Al lector le interesará saber que mi decisión de entregarle a la posteridad un Catálogo Universal de opacidades, es decir, una reseña completa de obras y nombres de creadores de ínfima categoría o considerados como tales, desde Adán hasta el presente, ha suscitado un enorme entusiasmo en amplios sectores de la inteligencia local y de los especialistas en diversas disciplinas artísticas. Es que, bien mirada, la tarea que emprendo es más cuesta arriba que la que encararon en su momento Harold Bloom –con su Genios y su Canon occidental–, y Paul Johnson –con su Creadores. No importa quién copió al otro ni la calidad de sus resultados. Ambos –especialistas en el énfasis y la divulgación– no hicieron otra cosa que derramar la previsible ristra de elogios sobre las previsibles figuras de Bach, Beethoven, Durero, Shakespeare, Goethe, Turner, Hokusai, Daneri, Cervantes, y sigue la lista. ¿Qué decir de este esfuerzo de perezosos, de este afán de zanguangos que se limitan a enlazar en tira de chorizos bombón veinte o treinta nombres de los que ya nadie ignora nada? ¿Qué aportan de nuevo al mundo?
La tarea que emprendo es más cuesta arriba que la que encararon Harold Bloom y Paul Johnson
En cambio yo… en cambio yo, y ya se suman decenas de colaboradores anónimos, nos esforzamos en encontrar y rescatar las figuras de cientos, miles, decenas de miles de artistas ignorados, olvidados, ofendidos, humillados por la falta de consideración, de relieve, de recuerdo de su labor. Que de golpe, y por arte de una revalorización oportuna, surgida quizá, incluso, de un nuevo examen a partir de su inclusión en mi Catálogo, eventualmente podrían pasar a figurar dentro del pelotón de las primas donnas. Porque, en el fondo, mi Catálogo soplará nuevos vientos sobre las planicies congeladas de los anteriores cánones.
Como segundo ejemplo de estas operaciones paradojales (donde lo malo puede volverse supremo y lo raro transfigurarse en signo de lo ortodoxo), dejo un pequeño enigma a consideración de los participantes: ¿quién es el artista que debería figurar en mi Catálogo? ¿El que expuso una banana pintada con cinta adhesiva en la pared de una galería (valor US$ 120 mil), el espectador con hambre que retiró la banana y se la comió, o el galerista que colocó otra banana en el mismo sitio y al mismo precio?