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balance en defensa

Logros, omisiones y flaquezas

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La ministra Nilda Garré, ha realizado en este año una ronda, con el fin de informar a los uniformados aspectos de su gestión. El formato elegido para sus alocuciones mantiene una forma y un contenido repetitivos que ofrece la posibilidad de analizarlo desde tres tiempos –una visión del estado de la situación cuando asumió; lo hecho desde entonces, presentado como los “logros” de su gestión y el tercer tiempo, los anuncios de proyectos a futuro– en lo que se ha dado en llamar “rendición republicana de cuentas de la gestión”.

Esta loable acción aparece, sin embargo, imprecisa y confusa. Los anuncios se presentan como realidades, los proyectos como si fueran algo más que papeles y en la herencia, sólo se lee la columna del ‘debe’, ignorando que muchos de esos “logros” son el resultado de acciones que fueron encaradas muchos años atrás y que la omisiones al respecto restan a la política de Defensa una de las condiciones básicas para su desarrollo, ésta es, la permanencia y coherencia de las líneas de acción. Lo que tantas veces se ha mencionado como la necesidad de una “política de Estado” en el área.

Entendemos, sin embargo, que es necesario considerar que en estos “tiempos”, el país ocupa el penúltimo lugar en los presupuestos de Defensa de la región en relación con su PBI, dicho esto sin considerar que, desde hace varios años, este indicador ha resultado poco relevante en virtud de las diferencias entre lo presupuestado y lo efectivamente ejecutado, porque median traspasos, reducciones de partidas, etc., que la discrecionalidad del sistema aún permite.

A ello se suma una distribución de esos ingresos del Estado al área, donde se mantiene una proporción de alrededor del 85% dedicado a pagos de los magros sueldos del personal militar.

Es en este marco de estrechez presupuestaria, la conducción de la Defensa presenta como uno de sus mayores logros el control civil. Un hecho felizmente heredado pero que, a partir de la actual gestión, se ha traducido en un muy considerable crecimiento del organigrama del ministerio, con su correspondiente incremento de personal burocrático, cuyos costos abrevan en los insuficientes ingresos dedicados un sector que no puede cumplir su misión.

Se señala en la “rendición”, que la política encarada ha fortalecido la acción del Estado Mayor Conjunto (yendo más allá de lo que la Ley de Defensa fija) pero no se señala que ese rumbo es, como otros, herencia de los cambios de principio de siglo.

Se acentúa en toda oportunidad el “dinamismo” de la producción para la Defensa con “anuncios” de otros tiempos, que aún no han recorrido el camino al agua, desde los “recuperados” astilleros de la Armada, mientras nuestro amenazado mar sigue sin protección, apenas observado por una aviación naval agonizante. Se dan anuncios a una Fuerza Aérea que apenas puede volar por los cielos del país, cuyo control radarizado no supera el 7% de su superficie. Se mantiene la absoluta obsolescencia del material del ejército, pero se incorpora al vehículo “gaucho” en el sitio web del Ministerio de Defensa, por su participación en el rally 2009.

Se menciona que se ha trabajado intensamente en lo que se ha dado en llamar “perspectiva de género” en el área. Se nos presenta como líderes latinoamericanos en la inclusión de la mujer, en unas Fuerzas Armadas desprovistas, dejerquizadas y con muy escaso poder convocante.

Se abunda, felizmente, con una Defensa para la integración regional, pero se omite que para integrarse hay que tener algo para dar. En estos tiempos, tal parece que a la Defensa argentina le queda poco para ofrecer a sus muy mayoritarios socios de la región.


*Socióloga. Especialista en Seguridad Internacional y Defensa.