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Derechos Humanos

Los nuevos nombres

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Donde hay una necesidad hay un derecho” dijo Evita. Parece una simplificación, pero es muy sabia. Como el mandamiento “no matarás” que condensa infinidad de códigos, normas, teorías y palabras.  

¿Cuáles son hoy las necesidades de nuestra gente? Me atrevo a afirmar que son: Trabajo, Seguridad, Paz y Justicia Social (que incluye salud, educación y techo).

Los derechos humanos son intrínsecos a la democracia. Inseparables. Pero su vigencia plena es un horizonte que –como decía Atahualpa– “cuando parece más cerca es cuando se aleja más”. Porque los pueblos necesitan y demandan cada vez más.

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El horizonte es guía, esperanza y caminos a recorrer. Acorde al lugar y momento, hay que comenzar por un diagnóstico certero de lo ya existente: logros y faltantes. Lo segundo será proyectar el próximo destino en la progresividad de los derechos. Cuidando que no se pierda la brújula, ni la memoria. Ni los matices de la diversidad.  

Lugar y momento: aquí y ahora.  Este “aquí” es aquí, no allá –ni Washington ni Beirut, ni Ginebra ni Moscú–.

Y el “ahora” no es deshacerse del pasado sino asumir que hoy se construye o se siembra para la cosecha de mañana. Valorando lo mucho ya sembrado, porque el mundo no empieza cuando uno llega.

Desde ese aquí y ahora cabe agregar que somos hijos de una historia mayor: Argentina y Latinoamericana que ha tenido –y sufrido- su propia trayectoria en materia de derechos humanos.

Aunque adhiramos –a veces– a las propuestas académicas de origen europeo o norteamericano, somos concientes de que ellos construyeron su doctrina de los DD.HH. desde su lugar post bélico y sus intereses hegemónicos.

Pero aquí, en esta parte del mundo, la historia de los DD.HH. es otra. Porque nuestra integración al mundo occidental y a su cultura fue producto de la violencia colonizadora, el genocidio de los pueblos originarios y el saqueo de nuestras riquezas. Todas nuestras instituciones y nuestro derecho están construidos sobre ese subsuelo de violencia, profanación y coloniaje.

Mientras Europa clasifica y separa los derechos en civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, Latinoamérica y su Corte Interamericana de los Derechos Humanos sostienen (sostenemos) la integralidad de los derechos, su interdependencia, y su interrelación. Porque la persona es una. Y nuestro eje es la Dignidad Humana.

En 1813 la Asamblea Constituyente se preocupó por igual de la libertad de prensa como de la libertad de esclavos. La Constitución del ‘53 también entremezcló los derechos, la de 1949 los sostuvo pero dando preeminencia a los derechos sociales.

Las diferencias no están solo en los derechos, sino en los deberes del sujeto obligado a garantizarlos que es el Estado y en las formas de construcción de las políticas públicas, su accesibilidad, exigibilidad y las instituciones de garantía.

Ese sujeto Estado que tiene obligaciones para con su pueblo, es también un sujeto con obligaciones internacionales.

Para completar que donde hay una necesidad haya un derecho, solo se hará real y vigente si hay un área estatal que lo garantice, que sea socialmente accesible, políticamente comprometida, técnicamente eficiente, con presupuesto acorde y controles idóneos.

Los nuevos nombres de los derechos humanos requieren, entonces, esta secuencia:

  *conocer las necesidades de la sociedad  

  *comprender la integralidad de esas necesidades desde la óptica de los DD.HH.

  *gestionar el hoy con eficiencia y visión de futuro

  *cumplir la garantía de vigencia a la que está obligado el Estado.

Si una sociedad tiene trabajo, educación, salud y vivienda para todos, podrá sentir seguridad y gozar de la paz que merece la dignidad humana.

Todos ellos son los nuevos nombres de los derechos humanos.  

*Abogada. Presidenta del Instituto Argentino de Derechos Humanos.