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Literatura y política

1-11-2020-Logo Perfil
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Hace más de una década publiqué La vida por Perón, una novela que trataba sobre una organización política que montaba un operativo delirante para lanzarse a tomar el poder en la Argentina el día que muere Perón; para eso, intentaban sustituir el cadáver del líder por el de un sindicalista ignoto, convenientemente maquillado para parecérsele, y empleando a un locutor sin trabajo para que grabara un “último mensaje”, dirigido al pueblo, en el que Perón designaba a esa organización como su única heredera. El libro estaba vagamente inspirado en Las aventuras de un cadáver, de Stevenson, pero el asunto que me convocaba era el eco de una frase: “Los modos de decir que llevaron a formas de morir en la Argentina”. Mi novela reproducía los modos cristalizados, la rígida estolidez de las consignas políticas cuya obediencia acrítica condujo a su fin trágico a una generación de militantes en la década del 70. Años después, como un eco tardío, advertí que esa frase era de Fogwill y que mi libro era una cita o ampliación, transfigurada por mi memoria.

Alguien, un lector (no sé quién, lo vi en Facebook), analiza la famosa escena de Nietzsche abrazando un caballo que agoniza en la calle, azotado por su cochero; hasta se diría que toda idea sobre Nietzsche se desprende de esa escena en la que Nietzsche o la filosofía pierden la razón y se abrazan a una otredad. Pues bien, el lector, atento, descubre que esa escena que Nietzsche protagoniza está en Los hermanos Karamazov, de Dostoievsky, por lo que –dice–, el abrazo equino de Nietzsche es un ejemplo de bovarismo, reproduce con su cuerpo una cita literaria. 

No hubiera abordado este tema de no ser porque vengo siguiendo desde hace años los tuits de Donald Trump. Agramaticales, pueriles, paranoides, llenos de afirmaciones infundadas, de certezas de fraude anticipadas, de perentorios signos de exclamación, crispantes, sustentadores de las prácticas suprematistas, xenófobos, racistas, homofóbicos. Es en el cultivo de lo peor donde radica su éxito.

Menciono esto porque habría que leer con atención los tuits de la presidenta del Pro, cuya sintaxis y denuncias y acusaciones reciben esa clara inspiración, son un efecto de ese estilo, y convendría recordar también que en su juventud perteneció a la organización que protagoniza mi vieja novela. Hay que cuidarse, y mucho, del sentido y la invitación de algunas palabras.