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picardías

La palabra como regalo

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Regalos | Unsplash | Mediamodifier

En La historieta salvaje, editado hace unos años por la Biblioteca Nacional, el caricaturista español Pedro De Rojas efectúa con maestría la típica operación cómica de mostrar literalmente lo que las palabras dicen. Refranes, metáforas y sentencias transformados en imágenes que detonan la risa. Cuando se producen conversaciones entre hispanoparlantes de distintos países, esta visualización de lo que alguien dice en plan literal, tiene lugar en las mentes, y es tal vez más graciosa.

Carmine, amiga colombiana que vive desde muy jovencita en París donde trabaja como intérprete, vino a conocer la Argentina. Por su profesión, cuando habla conmigo elude jergas o modismos que ignoro. No es mi caso: frente a ella, no puedo refrenar el impulso de usar todo el lunfardo y las frases hechas que conozco. Cuando dije “corta mambo”, por ejemplo, estalló de risa porque imaginó a alguien bailando, para quedar congelado al registrar la presencia súbita del corta mambo en cuestión. Parecido cuando espeté “calavera no chilla” el 1º de enero al despertarnos con un dolor de cabeza fenomenal. En su mente, apareció una triste calavera con lagrimitas.

Carmine me regaló un glosario de palabras que se usan en Colombia para temas amorosos

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A cambio, Carmine me regaló un glosario de palabras que se usan en Colombia para temas amorosos. “Cangrejear” es volver con el ex; “gusanear” es el intento de robarle la pareja a otro y “arrocito en bajo” se aplica a las relaciones en las que la previa dura más que la relación en sí.

Frente a “machuque”, que define las relaciones fundadas únicamente en el sexo, aporté que acá, algunos grupos, hablan de “vínculos sexoafectivos” y explotó nuevamente de risa. En contrapartida, me hizo conocer la joya de la corona, la palabra con la que ella y sus compatriotas resumen el hecho de no blanquear un romance porque nos avergüenza la persona con la cual lo tenemos. Ese que nos gusta, con el que podríamos tener algo “legal” (no es nuestro amante porque ambos estamos disponibles) pero no cuaja con lo que preferimos mostrarle al mundo, ese que nos parece impresentable, se llama “el tinieblo”.

¡Gracias Colombia por meterle a la lengua tanta imaginación y picardía! Desde ahora, intentaré imponer sus palabras en la Argentina. Si tengo éxito, serán como nuestras, y nadie podrá reclamar. No olvidemos que... ¡calavera no chilla!