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Lo que oculta el voto a Milei

Milei Pablo Temes
El crecimiento de Milei que anuncian las encuestas afecta al Frente de Todos y a Juntos por el Cambio. | Pablo Temes

El peligro que enfrenta una democracia tras la aparición de advenedizos de proclama antisistema, que fomentan su carrera en base a la crítica de lo establecido, ha sido profusamente investigado por destacados autores de la teoría política moderna. Juan José Linz es quizá uno de los mayores exponentes de esta escuela. Doctorado en Sociología en la Universidad de Columbia y profesor emérito de Ciencia Política en la Universidad de Yale, Linz se especializó en estudios sobre la transición de los regímenes totalitarios y pocos años antes de morir en 2013 publicó un breve pero interesante ensayo titulado Los partidos políticos en las democracias contemporáneas: problemas y paradojas, en el que alertó sobre la compleja dificultad que relaciona la estabilidad de los regímenes políticos con la legitimidad que detentan sus dirigentes y sus partidos.

El agudo cientista social español sostuvo en ese paper que tanto en las democracias consolidadas como en las democracias inestables existe un acuerdo considerable en que los partidos políticos y, por ende sus dirigentes, son fundamentales para consolidar el funcionamiento de un sistema republicano basado en el orden constitucional. Sin embargo, aunque puede reconocerlos como indispensables para sostener un régimen republicano que permita evitar la aparición de una dictadura, la opinión pública también suele caracterizarse, especialmente en tiempos de profundas crisis, por manifestar una amplia insatisfacción y una rotunda desconfianza hacia esos mismos políticos y partidos.

Es interesante advertir que el pensamiento de Linz aplica para la Argentina actual de manera asombrosa. Sobre todo, desde que el incesante crecimiento de la intención de voto que ostenta Javier Milei, un proceso que no se detiene sino que se acelera, según reflejan en forma monolítica casi todas las encuestas publicadas en las últimas horas, obliga a repensar seriamente de qué se trata este particular fenómeno social que ha llegado para revolucionar la política local. Es hora de reconocer que, si algo ha logrado el líder de La Libertad Avanza, fue desbaratar el escenario electoral de una campaña presidencial que se presentaba opaca, monocorde e insípida y con resultado aún incierto.

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Las irresponsables y disparatadas apariciones de Milei, hay que decirlo, permitieron alterar a una dirigencia adormecida que frente a la descomunal crisis que atraviesa el país solo se muestra empecinada en seguir cavando dentro del pozo. Los principales referentes de la política argentina, que en un principio menospreciaron el dilema que planteaba Milei, actualmente se muestran aterrorizados y únicamente atinan a preguntarse sobre a quién favorece o sobre a quién perjudica la marcha del libertario. Sólo ofrecen cálculos mezquinos frente al desafío que se avecina.

Con cada vez mayor contundencia en los análisis electorales que se diseñan dentro de las dos principales coaliciones de gobierno, la posibilidad de que Milei trepe hasta el balotaje ya no parece ser tan lejana. De hecho, se trata de una hipótesis que se ha vuelto ahora tan concreta como lo era impensada hace tan solo algunos meses atrás, cuando la aparición del candidato libertario era entonces bienvenida para elaborar escenarios políticos que presuntamente beneficiaban a uno o a otro sector, según la procedencia de cada interlocutor.

Es que solamente algunas semanas atrás el Frente de Todos se entusiasmaba con la proyección de Milei porque imaginaba que ese progreso era útil para erosionar el voto opositor, entendiendo que el respaldo que ganaban los libertarios era inversamente proporcional a los apoyos que perdían los candidatos de Juntos por el Cambio. Sin embargo, en los últimos días esa carta se ha vuelto en contra del oficialismo desde que los críticos al Gobierno comenzaron a ilusionarse con una tesis antagónica a la anterior: la oposición sostiene en este momento que Milei contribuye a generar una sostenida pérdida de votos del peronismo en el Conurbano bonaerense más profundo, donde el oficialismo siempre supo cosechar adhesiones masivas gracias a un electorado inquebrantablemente fiel.

La política analiza a quién favorece y a quién perjudica el avance de Milei.

