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La política exterior argentina y el G20

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Bali. Las opciones en política exterior no son siempre entre el bien y el mal, sino a menudo entre el mayor y el menor de dos males. | AFP

El G20 es un foro privilegiado para la implementación de la política internacional de la Argentina, ya que allí coinciden naciones representativas de las potencias establecidas, del exterior próximo, y de los nuevos centros de poder. Por ello es importante que nuestro accionar en el G20 refleje tanto la esencia de nuestra estrategia internacional como los mejores ejemplos de su implementación.  

Al diseñar una política exterior para la Argentina es de crítica importancia, en adición a tener en cuenta los intereses a defender y los valores que deben regir nuestro accionar, considerar y definir la identidad de la Argentina. Según el excanciller brasileño Celso Lafer, la intermediación externa que realiza una política exterior debe partir de una “identidad colectiva”, de un “nosotros” señalizador de especificidades. Estas pueden incluir la localización geográfica, los códigos culturales, la experiencia histórica y los niveles de desarrollo. Esta identidad colectiva ayuda a dar una perspectiva organizadora, otorgando al país coordenadas de inserción en el mundo. 

Para ello proponemos definir la identidad de la Argentina como “occidental, americana y del Sur”. Occidental, por los valores culturales y políticos que asume. Americana, por sus coordenadas geográficas y culturales. Y del Sur, por su ubicación geográfica, por nuestro nivel de desarrollo, y por la naturaleza de nuestra relación con el Occidente del Norte. A partir de esta identidad, nuestro país debe buscar, en forma pragmática, la mejor manera de calibrar y optimizar su proceso de integración internacional. 

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Al proyectarse al mundo a partir de esta identidad “occidental, americana y del Sur”, es casi natural seguir una estrategia de “horizontes diversos”: es decir, mantener relaciones positivas y simultáneas con las potencias establecidas occidentales, el exterior próximo y los nuevos centros de poder del llamado Sur Global. En sintonía con su identidad, Argentina tiene una serie de intereses comunes con estos tres grupos de países. Así, Argentina debe procurar interlocutar con todos en el marco del G20.

Con las potencias occidentales –el G7, Australia, Corea del Sur– compartimos valores como la defensa de la democracia, de las libertades individuales y de los derechos humanos. A su vez existen lazos económicos y productivos importantes que podrían fortalecerse más aún con tratados como el del Mercosur con la Unión Europea y la EFTA. Además, las potencias occidentales han colaborado históricamente con la Argentina en los campos científico, tecnológico y militar.  Aunque tendremos muchos puntos de vista similares, deberemos tener en mente lo dicho por el exdiplomático norteamericano George Kennan en cuanto a los diferentes regímenes de gobierno que existen en el mundo: las formas de gobierno son forjadas principalmente en el ardor de la práctica, y no en el vacío de la teoría, y responden en general al carácter nacional y a realidades nacionales. 

Con respecto al exterior próximo, tenemos intereses comunes con Brasil en cuanto a la defensa de la democracia y los DD.HH., en cuanto a acelerar nuestro desarrollo, y a lograr una mayor integración energética.  Algunos funcionarios han señalado durante años la oportunidad de tener una agenda conjunta con México y Brasil en el G20. Pero México está hoy intrínsecamente ligado a EE.UU. en términos económicos y de migración. Y tener una agenda consensuada con Brasil –más allá de las diferencias entre Bolsonaro y Lula– se convierte en un acto de voluntarismo, si la clase política argentina no logra consensuar una agenda internacional propia, y continúa zigzagueando a nivel global con el paso de los gobiernos. A pesar de esto, Argentina y Brasil deben ser firmes en cuanto a su oposición al surgimiento de dictaduras en América –de cualquier orientación política–, por haber asumido responsabilidades contractuales a nivel regional, y para minimizar la posibilidad de contagio en la región. A su vez deberían aprovechar el G20 para enfrentar en forma conjunta el desafío de cómo comportarse ante el trascendental enfrentamiento entre EE.UU. y China. 

Con los países del llamado Sur Global, nos une la necesidad de lograr mayores niveles de desarrollo, y el hecho de que muchos de estos países son destinos con gran potencial  para nuestras exportaciones. Es por eso que es importante aprovechar el G20 para afianzar lazos con naciones como China, India, Indonesia y Arabia Saudita. Sin embargo, hay que evitar involucrarse en iniciativas que busquen enfrentar a las naciones del Sur Global con los países del G7, en asuntos que no sean de interés vital para Argentina. 

En este contexto, Argentina debe aumentar su peso e impacto en el G20, como importante proveedor de alimentos, energía y productos mineros “verdes” –como el litio–.  Por ello, debe aumentar sustancialmente la producción de estos bienes exportables y no desincentivarla. A su vez, la calidad de su participación en el G20 debe potenciarse, y se debe estar alertas para reaccionar en forma conjunta ante potenciales riesgos sistémicos económicos financieros, futuras pandemias, los riesgos del cambio climático y las disrupciones causadas por los conflictos militares

En un mundo en transición, Argentina debe evitar en lo posible involucrarse en confrontaciones en el seno del G20, como pueden ser las disputas ideológicas o de poder entre los países del G7 y los nuevos centros de poder como Rusia y China. A su vez, debe comprender lo escrito por George Kennan: la función de un sistema de relaciones internacionales no es el inhibir los procesos de cambio mediante la imposición de un chaleco de fuerza legal sobre él, sino más bien facilitarlos: hacer más accesibles sus transiciones, limar las asperezas que estas causan, aislar y moderar los conflictos que generan, y hacer lo posible para que estos conflictos no asuman formas demasiado perturbadoras para la vida internacional.

Al conducir nuestra política exterior y al implementarla en el marco del G20, habrá que recordar lo dicho por Kennan: que las opciones en política exterior no son siempre entre el bien y el mal, sino más frecuentemente entre el mayor y el menor de dos males.

* Especialista en relaciones internacionales.  Autor del libro Buscando consensos al fin del mundo. Hacia una política exterior argentina con consensos (2015-2027).