viceversa. No olvidemos que, si hoy en día nosotros preferimos una forma que no es la original, es porque en algún momento aceptamos un “error”, y no critiquemos, entonces, la manga ancha que incluye en los diccionarios palabras que también nacieron como errores pero que actualmente la comunidad acepta.

*Profesora en letras y periodista
([email protected]).