Hay una frase de Beatriz Sarlo que siempre me pareció impecable (la cito vagamente de memoria, así que seguramente debe ser aún mejor). La idea es más o menos esta: mientras que la mayoría de las secciones de los diarios dan todo el tiempo malas noticias (desastres económicos, corrupción, guerras, etc., etc., etc.) la sección cultural tiene como mandato dar buenas noticias. ¡Extraordinaria exposición! ¡Merecido premio al gran escritor! ¡Inolvidable recital! Sospechemos entonces de las buenas noticias, que a principio de año, en relación con la lectura, se declinan en la lista de maravillosos libros que se van a publicar a lo largo de los próximos 12 meses y que, por supuesto, no debemos dejar de leer. Sin embargo, la cosa está tan mal (y todo indica que va a estar cada vez peor) que varias de esas notas (como la de Silvina Friera en Página 12 y sobre todo la de Gonzalo León como nota de tapa de este suplemento la semana pasada) terminaron haciendo foco en malas noticias, es decir, no solo en los bellos libros que se van a publicar, sino también en cómo las editoriales tienen que hacer ajustes brutales en sus planes de edición, cómo editoriales prestigiosas y queribles no saben qué van a publicar (en caso de que publiquen algo) en el segundo semestre, situación angustiante que parecería alcanzar también a las grandes editoriales multinacionales con sede en Argentina.
Por lo tanto, para levantar el ánimo y cumplir con el mandato de dar buenas noticias, pienso reparar en algunos buenos libros que se van a publicar en otros lados, como Chile o España, donde por supuesto también se escriben ese mismo tipo de notas, que yo leo con verdadera envidia y fruición. Empecemos entonces por Santiago, donde la editorial Bastante anuncia para este año la publicación de El asedio de las imágenes, de Stan Brakhage. Según se menciona, se trata de cinco conferencias dedicadas a la obra de los pioneros del arte cinematográfico y a los eventos biográficos que determinaron su trabajo con esa “primera máquina de meditación de Occidente” que es la cámara: Georges Méliès, Jean Vigo, Sergei Eisenstein, Fritz Lang y Dr. Caligari. De Stan Brakhage vi hace mucho años (creo que todavía estaba vivo) una retrospectiva extraordinaria, dentro del género que el folleto que entregaban en la puerta llamaba “cine experimental”. No sé qué quiere decir eso, pero sí sé que espero el libro con gran ansiedad.
En España el marketing editorial es tan grande (y tan absurdo) que la mayoría de las notas sobre 2019 mencionan solo libros de grandes grupos, la mayoría de ellos entre malos e inmundos (no hace falta leerlos para saber que son así). No obstante, J.R.M. se las ingenia en El País para avisarnos que pronto saldrán las memorias del exilio chilango de Ida Vitale, bajo el nombre de Shakespeare Palace, en el sello Lumen, perteneciente al conglomerado multinacional Penguin-Random House. Vitale va a recibir este año –creo que en abril– el Premio Cervantes de manos del rey de España, que imagino debe ser un gran lector de poesía. En el resort en St. Marteen donde estoy de vacaciones no tengo acceso a internet, pero creo recordar de memoria (espero que esta vez bien) el final de un hermoso poema suyo, llamado La palabra: “Un breve error/las vuelve ornamentales./Su indescriptible exactitud/nos borra”.