Los silbatos se utilizan desde hace siglos con propósitos de todo tipo. Desde usos musicales, hasta avisos entre comunidades, o estrategias bélicas. Algunos silbatos, que en la antigüedad fueron cuernos de animales, se utilizaron con motivos religiosos. En esta categoría se podría encontrar el shofar, del judaísmo, que emite un sonido con el objetivo de despertar el alma.
La semana pasada Unicef presentó su nueva campaña, Guardavidas de la Infancia, que, podría decirse, tiene un objetivo similar: despertar la conciencia de todos aquellos adultos que pueden ayudar a cambiar la triste realidad que muchos niños padecen en Argentina: hambre, violencia, desamparo y falta de educación. Por cada una de estas problemáticas se realizó un spot con guardavidas reales y especialistas que hacen sonar su propio silbato.
En el 40° aniversario del retorno a la democracia, Unicef Argentina alerta sobre algunas de las principales problemáticas que afectan a la niñez y adolescencia en el país. Tener derechos es tener un plato para comer. Es ir a la escuela. Esta campaña trata sobre alzar la voz. Le habla a las personas adultas, que somos los responsables. Somos muchos los guardavidas, pero tenemos que ser más. La infancia es hoy”, afirmó Luisa Brumana, Representante de Unicef Argentina.
Hambre. Más de un millón de niños y niñas argentinos se saltean al menos una comida diaria por falta de recursos, de acuerdo a los datos de un estudio de Unicef. La mitad de los chicos en la Argentina viven en la pobreza: son seis millones de menores pobres. Es importante recordar, que a pesar de que la cantidad puede pasar desapercibida, el rostro de un niño está detrás, junto a su historia, su familia y su futuro.
Esta semana el Indec difundió los datos de pobreza del segundo semestre de 2022. A fin del año pasado el índice de pobreza fue del 39,2%, según la Encuesta Permanente de Hogares: hay más de 18 millones de pobres en Argentina. La pobreza creció tanto con respecto al 2021, así como en comparación al primer semestre de 2022: en un año hay más de un millón de nuevos pobres. Se espera que en 2023 continúe en crecimiento. Si se habla de niños, el 54,2% de los chicos entre 0 a 14 años viven en situaciones de pobreza.
En un paraje al norte de Salta, María Ramírez, cocinera, decidió realizar un curso para aprender sobre nutrición y así alimentar mejor a los niños a los que les da de comer. “Yo sé que la comida de este comedor es muy importante para estos chicos, quizás la única, porque yo también fui a un comedor cuando era chica, y mi hijo también. Las chicas y chicos están en peligro”, afirma María, una de las cuatro Guardavidas de la Infancia.
En Argentina hay más de 13 millones de menores de edad. Las provincias del norte, y Santa Cruz, son las que tienen, proporcionalmente, más cantidad de niños, en comparación con su población total. Misiones, Salta y Formosa tienen un 33% de niños en su población; Chaco, Santiago del Estero y Santa Cruz tienen un 32% de menores; y Corrientes, Jujuy y Tucumán tiene un 31% de población de niñas y niños.
En el norte no ocurre en la misma escala, como sí en otras regiones del país, lo que se denomina envejecimiento poblacional, que implica que, con el paso del tiempo, la proporción de adultos mayores crece. En general, sin entrar en la situación de cada provincia, las razones por la que en algunas zonas no ocurre este envejecimiento, son dos: índices mayores de natalidad, e índices mayores de mortalidad en las poblaciones más adultas.
CABA es la región que más envejecimiento poblacional tiene, con un 22% de su población de 60 años o más. Mientras que Misiones, Salta, Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Santa Cruz, Jujuy, Neuquén, Chubut, Tierra del Fuego, La Rioja, tienen porcentajes que varían entre el 10% y el 13% de población de 60 años o más. El resto de las provincias del país tienen porcentajes de 14% de adultos mayores, para arriba.
La Ciudad de Buenos Aires tiene, por su parte, un 23% de población de menores de edad, siendo la región que menos proporción de niños registra. Los datos son de un estudio realizado por el Ministerio de Desarrollo Social, específicamente de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia.
En números concretos, en Buenos Aires hay cinco millones de menores; luego está Córdoba con un millón; Santa Fe, con casi un millón; y luego CABA con 700 mil pequeños. Las provincias con menor cantidad de menores son La Rioja, con 114 mil; La Pampa con 98 mil; y Tierra del Fuego con 51 mil.
“La pobreza se hereda. Es la sensación de que no se puede salir. La pobreza en la infancia es trabajar. Las miles de Marías son las primeras guardavidas que aparecen en la vida de estos chicos, y no son reconocidas como merecen. Les dan a los niños mucho más que la comida”, afirma la especialista Carolina Aulicino, de política social de Unicef.
Falta de educación. Uno de cada dos jóvenes en situación de pobreza no completa el secundario; son aproximadamente tres millones de chicos los que no terminan sus estudios. Entre quienes asisten, tres de cada diez lo hacen con rezago escolar.
Carlos Galmez, profesor de Matemáticas de Tucumán, es el segundo de los Guardavidas de la Infancia, y afirma: “Hay chicos que sienten que no pueden seguir, o que directamente abandonan. Son chicos con situaciones muy complejas. Ellos buscan a alguien que los escuche, sentir que son capaces de terminar la escuela”. Los padres de Galmez también fueron docentes: “La vocación que veo en los maestros me llevó a decir: esto quiero ser. Proteger a los chicos del peligro”.
