Los tópicos, relacionados con los topoi koinoi o lugares comunes de la Antigüedad, son como catálogos de conceptos organizados por rubros. Llamados a provocar alguna forma de persuasión, siempre colaboran con la construcción de la imagen –como si dijéramos “el personaje representado”– de quien habla.
Es más: los tópicos cargan con valores que sostienen los argumentos y, en tanto ponen a conversar dos universos de significado, son usados por quien busca (conscientemente o no) acercar conceptos abstractos a la familiaridad de un tema conocido.
Estos lugares comunes pueden manifestarse en el discurso de dos maneras diferentes.
Por un lado, pueden asociarse globalmente a las nociones que se pretende exponer. Como usted habrá notado, los tiempos de crisis económica han sido descriptos con frecuencia desde la perspectiva de un clima adverso. Nuestro presidente, por ejemplo, nos ha hablado de la “tormenta de frente” con la que se topó el país.
Por el otro lado, los tópicos pueden emerger como frases hechas que se utilizan para representar una faceta puntual de un asunto. En línea con el universo tópico del párrafo anterior, se ha expresado, por caso, la necesidad de “enfriar la economía”.
Bien conocido es el apego que el ingeniero Macri le tiene al fútbol. No resulta ocioso recordar al respecto que la antesala de sus sucesivas funciones políticas (la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la presidencia de la nación) fue la presidencia del club de sus amores: Boca Juniors. Y el fútbol es un tópico recurrente en sus disertaciones y sus comentarios.
Claro está que este tema le ha dado motivo para romper el hielo con bromas de tribuna. Tras su encuentro con Vladimir Putin –el mandatario ruso– en enero de 2018, los medios mostraron a un Macri sobrador sugiriéndole a su par que la Argentina ganaría el Mundial. Y un año antes, a Ricardo Colombi –gobernador de Corrientes– lo había elogiado como funcionario, al tiempo que lo denostaba como arquero.
Pero es la apelación del Presidente al tópico del fútbol para asociarlo al universo del Gobierno lo que quisiera destacar. En el sentido que describí más arriba como global, no se privó Macri de comparar su función pública con el deporte. “Jugar al fútbol es más difícil que gobernar”, diría en una entrevista en Rusia, concitando el desconcierto en los entrevistadores rusos (y en los ciudadanos argentinos). Mientras, en Davos, alentaba a empresarios compatriotas: “Nosotros vamos a cortar el pasto, ustedes hagan los goles”.
Más ingenioso aún es que recurra a las frases del fútbol, útiles para formular, figurativamente, sus ideas. En su columna del domingo 17 de marzo en La Nación –que, confieso, le da origen a la mía–, Graciela Guadalupe hace referencia a un par de expresiones empleadas por nuestro presidente para sostener sus argumentos.
En efecto, al anunciar que propondría exenciones a las empresas de nuevas tecnologías, Macri aludió a los dichos del Maradona que quedó fuera del Mundial 94: “Poner un impuesto que no corresponde nos corta las piernas”. E inspirado, todavía, en este campo tópico –que tanto le gusta–, agregó: “Para ayudar a que se genere empleo, trabajo, tenemos que tener impuestos competitivos que no nos saquen de la cancha”.
Como decía más arriba, los modos de hablar configuran la imagen de quien habla. Y, en ese sentido, el uso de ciertos tópicos puede ser tomado como un indicio de esa configuración; de esa –digamos– construcción del personaje.
Entonces, en parte (solo en parte), podría perfilarse la imagen de Macri en el Gobierno como la de un hincha fanático o un socio del club que espera que el equipo juegue bien. Alguien –digamos– con una imagen parecida a la del Tano Pasman.
Vale, en esta línea de pensamiento, preguntarse qué gritaría el Presidente si su equipo se fuera a la B. O, para seguir con la comparación, si creerá que su gobierno va empatando. Y que va a haber alargue.
*Directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.