El proceso por prevaricato que enfrentará el Juez Garzón es consecuencia de la falta de seriedad jurídica de sus resoluciones en materia de crímenes llamados de “lesa humanidad”. Mientras se ha extendido un consenso mundial sobre la necesidad de definir y castigar mediante cortes internacionales esta clase de delitos repugnantes, consistentes en la persecución de grupos étnicos, raciales o religiosos, existe un consenso aun más antiguo, inconmovible y que es resultado de la lucha del hombre por alcanzar la civilización, que es la necesidad de que todo afán de justicia se resuelva mediante la aplicación de la ley que, en Occidente, indica como principios constitucionales que toda norma que establezca un delito, o que disponga para él una pena más grave, sea previamente definida y publicada, y no sea aplicada retroactivamente. Del mismo modo, las Constituciones antiguas y modernas, con el mandato de “afianzar la justicia”, les otorgan a los gobernantes la misión de alcanzar la “paz interior”, con instrumentos privativos de los poderes Legislativo y Ejecutivo –amnistías e indultos– no revisables por el Poder Judicial y una vez otorgados no pueden serles quitados a los beneficiarios. Desconocer estos principios, aun y especialmente cuando lo que se anuncia son fines simpáticos para la opinión pública, por justos que parezcan, significa, en el mundo jurídico, abandonar la ciencia, dejar de lado el Derecho, entregarse a ambiciones o deseos que no deben estar presentes en los fallos judiciales. La ley debe ser cumplida por todos pero primero por los jueces. No extraña que Garzón haya propuesto como testigo de su defensa a Eugenio Zaffaroni. Nuestra Corte Suprema, a partir del año 2003, emitió tres fallos que, con el fin de reabrir los juicios a los militares por hechos de los años 70, destrozaron los principios y garantías del Derecho Constitucional penal que rigen en todo el mundo, y lo hacían también en la Argentina desde su fundación. Llegará aquí también la reparación, pero luego de soportar efectos perjudiciales cuya magnitud todavía no hemos percibido.
*Vicepresidente de la Asociación Abogados por la Justicia y la Concordia.