Cora Steinberg, especialista en Educación de Unicef, afirma que “cuando un chico está fuera de la escuela, está en peligro. Si no están en la escuela, no sabemos dónde están. La escuela a veces es más segura que la casa”. “El profesor puede detectar si les pasa algo a los chicos”, coincidió Julián Weich, quien fue conductor del evento de presentación de estos datos y de la campaña.
Continuó Steinberg: “Saber es crítico para poder desenvolverse, ir al supermercado, hacer una cuenta, usar el lenguaje. Hay mucho por hacer: solo el 30% de los chicos que están en secundaria tiene desempeños satisfactorios en Matemática”.
Violencia. Seis de cada diez chicos son criados con violencia: casi ocho millones de chicos, 7 millones 800 mil con mayor precisión. La crianza violenta no solo implica castigos físicos, aunque claro que es parte, pero los gritos, amenazas, y las humillaciones también son inaceptables.
El fiscal neuquino Germán Martín Aimar, miembro de la Red de jueces y juezas comprometidos con la niñez y la adolescencia en Argentina, y tercer Guardavidas, advierte que los castigos físicos pueden afectar el desarrollo psicoemocional y físico de los niños: “Está arraigada la idea de que el castigo corrige, y a pesar de que es un error en general, particularmente en la niñez es totalmente contraproducente, traumático y cruel. Un niño golpeado o humillado es un niño al que se le está robando su niñez”.
Según los estudios de Unicef, el 59% de chicas y chicos del país de entre uno y 14 años experimentaron prácticas violentas de crianza, el 42% de los casos sufrió agresión física, y el 51,7% agresión psicológica. “Todos tenemos que ser cuidadores, ver dónde están las potencialidades de los peligros”, afirma el fiscal.
Alejandro Morlachetti, especialista en Protección de derechos y acceso a la Justicia, señala que en la Constitución argentina la violencia contra los niños está prohibida expresamente, y trae un dato aterrador: el 73% de los niños con discapacidades sufre violencia.
Se le consultó a Aimar qué le diría a quienes tal vez no denuncian, porque no quieren que alejen al niño de su familia o que coinciden con que “el chico necesita la madre”, y respondió: “Uno puede intervenir asesorando. Que estemos activos es que podamos mediar en la situación, no caer en el mismo castigo. Se trata de aliviar esa situación”.
Sobre el mismo tema, el educador tucumano Galmez afirmó: “Hay que hacernos cargo cuando los chicos son maltratados para que se sientan protegidos. Que sepan que hay un equipo que lo está apoyando y que lo quiere sacar de eso”. Las líneas de denuncia son 102, la telefónica de las chicas y los chicos, y 137, el número de violencia familiar y sexual.
Desamparo. El siguiente problema es bastante particular, por un lado, porque no es un tema que tenga tanta repercusión, como la pobreza o la educación, y segundo porque no solo afecta a un menor, sino a dos: al menos 300 mil niños de entre 0 a 3 años se quedan solos o al cuidado de un hermano menor de edad.
El daño es doble, porque mientras que el cuidado del más pequeño es insuficiente, el mayor, que no está preparado para la tarea ni le corresponde, se pierde de hacer sus deberes para la escuela, comprometiendo su propia educación, así como también se pierde de disfrutar su merienda, distraerse o jugar, al cumplir deberes de adulto.
Claudia Castro, experta en primera infancia e integrante de los talleres sobre crianza de Unicef, y cuarta Guardavidas de la Infancia, afirma que parte del problema se debe a la falta de oferta de espacios de cuidado para los más pequeños: “Solo el 20% de las niñas y los niños de entre 45 días y 4 años puede acceder a estos espacios. La oferta aún no es suficiente. Es importante destacar que los referentes de las guarderías deben estar formados”.
La licenciada en Ciencias de la Educación subraya que cuidar implica interactuar con los niños e intervenir frente a alguna dificultad. Si los niños tienen otros referentes adultos, estos cuidadores pueden detectar, así como en la escuela los docentes, si algo anda mal.
“La niña que está a cargo de su hermanito tiene derecho a estudiar, a hacer su tarea, no a estar al cuidado de su hermano. Ellos mismos, y los más pequeños, necesitan un adulto de referencia”, explica Javier Quesada, especialista en primera infancia de Unicef. La cuestión parece tener que ver con las posibilidades económicas, no solo porque las familias más acaudaladas pueden contratar a cuidadores, sino porque Quesada remarca que “la mitad de los trabajadores no registrados no tienen tiempo para estar con sus niños”.
Sobre los miedos de quien denuncia una situación de vulneración de derechos, Claudia explica: “No necesariamente van a alejar al niño de su familia. Es poner una alerta para que alguien pueda acercarse a esa familia y a ese niño, y ver en qué consiste esa situación. Por ahí, es un problema que se resuelve sin ningún alejamiento”.
Cualquiera que esté comprometido puede ser Guardavidas de la Infancia. De hecho, los cuatro guardavidas de este artículo son personas que realizan su trabajo día a día, en diferentes partes del país, decididos a mejorar la infancia de los chicos argentinos. Aquí algunas formas de serlo que aconseja Unicef: escuchar las opiniones de los chicos, orientarlos en situación difíciles, actuar ante la vulneración de sus derechos, garantizar su integridad y prevenir situaciones de riesgo.