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una fecha y su contexto

La rebelión de las masas

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El 17 de octubre de 1945 las masas argentinas, el proletariado organizado como pueblo, hacen la revolución más pacífica que conmueve y determina con su accionar. La lealtad a su líder y conductor: el coronel Perón. Evita, la más bella y revolucionaria, es el nervio y la pasión de esa épica. ¡Levanten los puentes! ¡Cierren las tranqueras! ¡Ignorémoslos, son la chusma!
Cualquier acción que hubiesen llevado adelante los sectores, partidos o grupos militares opuestos al coronel Perón era en vano. El “pueblo” estaba en la calle y ocupaba la ciudad y su lugar simbólico: la Plaza de Mayo, pidiendo por su Líder preso. La rebelión de las masas, al decir de Ortega y Gasset, era inevitable y marcaría un antes y un después en la historia argentina y de la región. La irrupción de las masas en el escenario político de la Argentina de los 40 era cuestión de momento y nada ni nadie podía torcer el rumbo de la Patria.
Para entender el fenómeno del 17 de Octubre es necesario ir analizando y estudiando hechos acaecidos con mucha antelación. La crisis del 30 tiene efectos muy profundos en la realidad nacional. El modelo de país diseñado por la Generación del 80 debe dar paso a otras respuestas, opciones, necesidades y expectativas.
La hora de las masas. La revolución del 30 inaugura lo que se denominó como “la década infame”, donde el fraude patriótico marca a generaciones y conlleva al desgaste de los partidos políticos y debilita a casi todos sus dirigentes. La Segunda Guerra Mundial corre más el velo y pone sobre el tapete a la Argentina real frente a la impotencia del statu quo, que se creía era eterno e inmutable.
Para Perón, lector de Lugones en su faz ya nacionalista, que en el aniversario de la batalla de Ayacucho lanza su famosa arenga: “Ha llegado la hora de la espada”, ahora “ha llegado la hora de las masas”.

De la masa al pueblo organizado. Luego del golpe del ’43, Perón es el factótum del GOU (Grupo de Oficiales Unidos). La Logia de los Coroneles lo tiene como su más activo pensante y, de hecho, ejecutor y estratega. ¿Qué quiere el coronel? Simplemente pide la Dirección de Trabajo y Previsión. Una dependencia prácticamente desconocida por sus pares. Al poco tiempo, la transforma en la Secretaría de Trabajo y Previsión; sus alcances y estructura son un gran poder y comienza todo un proceso donde observa y confirma que hay un elemento que hay que organizar. En Conducción política explica cómo a la “masa” se la convierte en “pueblo organizado”.
En paralelo, los trabajadores –tanto los organizados en la CGT Nº 1 como los que respondían a la CGT Nº 2–, viven desde sus luchas y reivindicaciones, fundamentalmente desde el 30 en adelante, una trasformación que los va ubicando en el centro de la escena. Y al pueblo en su conjunto y en forma especial al Movimiento Obrero –Perón explica en Conducción política– había que darle los elementos, que significan conocimientos, raciocinio y la conciencia abierta hacia un país igualitario, libre de todo yugo, democrático –una democracia de masas–, impulsando el modernismo que los cambios en el mundo, la región y el país de posguerra exigían y demandaban.
Perón, que conocía profundamente la conducción militar, se vuelca a estudiar y practicar la otra, la más importante, la conducción política, y como lo definía para conducir en política: “Se conducen hombres o pueblos”. Otra definición que plantea es: “Conducir es persuadir”.
Además, se conduce a una masa organizada que es pueblo, en la medida en que ese pueblo es consciente de lo que quiere y de lo que puede entregar. Y el conductor, además, tiene que estar a la altura de las circunstancias.
El conductor no puede arremeter así porque sí, no hay conductor sin un pueblo que, obviamente, es parte protagónica de ese momento histórico. Perón ya tenía una estructura muy dinámica: cuadros políticos y funcionarios, cuadros muy importantes que desde la Secretaría de Trabajo iban plasmando la relación con los trabajadores y con distintos sectores del pueblo y de la comunidad. En dos años

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Perón, Evita y el pueblo. Perón es un conductor que –sobre una base empírica, sobre distintas experiencias y sobre conocimientos muy fuertes– demuestra que es uno de los pocos conductores del mundo que preparó a ese pueblo organizado para producir el hecho político social de masas más revolucionario. Las masas argentinas, el proletariado organizado como pueblo, hacen la revolución más pacífica que conmueve y determina con su accionar la Lealtad a su Líder y Conductor: el coronel Perón. Evita, la más bella y revolucionaria, es el nervio y la pasión de esa épica.
El 17 de Octubre, al decir del radical Sanmartino, es el aluvión zoológico. Mucho más claro fue Scalabrini Ortiz: “Es el subsuelo de la patria sublevado”. El 17 de Octubre es la Revolución política, social y cultural más permanente de la Argentina y su vigencia nos hace sentir partícipes de este presente. Y además, pensar en su continuidad, consolidación y futuro, como generadora de nuevos objetivos y grandezas.

*Referente histórico del peronismo. Diputado CABA. Vicepresidente 2° de la Legislatura.