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Diferencias

Las deshoras

Fui a mi ropero buscando vestuario para una película. Mi ropa vieja ahora es moderna. Lo que en Berlín es de diseño, acá –parece– se siguió usando sin interrupciones. No hay resignificación en mi ropero.

Rafaelspregelburd150
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Fui a mi ropero buscando vestuario para una película. Mi ropa vieja ahora es moderna. Lo que en Berlín es de diseño, acá –parece– se siguió usando sin interrupciones. No hay resignificación en mi ropero.
Nos encanta que los europeos vengan, pasen y vean. Patrice Pavis dejó unas apetitosas notas de su corto viaje en PERFIL del sábado pasado.
Pavis celebra “europeamente” la vitalidad de nuestro teatro, el dominio de los códigos de actuación, la familiaridad con la que una obra se da en la casa de su director, en fin, cosas vedadas en Francia. ¿Cómo habrá armado Pavis el corpus de obras que vio? El recorte –arbitrario– conduce a apresuradas conclusiones. Es que el teatro argentino actual (a diferencia del tan vapuleado “nuevo cine argentino”) es muchas cosas: conviven lo más recalcitrante de la vieja modernidad con la más arrogante actitud de seudo-vanguardia, junto al amateurismo más ingenuo y el mercantilismo más aberrante. ¿Todo mal? No; en medio de estos vértices asoma algo de talento. Y –como dice Pavis– mucha vitalidad. Un teatro de gente que vive en un país que ya es su vaga representación autobiográfica; su “resistencia” (su existencia) es casi per se una inflexión política, a diferencia del teatro “central”, donde lo político es tematizado, y rara vez traducido en procedimiento.
Lo más “moderno” que puede dar el teatro (Pavis dixit, y yo adhiero) no es hacer moda, sino poder contar una historia simple pero a partir de “actuaciones complejas” e “intrincados procedimientos narrativos”. Esa historia puede ser lineal o no. Pero la idea de abstracción quedó entre los 60 y los 90. Igual, mientras Europa deconstruía todo, acá se seguían usando mis remeras retro, ahora tan palermitanas.
Los artistas saltan en el vacío y se proyectan muchas veces al mañana. A veces descubren que mañana se parece mucho a ayer. Tal vez entonces lo que estemos haciendo hoy, y quizás Pavis no pudo ver, se parezca mucho a pasado mañana. Ayer en Europa puede ser hoy en Buenos Aires; mañana en el Abasto es el pasado mañana de Europa. Somos periferia; nos quedan muy raros los trajes que nos diseñan en el centro.
Celebro estas deshoras inexpugnables.