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La vitalidad del modelo neoliberal

Hace dos semanas se publicó en este diario una nota de Domingo Cavallo. No es usual en nuestros medios que aparezca su opinión sobre la crisis internacional y la situación argentina. Tampoco lo es que se reciba con beneplácito. Prueba de ello son los comentarios de la página digital de PERFIL, cada vez que emite opinión llueven cataratas de insultos.

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Hace dos semanas se publicó en este diario una nota de Domingo Cavallo. No es usual en nuestros medios que aparezca su opinión sobre la crisis internacional y la situación argentina. Tampoco lo es que se reciba con beneplácito. Prueba de ello son los comentarios de la página digital de PERFIL, cada vez que emite opinión llueven cataratas de insultos.
Estamos acostumbrados al odio después del amor. A esto se lo llama despecho. En el caso de Cavallo, se trata de un economista que fue llamado por todos los poderes gobernantes de la Argentina de las últimas décadas. Para mayor precisión, en el lapso de treinta años se le pidió repetidas veces que se hiciera cargo de altas responsabilidades en lo que concierne a la economía y que de acuerdo a las encuestas más del setenta por ciento de la población aprobaba su ingreso como ministro de la Alianza. Algún conocimiento debía tener para que la dictadura militar, el Partido Justicialista, el partido radical y el Frepaso, le pidieran que aplicara su endemoniado saber a los problemas económicos de los argentinos. Dejo de lado los rumores sobre su papel de fuente de consulta durante la presidencia de Néstor Kirchner, con quien lo unieron intereses financieros durante los noventa, gracias a los cuales todavía se buscan los desaparecidos bonos de Santa Cruz.
Cavallo en su artículo va en contra de todas las interpretaciones que se hacen sobre la actual situación argentina. Desestima la mañida oposición entre un modelo productivo y otro neoliberal. Lo preocupa que muchos economistas pidan una devaluación haciéndose eco de la UIA, lo alarman los pedidos de mayor proteccionismo e intervención estatal. Pretende trasmitirnos la opinión dominante en los circuitos de las altas finanzas internacionales que están a contracorriente de los lugares comunes que circulan hoy en día en nuestro país.
Dice que la crisis financiera no se debió a la falta de intervención de los Estados nacionales sino “a la ausencia de mecanismos de coordinación y supervisión global de las intervenciones estatales nacionales”.


Quizás en otra nota nos aclare qué quiso decir con esto. Es posible que se refiera a organismos aún inexistentes de corte planetario o a la acción de entidades financieras regionales.
Su diagnóstico de la crisis es que se debe a un exceso de liquidez en países que por temor a crisis anteriores generaron superávits y dinero sobrante que alimentaron especulaciones en todas partes. Es muy interesante la terapia que recomienda. Dice que los países centrales necesitarán que los mercados emergentes crezcan económicamente, que consuman más y aumenten su demanda interna, ya que en el primer mundo habrá un sobrante de producción. Esto se debe a que las familias norteamericanas estarán obligadas a ahorrar y no podrán destinar durante un tiempo sus dineros al consumo.
Por lo tanto, la reactivación de la principal potencia mundial, que depende del funcionamiento pleno de su aparato productivo, podrá tener una crisis de superproducción al no poder volcar en su propio ámbito los productos y necesitará hacerlo en nuevos mercados.
En esto Cavallo coincide con Lenin que decía algo muy parecido, pero sugería una terapia algo diferente. En lugar de la revolución comunista mundial en contra de los intereses del imperialismo, Cavallo recomienda aprovechar esta oportunidad y abrir el mercado argentino a los productos del primer mundo ansiosos de entrar a nuestras fronteras, luchar así contra toda forma de proteccionismo, y pagar los costes de esta oleada importadora con ingentes exportaciones de alimentos.
Con esta nueva realidad el peso se apreciará por la entrada de dólares, se frenará la inflación por el menor costo de los productos foráneos –entre los que se contarán según Cavallo la mercadería producida por los chinos, de quienes, nos advierte, no hay que alejarse ni malquistarse–, los exportadores tendrán moneda fuerte a la vez que sus productos serán competitivos al ser eliminados los impuestos distorsivos, y así, con crédito público por la reinserción en el mundo, por la financiación de los organismos internacionales luego de negociaciones con hold outs y Club de París, la Argentina no deberá padecer la exigencia de tener superávit en su balanza de pagos, y podrá endeudarse con provecho.
Nueva deuda, importación de productos baratos, plata semidulce, sinceramiento de las tarifas de los servicios, déficit solventado por la entrada de capitales del exterior, ¡y Cavallo como ministro!... no, era una broma.

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El panorama que pinta el ex ministro no parece ser compartido por todo el mundo. Aún su mundo feliz no logra conformarse de acuerdo a sus deseos. En El País de España, el corresponsal Andreu Missé informa desde Bruselas que en el cuarto trimestre de 2008, los créditos transfronterizos a los países en vías de desarrollo disminuyeron en 280 mil millones de dólares. Por otra parte, agrega, las inversiones extranjeras directas (IED) se redujeron en 285 mil, o sea un 15% menos que el año anterior.
Señala que el informe del director de la Organización Mundial de Comercio (OMC), Pascal Lamy, pone el acento en que de ciento ochenta y nueve medidas recientes relativas al comercio internacional aplicadas por la Unión Europea y otros veinticuatro países, ciento diecinueve son restrictivas. Abundan los buy american o los buy chinese.
Esta realidad muestra que el anhelado comercio internacional sin barreras y con aduanas argentinas abiertas, no se cumple en todo el mundo. También se aprecia que no hay montos de crédito abundantes para que se fortalezcan los mercados internos de los países emergentes ni inversiones extranjeras cuantiosas destinadas al mismo fin.
Es probable que las ideas de Cavallo no sean muy diferentes que las que tienen en carpeta los conductores de Unión-PRO y los responsables económicos de la Coalición. La mentada integración al mundo incluye una serie de medidas que no deben estar lejos de las explicitadas por el ex ministro. El déficit que se viene, según dicen, si no quieren paliarlo con ajustes, impone la búsqueda de créditos; es decir: nueva deuda, y para conseguirlos, habrá que “sanear” la economía.
Contrasta con este diagnóstico y esta estrategia, la posición de Juan Llach, el ex viceministro de Cavallo, para quien –de acuerdo a una nota en el suplemento Eco de Clarín– este gobierno tuvo una muy buena política fiscal que debe mejorar con algunas medidas referidas a los subsidios, ya en los 4,4% del PBI, eliminar trabas al comercio exterior, decir la verdad de los números y negociar con los representantes de la producción. Una vez iniciado este proceso de cambio, sostiene Llach, no hay que devaluar, ni modificar las retenciones. Ni siquiera será necesario acudir al FMI.

*Filósofo. (www.tomasabraham.com.ar)