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Defensora de Género

Liderazgos en tiempos del Covid-19: ¿mujeres?

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Reclamo. Los femicidios crecen en cuarentena. | cedoc

El coronavirus, este autoconvidado que nos invadió y no nos deja ningún resquicio, se inmiscuye en todos lados y refleja los distintos tipos de liderazgos. Y no solo los liderazgos políticos, que los desnuda y permite verlos en toda su dimensión, también los liderazgos sociales, profesionales, religiosos y de todo tipo. Es un examen inexorable y cruel, porque no perdona ni permite escapar, dejándolos a la vista de todo el mundo. En el caso de los políticos, nos ha mostrado otros valores y cualidades de muchos líderes mundiales, especialmente jefes de Gobierno, presidentes y/o reyes. Y los menciono en masculino porque son tan ampliamente ejercidos por hombres; se ven tan pocas mujeres, que hablamos de “ellos”. A pesar de todos los avances que se lograron respecto a los derechos ganados por las mujeres, el derecho a la igualdad en la política aún es lento y dispar. Es a nivel de las máximas autoridades de los países donde no logramos perforar el techo de cristal, y estamos en escaleras rotas, donde subimos y enseguida encontramos un escalón roto que nos impide subir. Esto se evidencia en los números, las jefaturas de gobierno en el mundo, solo alrededor del 10% es ocupado por mujeres. A 25 años de aprobarse la Plataforma de Acción de Beijing, que planteó en 1995 la importancia de la participación política de las mujeres y de fortalecer su capacidad de liderazgo, poco logramos. Lo mismo ocurre a nivel de las jefaturas de gobierno en los estados o provincias en los países federales, como el nuestro, donde las gobernadoras son minoría. Y lo mismo ocurrre si consideramos las ministras, las intendentas, y seguimos. Solo en los parlamentos, por la ley de cuotas y ahora la de paridad, se lograron números menos desiguales. Todavía falta mucho para alcanzar la paridad, debido en gran medida a la estructura de los partidos políticos y sus mecanismos de acceso a los niveles de conducción. Las mujeres aún tenemos que demostrar que somos capaces y se nos exigen miles de cualidades y capacidades para lograr que se entreabra la puerta, mientras que los hombres con pocos méritos y capacidades entran y se los recibe con naturalidad. Y no es solo porque juegan al fútbol y entonces logran comunicarse mejor, ni que realmente sean mejores, es porque la “cultura política” perpetúa este terreno masculino, en el cual las mujeres apenas pueden asomarse y las pocas que entran, en general, lo hacen porque las llevan los hombres. 

Ahora, con el coronavirus, se descubrieron liderazgos femeninos valiosos, con buenas jefas de Gobierno. No es causual esto porque las mujeres ejercen liderazgos más silenciosos, pero logran comunicarse con la gente en forma muy efectiva. Lo hacen, en general, desde posiciones simples, comparten y expresan políticas públicas en forma comprensible y clara. Una característica es el lenguaje simple, no quiere decir pobre ni débil, sí comprensible para todos. Se ven como personas comunes, que expresan sus sentimientos y preocupaciones por toda la población al igual que por su famila. Además, están preparadas para sortear dificultades y manejar crisis. Por eso no es casual que países con jefas de Gobierno mujeres están teniendo mejores resultados frente a la pandemia. El domingo, en Protagonistas, Agustín Gallardo escribió sobre siete países liderados por mujeres con resultados exitosos frente a la pandemia. La mayoría son de Europa: cuatro escandinavos, Dinamarca, Finlandia, Islandia y Noruega, y se suma Alemania a la lista. Las otras dos son de Taiwán y Nueva Zelanda. No es casual que la mayoría conduce países donde la igualdad entre hombres y mujeres es mayor y es un valor reconocido. Ninguna de ellas tiene que adoptar un modelo de liderazgo masculino para poder llegar y mantenerse en sus posiciones de conducción. 

Los liderazgos en el ámbito religioso se caracterizan por el silencio de sus líderes, esto es llamativo. La Justicia es el otro poder en el cual las mujeres tienen grandes dificultades en llegar a ocupar niveles de conducción. Esto no es bueno, como lo está demostrando la pandemia. Es un gran adelanto, en Argentina, tener una ministra de Justicia, un cargo raramente ocupado por una mujer. De allí a impregnar la estructura de la Justicia con perspectiva de género hay un abismo. Lamentablemente, se ha suspendido la aplicación de la ley Micaela, que debía mejorar esto, por el aislamiento social preventivo obligatorio. Esto se debe subsanar a la brevedad porque es un ámbito sensible. Los reclamos de justicia también se sienten en el encierro, la nota en Policiales el sábado es clara en ese sentido. La Justicia contribuye a la ola de femicidios por acción: cuando libera a violadores o femicidas, o por omisión: cuando mantiene los juzgados cerrados. El reclamo en cuarentena se trasladó a las redes sociales y a veces a los balcones. Esto no logra cambios y las mujeres siguen muriendo.

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