En 1917 se inició el siglo corto que acabó con la caída del socialismo real. Durante setenta años la historia del mundo giró en torno a la lucha entre el comunismo estatista y los países democráticos con economía liberal. La URSS colonizó Europa Oriental y avanzó en Asia aliada con Mao. Su avance parecía imparable. Cuba se encargó de promover el proceso en el tercer mundo. En 1967 se formó la OLAS, el Che Guevara lanzó la consigna de crear uno, dos, tres Vietnam en la cordillera de los Andes, se formaron o fortalecieron movimientos guerrilleros en casi todos los países de la región. Estados Unidos patrocinó dictaduras militares para que los enfrenten.
Toda guerra lleva a la brutalidad. Se generalizaron las atrocidades de ambas partes, sobre todo en donde el enfrentamiento fue más grave: Perú, Colombia, Guatemala, Argentina. En África, la URSS instaló dictaduras de coroneles en Somalia, Etiopía, Congo, Eritrea y gobiernos socialistas islámicos en Libia, Siria e Irak.
Estados Unidos invadió Vietnam. La lucha entre David y Goliat conmovió a muchos jóvenes indignados por el atropello imperialista. Estados Unidos lanzó en Indochina más bombas que las que usó en toda la guerra mundial y fue derrotado.
En broma, en una propaganda de Aeroflot, aparecían soldados del ejército rojo rompiendo el cartel, con la leyenda “Visite la URSS antes de la que la URSS lo visite a usted”.
Crisis. En 1968 la lógica política del siglo corto entró en crisis. El mayo francés y la invasión a Checoslovaquia agudizaron conflictos de la izquierda, que ya tenía problemas por la disputa sino-soviética.
Al terminar los 80 el paradigma explotó como una supernova. Desaparecieron el socialismo real europeo y las revoluciones africanas. Países como China y Vietnam conservaron el autoritarismo comunista, pero instauraron economías de mercado. Quedaron leales al viejo esquema Zimbabue, Corea del Norte y Cuba, acompañadas de dos dictaduras militares del Caribe con retórica izquierdista, inspiradas más en Papa Doc que en Marx.
Quienes vivimos esa etapa de la historia, tuvimos experiencias que es difícil aceptar que desaparecieron. Para nosotros PC era Partido Comunista, para todo joven es personal computer. Algunos no pueden superares contradicción. Así como hay carlistas, y caballeros templarios, todavía existen comunistas y anticomunistas.
La Revolución fue una utopía envolvente. Algunos estaban dispuestos a dar la vida por ella y a solapar las barbaridades que se cometían en su nombre.
Algunos líderes revolucionarios se endiosaron. Pol Pot, profeta del maoísmo, mató en su delirio a un tercio de la población de Camboya. La dinastía se los Kim cometió todo tipo de atrocidades en Corea, pero no se la podía criticar porque era de izquierda. Todo se justificaba con tal de que se implante la revolución.
La revolución fue una utopía envolvente. Hubo gente dispuesta a dar la vida por ella
América Latina. En toda América Latina aparecían grupos guerrilleros y Salvador Allende ganó las elecciones en Chile. El líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, se proclamó una de las cuatro espadas que, con Marx, Engels y Mao, dirigían la historia de la humanidad. En realidad, nunca se sintió su influjo en China, Indonesia, los países islámicos, pero todo autócrata se siente centro del universo. Sendero Luminoso fue la guerrilla más sangrienta de la región, provocó la muerte de más de 50.000 peruanos. Sin embargo, no fue eterna, desapareció durante el gobierno de Alberto Fujimori.
En Colombia crecieron las guerrillas nacidas en 1948, instalaron 16 repúblicas independientes como El Pato y Marquetalia. Caído el Muro de Berlín perdieron sentido, pasaron a depender de grupos de narcotraficantes y terminaron firmando la paz con el gobierno
En el norte de Argentina se asentó el ERP, una guerrilla de izquierda. También apareció Montoneros, una guerrilla peronista alzada contra el gobierno de Perón, perseguida por otros peronistas miembros de las tres A.
Parecía que llegaba el fin del capitalismo. En Mendoza, un profesor me dijo que, si había pasado cuatro años de mi vida estudiando escolástica, podía ahora estudiar otras cosas que estaban por extinguirse con la revolución, como democracia, encuestas, opinión pública, en un instituto de gran nivel académico. Así llegué a la Fundación Bariloche.
En 1990 la revolución mundial naufragó. Desaparecido el portaaviones siguieron volando algunos aeroplanos, tan extraviados como la columna de Prestes. No surgieron más guerrillas ni dictaduras militares, pero sí grupos identificados con el socialismo del siglo XXI. Concepto que abarca a un conjunto de grupos que mezclan revolución con magia: la brujería de Rosario Murillo en Nicaragua, la soldadesca venezolana liderada por un pájaro, el indigenismo del MAS en Bolivia, el kirchnerismo argentino, la Revolución Ciudadana de Ecuador. No incluye a la izquierda laica que sigue existiendo en México, Chile, Uruguay y otros países.
Ecuador. El próximo domingo se celebrará en Ecuador la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Inicialmente muchos creyeron que se definirían por el apoyo o rechazo al socialismo del siglo XXI.
