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HISTORIAS BICENTENARIAS

La primera interna nacional

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Unitarios contra federales fue la disputa que marcó la formación de la Nación. A partir de la revolución de 1810, se plantean dos líneas de pensamiento para la organización política de las provincias rioplatenses. Para la concepción federal, el poder reside en cada uno de esos pueblos libres y en igualdad de condiciones. La otra posición impulsa alguna forma de unidad, con preeminencia de la Ciudad de Buenos Aires. Esta línea centralista o unitaria siguieron los gobiernos provisionales entre 1810 y 1820.

Otra idea asociada a la unidad es la centralización y la obediencia de las provincias a un gobierno federal con sede en la capital, algo que muchas veces fue interpretado como una relación de sometimiento y despertó recelos en las provincias. Empieza aquí el debate sobre la concentración del poder, asociado al unitarismo. Los gobiernos empiezan siendo colegiados y terminan unipersonales, hasta que fracasan y empieza un tiempo de federalismo que dura hasta la caída de Rosas.

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En las primeras décadas de vida independiente, Buenos Aires quiso organizar un país centralista con un poder nacional fuerte. Trató de doblegar la resistencia del Litoral invadiendo Santa Fe y ayudando a las disidencias en Entre Ríos y Corrientes. Entonces, el Ejército del Norte se negó a auxiliar al “gobierno nacional” en sus luchas internas contra los federales. Primero Artigas resiste en nombre de las autonomías provinciales. Luego le siguen los caudillos del interior: Ramírez y López, de Entre Ríos y Santa Fe, bajan a Buenos Aires y derrotan en los campos de Cepeda al Directorio de Rondeau. Reclamaban autonomía para las provincias, libre navegación de los ríos y que no hubiera poder central.

El término “unitario” aparece tras el fracaso del Congreso de 1824 con un grupo –cuyo mentor es Bernardino Rivadavia– de gente de la ciudad y del interior. La Nación era una, debía tener su presidente y su Constitución centralista. La experiencia duraría poco y causaría años de guerras civiles.

El fracaso del segundo intento de Constitución unitaria, con el Congreso de 1824-27, confirmó el rumbo que plasmó el Pacto Federal de 1831: cada provincia es independiente y se abre a una alianza provisoria con las demás. No había poder central por encima de los Estados provinciales.

Caído Rivadavia, el poder regresó a las provincias y Manuel Dorrego fue elegido gobernador de Buenos Aires, a fines de 1827. Era republicano, federal y muy popular entre los sectores bajos. El 1º de diciembre de 1828, se alza el general Juan Lavalle contra el gobernador de Buenos Aires, en algo que podría ser tildado de golpe de Estado cívico-militar. Dorrego es tomado prisionero y ordenan su fusilamiento.

El unitarismo entraría en un cono de sombras a comienzos de la década de 1830. José María Paz era fuerte desde Córdoba y había vencido a Quiroga en las célebres batallas de La Tablada y Oncativo. Parecía que se imponía el lado unitario, pero en junio de 1831 Paz cae casi por azar prisionero de un grupo enemigo, lo que origina la consolidación de los federales, con Rosas a la cabeza desde Buenos Aires, en alianza con los caudillos federales del litoral.

El asesinato de Quiroga va a fortalecer al federalismo rosista, quien utiliza el crimen del caudillo riojano para defender la necesidad de la suma del poder público. Los unitarios pasan a ser el objetivo del rosismo, que necesita de un enemigo interno para consolidar su poder. La generación del ’37 busca una construcción ideológica y cultural superadora para oponerse al gobernador. El Matadero, potente metáfora de Esteban Echeverría sobre el régimen rosista, centra su acción en las torturas que recibe un unitario que llega al matadero.
Unitario era sinónimo de enemigo de la Confederación, y la divisa punzó fue elemento de diferenciación y de disciplinamiento; llevaba la inscripción “federación” para los civiles y “federación o muerte” para los militares. Caído Rosas –y ajusticiados algunos personajes como escarmiento, entre ellos el padre de Alem–, empezaría el intento por encontrar una síntesis entre las dos facciones en disputa, con la Constitución Nacional de 1853.

*Periodista e historiador. @dievalen.