COLUMNISTAS
informe de la cámara argentina del libro (CAL)

La producción editorial argentina en 2023 cayó un 24% respecto de 2022

El panorama es preocupante, pero era previsible: casi 48 millones de ejemplares impresos en 2023, lo que significa una caída considerable teniendo en cuenta los resultados del informe anterior. Las tiradas promedio, que en 2016 eran de 2.900 ejemplares, cayeron a 1.700. Juan Pampín, presidente de la CAL, ofrece algunas precisiones del corriente año, un cuadro aún más desolador: una caída en enero del 25%, en febrero del 30%, y en marzo del 40%.

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Libro argentino. Izq., una imagen de la Feria Internacional del Libro del año pasado. Derecha, Juan Pampín, el presidente de la CAL, durante su participación en el Plenario de Comisiones de la Cámara de Diputados, en enero de este año. | cedoc

Este jueves, la Cámara Argentina del Libro (CAL) presentó el ya tradicional Informe de Producción del Libro Argentino correspondiente al año 2023. Allí se condensa la información estadística ligada al uso del número ISBN, código de barras generalmente ubicado en la contratapa de los libros y publicaciones, el cual da identidad a dichos impresos en cuanto a origen, autor, temática y otros datos relevantes.

El centro del informe es el SEC, o Sector Editorial Comercial, cuya principal labor es la edición de libros. Luego se contemplan los datos que surgen del Sector de Kioscos y Autoedición. Las novedades en libros publicados por el SEC durante 2023 llegan a 34.002 títulos; 24.690 en papel y 9.312 en soporte digital (epub y otros formatos). 

El total de 24.690 publicaciones en papel implicó una tirada de 47.988.761 de ejemplares, lo cual representa una caída del 24% respecto de 2022. De este total, las ediciones de instituciones públicas educativas produjeron alrededor de 13 millones.

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En libros electrónicos como novedades, cuatro de cada diez registros son digitales, donde el 80% de estos derivan como réplicas de la versión publicada en papel y el 20% restante corresponde a libros nativos digitales. Cabe destacar que las versiones digitales de libros impresos llegaron a un pico histórico con el 22%.

De las novedades editoriales, el 75% corresponde a pymes editoriales y el 25% restante a los grandes grupos editoriales. La tirada promedio de ejemplares del SEC fue de 1.700 ejemplares; en 2016 era de 2.900. Pero se destaca que estas novedades en su mayoría salieron al mercado con una tirada de apenas mil ejemplares, es decir, menos de un ejemplar por cada librería del país. 

La caída en la producción de la primera tirada se agudiza ya que el 40% de las novedades del SEC no superó los 600 ejemplares. Por otra parte, el segmento infantil y juvenil sigue siendo la temática más editada por el sector editorial comercial en los últimos años, al representar el 24% de las publicaciones, con una tirada aproximada de 1.500 ejemplares. La edición de autor, a través de empresas que ofrecen servicios editoriales, concentra el 24% de las nuevas publicaciones, que se caracterizan por tiradas reducidas.

La novedad la representan las traducciones realizadas desde el japonés, que por primera vez ocupan el tercer lugar en idiomas traducidos, luego del inglés y el francés, alcanzando un 6%. Este incremento se debe fundamentalmente al fenómeno creciente de lectores del género manga.

Más allá de las estadísticas, PERFIL se comunicó con Juan Pampín, presidente de la CAL, quien agregó información sobre el estado del sector luego de 120 días de gobierno de la gestión Milei.

—¿Cómo incide hoy el papel en los costos de edición? 

—El precio del papel, entre 2022 y 2023, duplica el valor de la inflación para el período. En los costos editoriales para publicar un libro, el papel representaba el 30% y hoy alcanza el 55%. Esto ocurre por el aumento desproporcionado del papel, pero además, incide en mayor proporción al realizarse tiradas más reducidas. 

—¿Qué expectativa tienen respecto de Ley de Protección de la Actividad Librera, o ley de precio de tapa fijo? 

—Estamos atentos a que se dé a conocer el texto del nuevo proyecto de megaley a tratarse en el Congreso. Si bien, mientras se trataba el proyecto anterior, nos reunimos con diputados de todos los sectores políticos, no ocurrió con los del oficialismo. Ante esos diputados pudimos explicar la importancia de que permanezca el precio fijo para el sector y recibimos su comprensión de la problemática que conlleva liberarlo.

—¿Tienen canales de diálogo con funcionarios del Gobierno?

—En el mes de enero, antes de que caiga el proyecto de megaley, tuvimos una reunión con Ignacio Luppi, subsecretario de Gestión y Desarrollo Cultural, que nos atendió en lugar de Leonardo Cifelli, secretario de Cultura de la Nación. En ella nos anticipó que, como hoy vemos, no hay plata. Respecto del Programa Sur de traducciones, nos recibió la Lic. Alejandra Pecoraro, directora de Asuntos Culturales de Cancillería, quien nos explicó que si bien el último presupuesto para el programa fue US$ 319 mil (que representó la traducción de 123 libros argentinos a otros idiomas), este año se reducía a US$ 30 mil, lo que alcanzaría para traducir entre 10 y 12 títulos, y que no podía hacerse mucho más al respecto. En ese momento le solicitamos que considerara la presencia del país en las Ferias del Libro de Bologna y Guadalajara, siendo que al día de hoy ya no estuvimos en la primera y no sabemos si habrá representación en la segunda. Lo que sí nos aclaró es que la participación del país en la Bienal de Venecia implicaba casi la mitad del presupuesto destinado al área para todo el año.

—¿Cómo se encuentra la venta de libros en lo que va del 2024?

—En la venta de librerías hay un descenso preocupante, por información que fuimos relevando en los canales de venta, en enero la caída promedio osciló entre el 20 y 25%, en febrero el 30% y en marzo llegó al 40%. Más allá de esto, desde la CAL estamos diseñando una encuesta específica sobre el tema ventas, incluyendo temáticas y otros detalles, de la que estimamos tener resultados dentro de dos meses.

—¿Los libros están caros para el lector promedio?

—Como en toda crisis inflacionaria, el sector traslada a precios el aumento asimétrico de costos que, en algunos casos, supera las remarcaciones considerando un dólar a $2 mil. Si a esto sumamos la retracción del consumo y la caída del salario, el libro queda como un artículo de difícil acceso, compitiendo con artículos de primera necesidad.