Lenin Moreno fue elegido presidente en 2017 con el auspicio de Correa, y luego se dedicó a perseguir a su mentor. Esta actitud no lo ayudó y sale como el presidente peor evaluado de la historia del país. Correa mantuvo su base de 25% de popularidad, pero para la mayoría de la población esa discusión caducó. Si revisamos las redes, el socialismo del siglo XXI no ocupa ni un 5% de espacio.
En un país con 13.197.364 votantes, Arauz consiguió el 23% de los votos, Guillermo Lasso, adversario de Moreno y del correísmo el 14%. Solo el 37% de los ecuatorianos se decidió por algo que tuviese que ver con Correa para bien o para mal.
En la primera vuelta ecuatoriana compitieron también otros catorce candidatos que sumaron un 31,6% y se abstuvo, votó nulo o blanco otro 31,6%. Hay un 63% de electores cansado del antiguo discurso, de las persecuciones y las viejas polémicas. Como dijimos hace algunas semanas, ganará la presidencia quien logre empatía con esa mayoría.
Nuevo mundo. Cada año que pasa en la actualidad, equivale a diez del siglo pasado. Es absurdo pensar que los mexicanos se definirán dentro de cien años por el apoyo o rechazo al PRI, los peruanos por Fujimori, los argentinos por Cristina y los ecuatorianos por la revolución ciudadana.
La mayoría de los electores habita en un nuevo mundo. Está más en la red que jugando naipes en los comités de barrio, más tiempo navegando Youtube que cantando canciones de los Inti Illimani.
Las elecciones ecuatorianas de 2014 fueron semejantes a presentes. El alcalde de Quito, Augusto Barrera, quiso reelegirse con el apoyo de Correa. Empezó con 65% de intención de voto frente a Mauricio Rodas, que no llegaba al 10%.
Rodas condujo una campaña original, inteligente, con estrategia, que le permitió emparejar sus cifras con las de Barrera, un mes antes de las elecciones. Correa sufrió un ataque de pánico, se metió de cabeza en la campaña municipal y desplazó al candidato a alcalde. No tomó en cuenta que la gente vota por líderes, no por los que parecen segundones.
Correa ofreció todo, insultó grotescamente a quien pudo. Sin ser su competencia, declaró la gratuidad de las autopistas que llegan a Quito, rebajó en 80% las multas municipales, y ofreció mandar un sobre con plata a cada ciudadano con lo cobrado en exceso. No se dio cuenta de que la gente no cree en ofertas desmesuradas que se ven como síntoma de desesperación.
Correa atacó a Rodas brutalmente, pero él jugó el papel de David y todos los insultos del gobierno le dieron votos. El resultado final fue 58% para Rodas y 38% para Barrera.
La misma historia. La historia se repite en estos días. En la primera vuelta, Lasso terminó muy abajo, pero la campaña depende del candidato. Lasso demostró garra y capacidad de reacción. En vez de amilanarse, trabajó intensamente desde el primer día, supo dar un giro inteligente a su campaña, se presentó como quien escucha a la gente, que no hace campaña sucia, que busca soluciones.
Arauz consiguió el primer lugar como alguien nuevo, que se apoyaba en Correa, pero tenía personalidad. En la segunda vuelta la distancia que favorecía a Arauz por 42% a 28%, se redujo a un empate en 37%. Correa subió violentamente al escenario. Anunció que los intereses de los bancos bajaban a la mitad, insultó a todos los que pudo.
No se dio cuenta de que le cree solo su 23% de seguidores duros que ya votan por Arauz y no los nuevos votantes que debería atraer. Cuando suprimió los peajes de Quito era un presidente atropellador. Cuando hoy reorganiza la banca, es un prófugo que habla desde Bélgica. Es cómico, no asusta.
La internacional de la mentira fue eficiente. Sabemos en Argentina que Wikipedia difunde calumnias en contra de personajes democráticos, como denunció el historiador José Luis Romero y se discutió en el Club Político Argentino.
En mi caso, inventaron que trabajé en 1998 en la campaña de un narcotraficante colombiano, sin darse cuenta de que eso no tenía sentido. En ese año fui Secretario General del Gobierno, fui escoltado simultánea y permanente por el ejército, la marina, la aviación y la policía. Estuve dos veces en Colombia, una para dictar una conferencia en el Parlamento Andino y otra para hablar en un seminario del Instituto Tierno Galván que se publicó en un libro. Correa se hizo eco de esta calumnia.
Desplazó a Arauz del centro de la campaña. Sus intentos por lograr cercanía tocando el acordeón en una orquesta, bailando con vendedoras de comida, zozobraron por las furibundas intervenciones de Correa que blande listas de personas que serán apresadas cuando vuelva al poder. ¿Quién? ¿Él? ¿Arauz?
La evolución de las encuestas favorecía a Guillermo Lasso. Con el trabajo de un promotor tan activo como Correa, que ahuyenta electores reviviendo sus atropellos, el triunfo puede ser cómodo. Tal vez Arauz diga el domingo hice lo que pude, pero la incontrolable impetuosidad de Correa nos precipitó en el abismo.
*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.