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Las cartas (económicas) no están echadas

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Palacio de hacienda. El ministro Sergio Massa y el viceministro Gabriel Rubinstein militan un llamativo silencio mediático en torno a un plan antiinflacionario. | MECON

Pasaron 54 días desde que Sergio Massa asumió como ministro de Economía. Algo más de la mitad de los cien días de “luna de miel” que concluirían el 10 de noviembre, cuando faltarán diez días para el comienzo del Mundial de Qatar. Después del Mundial, las vacaciones y en marzo comenzará el año electoral. De mantenerse las PASO en abril, presentación de padrones; en junio, primero alianzas de partidos y semanas después, nombre de los candidatos, en agosto las PASO y el domingo  22 de octubre la primera vuelta. 

¿Cuantos días antes de las elecciones tendría que ser lanzado un plan antiinflacionario no recesivo para, de tener éxito, generar resultados positivos que lleve a más personas a votar por el oficialismo? 

El Plan Austral fue lanzado el 14 de junio de 1985 y 153 días después, el 3 de noviembre, fueron las elecciones en las cuales el oficialismo –la UCR– triunfó con 44% de los votos, contra el peronismo dividido en dos listas de 24% y 11%.

El Plan de Convertibilidad se anunció el 26 de marzo de 1991, comenzó a regir el 1º de abril y alrededor de 180 días después fueron las elecciones (desdobladas en cuatro tramos a principios de agosto, septiembre, noviembre y diciembre) en las cuales el oficialismo –el PJ– triunfó con 41% de los votos, contra 29% del radicalismo y 6% tanto para la UCeDé como para Unidad Socialista.

Estos dos ejemplos argentinos fueron elecciones de medio término, para legisladores que podrían no ser del todo extrapolables a una elección presidencial como la de 2023.

El Plan Real en Brasil fue lanzado el 1º de julio de 1994 y solo 95 días después, el 3 de octubre, fueron las elecciones en las cuales resultó electo presidente el ministro de Economía, Fernando Henrique Cardoso, con 54% de los votos, quien salió segundo fue Lula con 27%.

Como tantas veces ya se dijo, Sergio Massa se identifica con la condición de no economista de Fernando Henrique Cardoso (sociólogo), al frente de un Ministerio de Economía y pretendería emularlo. Por esa recurrente reminiscencia que hay hoy en la Argentina con el Plan Real, la semana próxima entrevistaré en San Pablo a dos grandes economistas brasileños: a Affonso Celso Pastore, ex presidente del Banco Central de Brasil en las épocas de alta inflación y decano de la Facultad de Economía de la Universidad de San Pablo durante dos décadas, además de autor del canónico libro “Inflación y crisis: O papel da moeda”; y a Persio Arida, uno de los artífices del Plan Real y presidente del Banco Central de Brasil al momento de su nacimiento. Arida, además, fue el creador de la Unidad Real de Valor, una moneda no monetaria sobre la que se basó el plan de estabilización brasileño.

Economistas de Juntos por el Cambio sostienen, no sin razón, que el éxito de un plan económico depende tanto de su solidez técnica como de la credibilidad política del gobierno que lo ejecuta. No es lo mismo el Alfonsín de comienzos de 1985 al que todavía le quedaban casi 5 años de mandato, o el Menem de comienzo de 1991 a quien también le quedaban casi 5 años de mandato  por delante, que un gobierno sin muchas posibilidades de reelegir que estuviera a menos de un año del fin de su mandato, como el Alberto Fernández. Pero nuevamente aquí el ejemplo del Plan Real de Brasil parece un espejo más adecuado porque en 1994 el presidente de Brasil era Itamar Franco, un vicepresidente intrascendente y desprestigiado que había asumido tras el impeachment de Collor de Mello por corrupción. La comparación es injusta porque Alberto Fernández tiene mucha más valoración que Itamar Franco y el Frente de Todos mucho más poder que el MDB brasileño.

Fernando Henrique Cardoso fue catapultado a la presidencia por el éxito del Plan Real en detener la inflación y no por la fortaleza política de su propio partido, el PSDB o el de su aliado predecesor. El Frente de Todos con el peronismo unido supera con creces el capital político con el que contó el Plan Real, y la pregunta de fondo es si Cristina Kirchner se conforma con ganar la provincia de Buenos Aires, perdiendo la elección nacional con un candidato que represente su pensamiento como, por ejemplo, Axel Kicillof (en ese caso con Wado de Pedro como gobernador bonaerense) o está dispuesta a seguir el corrimiento del electorado más hacia la derecha de Alberto Fernández y apostar a Sergio Massa para tratar de ganarle a Juntos por el Cambio.

Es inescrutable la mente de Cristina Kirchner que, por momentos, luce maximizadora de sus conveniencias y por otros mística antropofágica. Si el proyecto fuera pelear por la Presidencia y no solo por la provincia de Buenos Aires y la de Santa Cruz, las posibilidades de que a más tardar en abril Sergio Massa anuncie un plan antiinflacionario ambicioso y heterodoxo son muy altas.

El silencio mediático tanto del ministro como del viceministro de Economía indica que las cartas no están echadas y falta definir si el proyecto es sin arriesgar, llegar lo mejor posible a las elecciones de octubre con algo similar a lo planteado en el presupuesto enviado al Congreso o están dispuestos a parar el huevo. 

Otro gran economista vecino, Delfim Netto, el padre del Milagro Económico de los años 70 en Brasil que aún con sus 94 años sigue activo, le decía a su equipo de economistas: “Sean creativos, inventen algo”.

Siempre se puede inventar algo.