“Es imposible que todo el operativo contra Clarín haya sido hecho sin el conocimiento de Ricardo Echegaray, que es un hombre muy celoso de su cargo y que está al tanto de los más mínimos detalles de lo que sucede en su área”, decía ayer, en forma contundente, alguien que supo pertenecer al kirchnerismo y que estuvo en la función pública hasta hace pocos meses. Tres fuentes distintas lo confirmaron sin dudar: el operativo contra el diario que dirige Ernestina Herrera de Noble estaba armado desde fines de julio y tenía fecha de ejecución de aquí a un mes. Todos coinciden en lo altamente improbable de que esto no fuera del conocimiento del titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Sin embargo, hubo un algo y un alguien que lo precipitaron. El algo fue la tapa de Clarín del día jueves, denunciando una supuesta irregularidad que involucraba al Organismo de Control de Comercialización Agropecuaria (ONCCA) dependiente, en los hechos, del mismo Echegaray; en cuanto al alguien, todas las miradas convergen, por convicción o sospechas, o a Néstor Kirchner o a alguno de sus adláteres, quien, formando parte del entorno del ex presidente en funciones, quiso ser más papista que el Papa y mandó una orden lo suficientemente creíble como para que Echegaray pusiera en marcha el operativo del escándalo. Los nombres de los sumariados, Andrés Vásquez y Sergio Mancini, son hombres de la confianza de Echegaray; un tercer involucrado, Iván Budassi, es otro incondicional del jefe de la AFIP; imposible pensar, pues, que Echegaray no sabía o era ajeno a esto. Su posición ha quedado muy debilitada y su supervivencia política, comprometida
En la tarde de ese día jueves se vivieron escenas de desasosiego en la Casa Rosada. Eran varios los que no entendían nada. Entre ellos estaba la Dra. Cristina Fernández de Kirchner. Si algo no necesitaba el Gobierno, en su batalla de batallas contra Clarín, era esto. “Nos lo mandó el enemigo”, supo decir, en esas horas, una atinada voz gubernamental, de las que hay pocas. Otra voz, en cambio, afirmaba sin la más mínima duda: “Fue Néstor Kirchner”. Por todo esto fue que debió aparecer Aníbal Fernández, hablando de la inverosímil hipótesis, según la cual, la operación sería la obra de algún pícaro que compró a alguien de la AFIP para perjudicar al Gobierno. Si se hubiera tomado tan sólo cinco segundos para un momento de sabia reflexión, el jefe de Gabinete podría haberse dado cuenta de que el principal enemigo de este gobierno es el mismísimo Néstor Kirchner. Y si en vez de cinco, los segundos hubieran sido diez, habría comprendido las potenciales consecuencias nefastas que tal aseveración tendrá de aquí en adelante para la AFIP ante tamaña vulnerabilidad.
El viernes, en la conferencia de prensa en la que realizó anuncios importantes, la Presidenta lucía verdaderamente desencajada. Allí comunicó el envío del proyecto de despenalización de los delitos de calumnias e injurias. Este es un hecho importante, trascendental y positivo para la defensa del ejercicio libre del periodismo. Sin embargo, es incompleto. Veamos.
El caso que motivó todo este proyecto es el de un colega valiente y valioso, Eduardo Kimel. En su libro La masacre de San Patricio, hubo una mención crítica a la actuación de un juez, quien, por ello, lo querelló, obteniendo una sentencia condenatoria para el autor.
Esta causa llevaba ya muchos años. En esa lucha por la defensa de Kimel hay que reconocerles mérito a Horacio Verbitsky y al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). El hecho fue denunciado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, la que condenó a la Argentina por el fallo que afectó a Kimel y señaló que estas penas implicaban un peligro para la libertad de prensa. Por lo tanto, lo decidido ayer por la Presidenta cumple con un compromiso pendiente que ella había asumido en 2007.
No obstante ser importante, el proyecto enviado por el Gobierno es incompleto y ya ha merecido la crítica del CELS, debido a que no deroga las penas económicas, que son tan limitantes de la liberad de prensa como las de la restricción de la libertad.
El otro aspecto que hay que señalar es que esta iniciativa surgió no tanto como producto de las convicciones presidenciales, sino más bien como resultado de la necesidad. En la crispación de la tarde-noche del jueves pasado, en la que todos buscaban una manera de contrarrestar el daño producido por el allanamiento a Clarín, se decidió que una de las medidas por adoptar iba a ser el anuncio del envío de este proyecto. La segunda era el invento del supuesto soborno a alguien del Gobierno para lanzar el operativo de la AFIP y la tercera, la de pegarle a Cobos.
Como casi siempre ocurre en sus discursos, la Presidenta expresó cosas que no son ciertas. Fue cuando dijo dudar de que “haya habido otra etapa de la vida institucional donde se haya podido hablar con mayor libertad que en la etapa que me ha tocado gobernar a mí”. La verdad es que la realidad desmiente, y con creces, la afirmación de la Dra. Fernández de Kirchner.