Dando cuenta del debate que más ocupa y más preocupa por estas horas tanto al oficialismo como a la oposición, Horacio Vertbisky acaba de difundir un estudio que arroja luz sobre tan incierto panorama. Lo novedoso de este trabajo es que muestra, por primera vez, cuál sería el origen del sustento electoral de Milei. Según el informe publicado en El Cohete a la Luna el domingo pasado, el libertario cuenta con una intención de voto del 19,44%, un volumen construido principalmente por un 5,96% que proviene de un votante que en 2021 apoyó a Juntos por el Cambio, y un 5,29% que procede de un votante que en la elección anterior había respaldado al Frente de Todos. De confirmarse este vaticinio, en las PASO se comprobaría que más de la mitad de los sufragios a Milei tendría origen en las dos principales coaliciones políticas del país. Curioso caudal mileiano que se nutre del profundo desencanto de los votantes que supieron comulgar con el Gobierno y con el mayor espacio opositor hasta hace muy poco tiempo atrás.

Un consultor que analiza encuestas procesadas luego de entrevistas presenciales realizadas en el territorio de La Matanza lo escenificó en términos más explícitos:

-Es muy potente el voto de Milei en los barrios más populares que antes votaban al peronismo y en los que la oposición nunca había podido ingresar desde el regreso de la democracia.

-Se trata de un público que se ubica en los deciles más bajos en términos de estrato social, que vive en los sectores más postergados y de menor presencia estatal.

-Es un votante que presenta bajo o nulo nivel de educación e instrucción formal.

-Por otra parte, en los sectores de clase media y clase media alta también se evidencia un crecimiento del voto a Milei.

-Se trata de un público que supo apoyar al antiperonismo en elecciones anteriores y que vive en zonas acomodadas en las que el Frente de Todos alcanzó un magro resultado en la última campaña electoral.

-Es un votante que comparte el discurso ideológico contra el oficialismo pero que representa un núcleo duro del PRO, más cercano a Patricia Bullrich que a Horacio Rodríguez Larreta.

¿Cómo se explica el avance de Milei en espacios tan disímiles? ¿Cómo es posible entender que allí conviven votantes que antes respaldaron a Juntos por el Cambio o al Frente de Todos pero ahora migran unidos hacia La Libertad Avanza? ¿Cómo se conforma ese suceso libertario tan intrincado en términos políticos, sociales e ideológicos? La repuesta es simple, pero a la vez, contundente: Milei no tiene pasado político, no debe rendir cuentas de fracasos de gestión y es el que mejor puede capitalizar el hastío, el rechazo y el cuestionamiento hacia la clase política, a la que se responsabiliza (la casta) por el descalabro en el que se encuentra la Argentina.

No obstante, y a pesar del estupor, es importante señalar que la irrupción de Milei se inscribe en el marco de un paradigma que ya se ha evidenciado previamente. La repentina aparición de un outsider, que denosta a la dirigencia tradicional prometiendo soluciones mágicas e inmediatas para resolver problemas crónicos y complejos, representa un patrón que se viene repitiendo en las democracias occidentales desde la aparición de una nueva derecha que se aggiornó para discutir lo que interpreta como un status quo progresista y un aburguesamiento conservador. Los ejemplos sobran: de Donald Trump en Estados Unidos, a Jair Bolsonaro en Brasil; del Brexit en Gran Bretaña, a Vox en España; de Giorgia Meloni en Italia, a Nayib Bukele en El Salvador.

¿Cuál sería, entonces, la novedad que representa la manifestación tan rutilante de La Libertad Avanza en la coyuntura argentina? ¿Qué tendría de singular el análisis del crecimiento que protagonizan los libertarios, si se trata de propuestas ya exploradas anteriormente en otras elecciones? Y, lo que sería aún más interesante dilucidar: ¿qué oculta el voto a Milei? La respuesta también es simple y, a la vez, también contundente: Milei es producto de la debacle argentina. Su imagen positiva se agiganta con cada porcentual de aumento en el índice inflacionario, se multiplica con cada peso que se adiciona en el precio de la cotización cambiara del dólar paralelo y se amplifica con cada punto que crece en el intolerable e inmoral nivel de pobreza y de indigencia. A diferencia de lo que ocurrió en otros ejemplos recientes producidos en gran parte del mundo, Milei desembarcó en la escena local para advertir el fracaso de una dirigencia política que ha hecho de la Argentina un país en constante involución desde hace décadas.

En términos de Linz, la política argentina debe reaccionar urgentemente frente al shock en el que se encuentra. Queda poco tiempo para evitar el colapso.