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DE AFJP A DIEGO

Los giros del mundo

La Argentina es un país vertiginoso. El 18 de octubre viajé al exterior. En ese momento el Gobierno sostenía, contra toda lógica, que la crisis internacional era una gran oportunidad. Pero resultó cierto: la crisis y los problemas de caja derivados de ella resultaron una inmejorable oportunidad para apoderarse de las jubilaciones privadas. Hoy es miércoles 29 y acabo de regresar.

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La Argentina es un país vertiginoso. El 18 de octubre viajé al exterior. En ese momento el Gobierno sostenía, contra toda lógica, que la crisis internacional era una gran oportunidad. Pero resultó cierto: la crisis y los problemas de caja derivados de ella resultaron una inmejorable oportunidad para apoderarse de las jubilaciones privadas. Hoy es miércoles 29 y acabo de regresar. El Congreso se dispone a aprobar el proyecto sin modificaciones, como ya aprobó el presupuesto en el que el dólar deberá quedarse en 3,19. Pero el dólar ronda los 3,40, la economía se detiene, comienzan los despidos y se nota cierta preocupación en la calle. La Presidenta, según informan los diarios, ha dejado de tener injerencia en los asuntos públicos. Su papel se limita a hacer el discurso de cada jornada mientras que todas las decisiones han quedado en manos de su marido. Desde los blogs progresistas se celebra este momento tan intenso como el de una nueva batalla del pueblo acaudillado por Néstor Kirchner contra la oligarquía conspiradora y golpista.
Y entre tantos cambios ocurridos en mi ausencia, hay uno todavía más espectacular: Diego Armando Maradona fue nombrado técnico del seleccionado nacional de fútbol. Lo supervisará Carlos Salvador Bilardo, hasta hoy funcionario kirchnerista. Suena razonable. Una gesta acompañará a otra gesta y al victorioso camino político de la dinastía gobernante, cuyos hitos serán las elecciones en 2009 y 2011, se agregará la victoria en el Campeonato Mundial de 2010. Todo esto nos convertirá definitivamente en una potencia.
Mañana me toca ausentarme nuevamente del país. Estaré en Estados Unidos hasta el 5 de noviembre, donde el 4 se celebran las elecciones presidenciales frente a la expectativa del mundo. Pero estoy convencido de que nada de lo que ocurra en el nuevo término presidencial americano será comparable a los cambios que se producirán en casa durante estos cinco días. A menos que todo este vértigo sea sólo una pesadilla, el resultado de un conjuro maligno que se despejará a la vuelta como si nada malo hubiera sucedido desde 1983, por poner alguna fecha.

*Periodista y escritor.