El balance de estos 14 meses de gobierno neoliberal no puede ser peor. En materia socioeconómica, a los 1,5 millones de nuevos pobres y más de 400 mil desocupados debe adicionarse el desmoronamiento del empleo formal en general y el industrial en particular, que es coherente con la utilización de la capacidad industrial instalada, que llegó a los niveles del año 2002, apenas el 40%, como se ve en el gráfico con datos oficiales.
Esta calamidad la logró Cambiemos apenas en su primer tramo de gobierno, y promete muchos más desaguisados. Pero no sólo desde el punto de vista socioeconómico se observa el pésimo desempeño del oficialismo.
De cara a la conflictiva social también son de madera. No logran desanudar el conflicto docente a nivel nacional, que por su extensión no registra antecedentes en democracia y, peor aún, los “Newman’s boys” insisten en resolver la demanda comunitaria vía represión, tal como amenazara la ministra Bullrich esta semana. Sostuvo la funcionaria sobre la conducta a seguir por el oficialismo respecto a los “piquetes”, un eufemismo de conflicto social: “Si nosotros actuamos, que después no se critique”, mostrando un nivel de irresponsabilidad en la gestión de seguridad interior no conocido en democracia, advertencias de demagogia punitiva que crean un clima de época favorecedor de conductas delictivas como las que se registraron en Santa Fe, donde un camionero “decidió actuar sin que se lo critique” y atropelló a un piquete en el acceso norte de la localidad de San Lorenzo dando muerte al trabajador a Jonatan Gardini de 38 años, perteneciente al Sindicato de Vigiladores (Sutravip).
Toda esta suma de calamidades no podía más que debilitar políticamente al Gobierno, que lenta pero inexorablemente va quedando en soledad y perdiendo respaldo electoral.
Esto explica el abandono por parte de Cambiemos de las primitivas intenciones de construir un peronismo “Macri friendly”, cuyo punto de arranque simbólico estuvo en el viaje a Davos del Presidente junto a Sergio Massa, al que se lo proponía además como “jefe del PJ”. Eran tiempos de las arrastradas de Diego Bossio y su banda de corazones justicialistas desencantados, que se “sacaban el sombrero” tras la salida del denominado cepo que, recordemos, indujo una devaluación del 60% con subas en la pobreza e indigencia inéditas, entre otras delicias.
Todo eso quedó muy atrás, y los supuestos aliados hoy ya no ahorran gestos para despegarse de la proximidad del gobierno nacional y de la figura del señor presidente, ya sólo consolado por los talleres de entusiasmo del inefable Ale Rozitchner.
Frente a este nuevo escenario impuesto por su incapacidad de gestión, el Gobierno no pudo más que aceptar que su única alternativa es jugar lo que marca el tablero: reconocer a Cristina Kirchner como principal opositora y profundizar la polarización con la ex presidenta, estrategia a la que inicialmente había renunciado.
Los resultados de esta nueva genialidad macrista aún no los conocemos en toda su extensión, pero análisis preliminares muestran obviamente la consolidación de Cristina como principal y casi excluyente opositora y un crecimiento de su figura en las preferencias ciudadanas, que combina el acompañamiento del 33% de seguidores, que constituyen el núcleo duro del kirchnerismo, a los que se agregan lenta pero inexorablemente aquellos ciudadanos que con su conducta dieron sustento hace ya más de medio siglo a la sentencia de Juan Perón, constituida en emblemática a la hora de analizar el rumbo probable de la opinión pública frente a gestiones paupérrimas como la del actual oficialismo: “No es que nosotros fuimos tan buenos, los que vinieron detrás nos hicieron óptimos”. ¿No les parece otra gran verdad del ya mítico “león herbívoro, estimados lectores de PERFIL?
*Director de Consultora Equis.