COLUMNISTAS
PERFIL, 10 aos

Libertad de agenda

Por Fernando J. Ruiz|¿Cómo situar la práctica periodística de PERFIL en el contexto de los medios actuales?

NÚMERO UNO. Un camino que comenzó hace diez años con la primera edición y sigue hoy, también digitalmente.
| Cedoc.

El periodismo está en un cruce de caminos. En diez años todo va a cambiar mucho. Algunos de los medios líderes de la próxima década todavía no nacieron, y algunos de los grandes que hoy se sienten cómodos pueden ser empujados hacia los márgenes. En la era digital existe la muerte súbita para aquel que se equivoca en este cruce mortal.

El hábito informativo de las audiencias, que fue previsible y sostenido durante más de un siglo, ha sido ahora demolido por tal volatilidad de formas y estilos de consumo informativo que, de tan volátil y variable, ya no se puede hablar mas de “hábito”. En ese contexto, es difícil para una empresa periodística utilizar a la audiencia como punto de apoyo para ser sustentable en el horizonte.  

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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Los desafíos del periodismo del futuro son como la inscripción de la espada del último samurai: “Pertenezco al guerrero en el cual se han unido lo viejo y lo nuevo”. Las grandes tradiciones profesionales, creadas con inteligencia y valor cívico, se tienen que combinar con la adaptación a las cambiantes formas de consumo de las audiencias. Los líderes de este nuevo tiempo serán aquellos que sean fieles por igual a ambos mandatos.

Son dos caras de la misma moneda, porque la calidad periodística nunca fue solamente un problema de emisión, sino que fue decisiva su capacidad de impacto real en la audiencia.

Es como la educación: no es lo más decisivo todo lo que sepa el profesor, lo relevante es que pueda impactar en sus alumnos. En todos los países, incluso bajo dictaduras, los periodistas suelen ser uno de los grupos más informados. Pero sólo cuando el periodismo es bueno el público también está igual de informado.

En el último Congreso de Periodismo Digital de Fopea (Foro de Periodismo Argentino), realizado en Córdoba, se hizo un encuentro entre los editores digitales de todo el país, en el que se definieron las competencias que un periodista profesional necesita para esta nueva etapa. En ese listado aparecen tanto nuevas competencias digitales como la necesidad de fortalecer las más tradicionales.

PERFIL ha sido muchas veces en estos años uno de los espacios clave de renovación profesional.
Ya me pareció lo mismo cuando surgió el primer diario PERFIL, en 1998. Hay una cultura en la editorial que prepara para uno de los ingredientes básicos del buen periodismo: la libertad de agenda. La Nación, Clarín y Página/12 tienen agendas más previsibles, por su identidad histórica, y quizás también por las propias necesidades que implica su posición de liderazgo. PERFIL, en cambio, es más sorpresivo, fresco, libre.

No es menor tampoco que PERFIL sea el único medio importante de Buenos Aires que tenga un defensor del lector. Aceptar que el error es parte de nuestro trabajo periodístico cotidiano no es naturalizarlo. Al contrario, lo naturalizan aquellos que todavía no corrigen sus errores. Los materiales con los que trabaja un periodista tienen una velocidad, una precariedad y una provisoriedad tal que es imposible que no se filtren equivocaciones. Tenemos que aprender a desconfiar de los medios que no reconocen errores.

El error en el periodismo no forma parte de la mala praxis, porque es imposible que no haya errores. La mala praxis se da cuando no se hace todo lo posible para que no los haya, o cuando se producen y no se corrigen.  

PERFIL también peleó duro para defender su vocación pluralista en la actual polarización. Abrió sus páginas a las voces más diversas. También lo hicieron otros medios grandes, pero ocurre a veces un efecto perverso. Columnistas que son convocados por medios grandes para ofrecer un punto de vista plural terminan moldeándose a las opiniones de ese medio en cierto ejercicio de autocensura. De esa forma, privan a ese medio del pluralismo real que busca, y sobre todo privan a la audiencia al negarle el desafío intelectual de confrontarse con opiniones antagónicas a las suyas.   

En estos años, PERFIL defendió el pluralismo, pero no diluyó en eso su identidad, y enfrentó en forma rotunda los abusos de la era K, incluso en los tribunales.

En su último libro, La piñata, el periodista Hugo Alconada Mon pronostica que, si no se combate la impunidad endémica, el actual sistema de corrupción se pintará de naranja o de amarillo. Los lectores de PERFIL saben que en la próxima década sus periodistas estarán dedicados a narrar y denunciar esos sistemas de corrupción. No habrá equilibrios políticos que amordacen su vocación periodística. A PERFIL  nunca le importó el color de la corrupción. Lo denunciará cualquiera sea.

Esta cultura profesional enriquece la vida pública argentina. Una de las grandes confusiones de estos años fue la de aquellos periodistas que creyeron necesario disociar su condición profesional de su vocación de servicio público.

No creo en las contradicciones entre ejercicio de la ciudadanía y de la profesión periodística. No hay que guardar el manual del buen periodista para ser un buen ciudadano. Al contrario, el periodismo potencia los valores que hacen más plena la vida pública. El lema sería: cuanto mejor periodista sos, mejor ciudadano serás.

PERFIL es, sin duda, una de las principales plataformas para cumplir ese lema.

(*) Profesor de Periodismo y Democracia de la Universidad Austral. Miembro de la Comisión Directiva del Foro de Periodismo Argentino.