COLUMNISTAS
Asuntos internos

Lord Byron en Ravenna

Ravenna no es una ciudad muy pródiga en monumentos. Los tiene, claro, como cualquier ciudad italiana, pero de lo único que puede vanagloriarse realmente es de poseer los restos mortales de Dante Alighieri, algo que la ciudad de Florencia no ha dejado de reclamar desde hace siglos. Pero Ravenna, con razón, no deja de recordarle a Florencia que en el siglo XIV trataron a Dante muy mal, obligándolo a un peregrinaje que concluyó justamente allí, en Ravenna, donde vivió pocos años, donde concluyó su Comedia y donde, claro está, expiró. El mausoleo de Dante se encuentra en la Basílica de San Francisco, y los franciscanos no piensan desprenderse de los restos del sumo poeta así nomás (mantuvieron ocultas sus cenizas durante casi dos siglos, cuando corrieron peligro de ser finalmente expatriadas a Florencia, y todo indica que, llegado el caso, volverían a hacer lo mismo, no tanto por respeto a Dante sino por respeto a los franciscanos antecesores). De modo que es raro que el visitante de Ravenna no se dirija a la basílica a echarle una mirada al mausoleo (muchas veces se topa con él, simplemente dando crédito a su curiosidad y yendo hacia donde todos van). Yo atravesé la ciudad corriendo para llegar antes de las 6, hora en que se cierran las puertas de acceso a la tumba.

Pero Ravenna fue también la ciudad elegida por Lord Byron, quien llegó a la ciudad en 1819 y donde permaneció hasta 1821, siguiendo los pasos de Teresa Gamba Guiccioli, una joven de la ciudad a la que había conocido en Venecia poco antes y de la que se enamoró locamente, aunque ella, de 19 años, estaba casada con el conde Alessandro Guiccioli, un noble cincuenta años mayor que ella. Al conde Alessandro tal vez las correrías de su esposa con el poeta inglés lo molestaban, pero en cualquier caso prefirió que la muchacha anduviera corriendo por los pasillos de casa y no por las calles, de modo que ofreció a Lord Byron alojamiento en una habitación del primer piso de su propia casa, lo que demuestra que el señor Alessandro mitigaba su naturaleza cornuda con inteligencia, frialdad y una envidiable caballerosidad.

Lord Byron escribió en Ravenna varias obras: Caín, Sardanapalus, Los dos Fóscari, Marino Faliero y las Lamentaciones de Tasso, sin contar algunos pasajes de su célebre Don Juan y, claro está, La profecía de Dante, porque, como ya se ha dicho con anterioridad, uno no puede recalar en Ravenna sin sentirse imbuido de espléndido dantismo.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Las cosas no terminaron del todo bien entre Lord Byron y Teresa: Lord Byron y los hermanos de Teresa se habían unido a los carbonarios, una sociedad secreta dedicada a promover la unidad italiana y expulsar a los austríacos, y cuando los austríacos se enteraron acusaron al conde de conspirar contra el imperio y lo obligaron a exiliarse en Romaña. Poco después, más calmados, investigaron el asunto y, aclarando los puntos, le permitieron al conde volver a Ravenna con la condición de que su amada esposa pusiera fin a su romance con Byron, el instigador. El poeta, seducido y abandonado, decidió enrolarse en la lucha de la independencia griega, donde moriría al año siguiente, en 1824, de fiebre y diarreas, exactamente el 19 de abril a las seis y cuarto de la tarde. Tenía 36 años.

Desde noviembre del año pasado funciona en el centro de Ravenna el Museo Byron en el palacio Guiccioli, el mismo por el que corría en puntas de pie a encontrarse con su amada Teresa. Fui a visitarlo, pero no pude entrar porque, como casi todo aquí en Ravenna, el museo cierra a las 6 de la tarde. En la entrada, un cartel decía que el museo combina innovación y tradición, y que transporta a los visitantes al siglo XIX: “Objetos, sonidos e imágenes animan las salas, transformando al museo en un lugar narrativo que invita a descubrir el doble rostro de Byron: amante y revolucionario, libertino y patriota”. Yo cuento cuatro rostros.