Por lo demás, también vale la pena recordar que, en sus tiempos de gobernador de Santa Cruz, el Dr. Néstor Kirchner supo demandar por calumnia e injurias a un periodista que tenía una visión crítica de esa gestión. El episodio en cuestión afectó al abogado Bernardino Zafrani, quien escribió una columna en un diario de esa provincia en la que le atribuyó a Kirchner supuestas maniobras a favor del concesionario de Yacimientos Carboníferos Fiscales en Río Turbio. El entonces gobernador lo demandó y pidió para Zafrani una pena de tres años de cárcel y un millón de pesos de indemnización. Cuando Kirchner asumió la presidencia, la hoy lamentablemente desaparecida Asociación Periodista intercedió a fin de que dejara sin efecto esa acción legal. Hay que recordar que, en 2004, fue precisamente en Río Turbio donde se produjo la tragedia en la mina de carbón que costó la vida de 14 trabajadores.
Al Gobierno le impactó la foto de Julio Cobos con varios de los ganadores de las elecciones del 28 de junio pasado. Por eso fue que salieron a pegarle inmediatamente.
Aquí hay cuestiones de fondo y de forma. En lo que respecta al fondo, está la mala relación entre los Kirchner y el vicepresidente, que ya no tiene retorno. Cobos va a ser, con seguridad, el rival más fuerte que tenga el justicialismo en las elecciones presidenciales de 2011. Los Kirchner hacen todo para hacerle las cosas más fáciles. Creen que aislándolo y atacándolo lo van a destruir. ¿Cuánto más tardarán en darse cuenta de que las cosas son exactamente al revés?
Cobos sabe esto y, a su vez, lo utiliza con astucia. Aquí no hay ingenuos.
Ahora, el hecho que el vicepresidente dialogue, a la luz del día, con los líderes de los distintos partidos políticos es algo que está en las demandas de la mayoría de la sociedad. ¿Acaso no despertó elogios la iniciativa de la Presidenta de convocar a la oposición al hoy lamentablemente fenecido diálogo político?
En esa reunión, que tuvo lugar en el Congreso, hubo tres ausencias significativas: la primera fue la de Carlos Reutemann, quien mandó una carta de claro apoyo al objetivo del encuentro, el que estaba relacionado con la oposición a la Ley de Medios. El senador santafesino, quien, según sus allegados, fue invitado por el vicepresidente, no quiso aparecer en una foto que entendió lo favorecía. a Cobos; la segunda fue la de Felipe Solá, quien tenía agendada una reunión en Santa Fe; y la tercera, la de Elisa Carrió, quien tiene diferencias con el vice y alguno de los que lo visitaron.
Terminada su actividad en Santa Fe, Solá se dirigió a la casa de Reutemann. Allí hablaron sobre iniciativas relacionadas con el futuro. Hubo una conclusión compartida: si en las elecciones de 2011 el justicialismo no va unido, el futuro presidente será Cobos. Allí se habló bien de Eduardo Duhalde, quien hace el mismo pronóstico. Por otra parte, el senador santafesino parece haberse ya recuperado del duro golpe que le significó el episodio que protagonizó su ex ladera, la senadora Roxana Latorre. Por estas horas estuvo en una reunión con dirigentes del sur de Santa Fe, en donde sorprendió su locuacidad y entusiasmo. Reutemann reconfirmó que quiere ser candidato a presidente. Solá le manifestó que está dispuesto trabajar con él. Más allá de sus aspiraciones presidenciales, al ex gobernador de la provincia de Buenos Aires no le molestaría ser el vice del ex piloto de Fórmula Uno.
Ya hemos adelantado aquí lo dicho por Macri: si Reutemann es candidato, él lo apoyará y resignará cualquier aspiración presidencial para más adelante. Algo de esto hay en su anuncio de que en 2011 su objetivo es lograr la reelección como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. (A tales fines, al actual intendente municipal no le vendría mal esmerarse en mejorar sensiblemente su desvaída gestión.)
En este mismo tenor, hubo otra reunión significativa en territorio bonaerense. La protagonizaron el ex titular de la Agencia de Recaudación de la provincia de Buenos Aires (ARBA) Santiago Montoya y el ex jefe de Gabinete y actual intendente de Tigre, Sergio Massa. Massa ha hecho saber que nada lo ata ya a los Kirchner, aun cuando no romperá del todo ese vínculo. Se entiende: necesita los fondos para gestionar. Montoya y Massa coincidieron en la necesidad de recrear un nuevo espacio dentro del justicialismo, con una actitud de diálogo interno y con todos los otros partidos políticos. Concuerdan en que, de no ser así, en 2011 los aguarda la derrota.
Mientras tanto, la causa por la falsificación de medicamentos que afecta al Policlínico Bancario avanza a pasos agigantados. El nivel de elementos probatorios con los que cuenta el juez federal Norberto Oyarbide es mayúsculo. Parece ser que las escuchas dispuestas por orden judicial sobre los teléfonos de Néstor Lorenzo, el “Yabrán de los medicamentos”, según denunció Graciela Ocaña, habrían sido filtradas por alguien de la SIDE al mismo Lorenzo. Este hecho pudo haber dificultado la investigación que el juez Oyarbide viene haciendo desde el año pasado.
La causa está encendiendo luces rojas en la dirigencia de la Asociación Bancaria –la posición de su secretario general, Juan José Zanola, es muy delicada– y otras de un amarillo intenso en la CGT y en el Gobierno. Es que la causa se ramifica hacia el triple crimen y los aportes de la campaña presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. La situación del ex superintendente de Servicios de Salud Héctor Capaccioli podría complicarse. También aparece como compleja la situación en el Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires.
Como se ve, se ha abierto una verdadera caja de Pandora, en cuyo interior habitan, otra vez, las miserias de la corrupción.
Producción periodística: Guido Baistrocchi