COLUMNISTAS

Luna de miel sin amor

default
default | Cedoc

En estos tiempos, sólo aquellos satélites del Gobierno que giran muy cerca de Cristina Kirchner leen la realidad en forma diferente a la mayoría del peronismo. Sólo Carlos Zannini, principal asesor de la Presidenta, y el puñado de dirigentes que lo rodean todavía creen que el Gobierno tiene margen para imponer a un candidato a presidente propio para 2015. Son los mismos que se muerden los labios para evitar que se les escape una crítica para Daniel Scioli que arruine la actual luna de miel entre el kirchnerismo y el gobernador. Por ahora sólo las piensan.

El gobernador dialogó telefónicamente dos veces con Cristina Kirchner tras las elecciones primarias. En ninguna de las dos conversaciones la Presidenta lo ratificó como el elegido para pelear la sucesión. Pero Alberto Pérez, el jefe de Gabinete de Scioli, se encargó de deslizarlo. Scioli se lanzó de lleno a la campaña porque cree que una ventaja importante de Massa en las elecciones de octubre lo dejaría herido en la disputa presidencial. El gobernador ayuda a evitar la estampida de intendentes hacia las filas de Sergio Massa. Pero Cristina Kirchner todavía recela el compromiso de Scioli. No hay gesto que alcance. Sobre todo si se niega lo inevitable: que la transición ya comenzó.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Scioli avanzará con sus ambiciones aunque las muestras de amor sean escasas. Cree que el kirchnerismo no tiene más remedio que apoyarlo. Y viene de soportar peores inclemencias. Hace apenas seis meses el kirchnerismo atizaba a los gobernadores para que lo vapulearan públicamente, mientras Scioli rogaba por teléfono a los funcionarios una explicación del ensañamiento.

El gobernador ya enterró en el pasado aquellas afrentas. Su disputa ahora es con Sergio Massa. Y no se trata precisamente de diferencias ideológicas. Sus visiones del mundo y la política se parecen mucho más de lo que ellos reconocen. Pero ambos saben que el peronismo descree de liderazgos bicéfalos. Sólo habrá lugar para uno. Una condición de la que también debería tomar nota Cristina Kirchner.