Abel Aníbal Alves era volante central. Jugaba bien, tenía dinámica, llegaba seguido al gol. Nació en Olavarría el 19 de febrero de 1958, cumplirá 52 años el próximo viernes. Llegó a Boca el 19 de marzo de 1974 y en poco más de un año debutó en la Primera. El 23 de abril de 1975, el Chueco, de sólo 18 años, debutó en el equipo principal por decisión del entrenador Rogelio Domínguez. Esa tarde, Boca empató con Huracán 1-1 en la Bombonera. Tan bien jugó que el técnico volvió a ponerlo al domingo siguiente. Boca derrotó a All Boys 2-1 y Alves hizo un gol. Y al partido siguiente convirtió los dos de la victoria del xeneize sobre Independiente, en la Semana Santa de ese 1975.
Esa temporada fue difícil para Boca. El presidente Alberto J. Armando produjo un recambio forzado de algunos hombres clave en los años anteriores, como Ramón Ponce. Y, como si esto fuera poco, River fue campeón después de 18 años.
Nuestro héroe siguió firme en el plantel profesional de Boca. El ‘76 fue un año horroroso para la Argentina, pero extraordinario para la gran historia xeneize. En la temporada anterior, River había ganado los dos torneos anuales. Boca sintió que le mojaban la oreja y salió a romper el mercado. Ganó los dos torneos de 1976, como River el año anterior. Y con un plus: derrotó a River en la que hasta ahora es la única final de la historia jugada entre ambos en el fútbol profesional. Alves sobrevivió a todo eso y estuvo en el plantel. Para el Toto Lorenzo no era indispensable, pero sí importante. Se quedó en el club hasta 1982, después de haberse puesto la camiseta de Boca en 139 ocasiones y haber gritado 25 goles. Estuvo en San Lorenzo de Mar del Plata durante el Nacional ‘81, pero regresó a Boca para terminar su ciclo.
Volvió en 1996 para dirigir en las Inferiores desde el inicio del ciclo Macri. Se fue a México en 2001, manejó las Fuerzas Básicas del Necaxa. Regresó en 2005 a conducir la Reserva de Boca y fue interino tras las salidas del Chino Benítez y Carlos Ischia.
Al tener que remarla siempre desde atrás en su época de jugador y, por lo visto, en su etapa como entrenador, el Chueco Alves se forjó un carácter importante. El que pensó que, al no tener el cartel francés de Bianchi, Basile, Menotti o Bilardo, Alves no iba a tomar ninguna decisión fuerte, se equivocó. Roberto Abbondanzieri y Hugo Ibarra no van a jugar mañana frente a Atlético Tucumán por bajo rendimiento. Hizo lo que no se animó a hacer Basile.
Se puede discutir, por ejemplo, si hizo bien o mal en sacar a Abbondanzieri para poner a Javier García, arquero de las inferiores cuya imagen final no es la mejor. Pero Alves tuvo la valentía de ser líder cuando la mano vino mal y tomar decisiones gruesas.
En el ideario popular, las cosas no vienen bien para el chico García. Todos recuerdan que Solari le tiró una masita que le pasó entre las piernas y Lázzaro le cabeceó en la cara. Se lesionó, lo operaron y volvió. Tuvo suerte García: Boca ganó el Apertura 08 y, además, está bajo la égida de Riquelme, lo que lo pone a cubierto de ciertos problemas.
Pero no es más arquero que Abbondanzieri. Y, la verdad, el Pato no había desentonado en los tres primeros partidos. Salvo el cuarto gol de Newell’s, no tuvo responsabilidad en ninguno de los que le hicieron Chacarita, Lanús y el propio Newell’s. Es cierto que no brindaba la misma confianza de siempre y la prensa fue despiadada con él, aún cuando no lo merecía. Pero tanto Javier García como Josué Ayala no están aún para quedarse con el arco de Boca y, menos, en un momento de crisis como este. Así como está, todavía Abbondanzieri supera a ambos.
El caso de Ibarra es diferente. El lo niega, pero el esfuerzo económico limitado que hizo Boca a mediados de 2009 podría leerse como que entendieron que al Negro se le acababa el ciclo. Dicen los periodistas que siguen la vida del club que Ibarra siguió en la Ribera porque lo pidió Basile, pero la llegada del uruguayo Gunino tenía como intención principal sucederlo. Pero Basile no puso a Gunino porque lo había traído Bianchi. Y Gunino, ahora, tampoco va a jugar porque Alves viene de las inferiores y confía más en los chicos del club.
Por eso, Ibarra será reemplazado por Santiago Hernán Villafañe, un pibe que Miguel Russo puso en un 4-0 con Banfield en 2007, pero que solo actuó en tres ocasiones. Es un poco tardía su inserción en la Primera, como suele ocurrir en Boca (Villafañe cumplirá 22 años el 19 de mayo). Pero este cambio es lógico, el paso del tiempo se está notando en el juego de Ibarra.
Lo otro que deberá hacer Alves para no sufrir es encontrar rápido el funcionamiento adecuado para el equipo. Porque si Boca juega como con Newell’s, podrá cambiar a los treinta jugadores del plantel, pero igual perderá todos los partidos. El fútbol es un juego colectivo, aunque algunos no lo entiendan.