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sudeste asiatico

Malasia se vuelve islámica

En Malasia ya no es posible distinguir a los radicales islámicos de los moderados islámicos. Pese al alarde oficial sobre su compromiso con el pluralismo, el islam y el gobierno esencialmente se han fusionado.

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En Malasia ya no es posible distinguir a los radicales islámicos de los moderados islámicos. Pese al alarde oficial sobre su compromiso con el pluralismo, el islam y el gobierno esencialmente se han fusionado.

Durante dos décadas, la gobernante Organización Nacional de Malayos Unidos (UMNO, por su sigla en inglés) invirtió una enorme cantidad de recursos públicos en la construcción de una red de instituciones islámicas. El programa de la UMNO ha implementado la sharia (ley musulmana), y una gigantesca burocracia islámica. La cantidad de leyes islámicas se ha cuadruplicado en diez años. Después de Irán o Arabia Saudita, el sistema judicial de Malasia probablemente sea el más costoso del mundo musulmán, y la burocracia incide más que el Parlamento.

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Las leyes islámicas en Malasia se basan en la doctrina religiosa, pero son codificadas y sancionadas como estatutos por los parlamentos estatales. No se debaten mucho, ya que el miedo a la herejía hace que la mayoría de los críticos se abstenga de cuestionar cualquier cosa considerada islámica.

Mientras la UMNO sigue haciendo alarde de su defensa islámica, el partido enfrenta opciones difíciles, porque desea mantener la inversión extranjera en un país cada vez más polarizado.

Por ejemplo, el ministro de Asuntos Interiores, Hishamuddin Hussein, recientemente organizó una conferencia de prensa en respaldo de los musulmanes que se manifestaron contra la construcción de un templo hindú en su vecindario. Los manifestantes desfilaron por las calles con una cabeza de vaca cubierta de sangre, luego la escupieron y la pisotearon. Esto fue una ofensa para los hindúes de Malasia, que consideran a la vaca un animal sagrado.

Apenas una semana antes, una madre joven de nombre Kartika fue sentenciada por la corte sharia de Malasia a seis azotes con una caña y multada con 1.500 dólares después de haber sido descubierta bebiendo cerveza en un hotel. Si bien la sentencia todavía está en el limbo, Hussein hizo pública su aceptación del castigo invitando a los flageladores oficiales a su oficina para mostrarles cómo debía llevarse a cabo un azote islámico. Los hombres utilizaron una silla como blanco ficticio de su golpiza, y dejaron a Hussein satisfecho de que el azote islámico puede usarse apropiadamente como un castigo para las mujeres. Irónicamente, Hishamuddin Hussein está lejos de pertenecer a la línea dura islámica. Hijo del tercer primer ministro de Malasia y primo del actual primer ministro, en general es considerado un hombre moderno, moderado y cosmopolita.

Un verdadero partidario de la línea dura es Nik Aziz, el jefe de gobierno del estado Kelantan, que también es el líder espiritual del principal partido islámico de Malasia, PAS, que actualmente controla dos gobiernos estatales. Sin embargo, Aziz se opuso a la protesta antihindú y hasta calificó a un grupo de manifestantes antimusulmanes en el Reino Unido de más civilizados en su actitud.

La UMNO ha reivindicado la defensa del islam en Malasia. La protesta de la “cabeza de vaca” alimentó una manipulación con sesgo racial del sentimiento público. La fórmula es simple: el islam está amenazado por los infieles, y la UMNO debe salir al rescate de la comunidad musulmana asediada.

El azote de Kartika no es un ejemplo de manipulación política. Su sentencia estuvo respaldada por los intelectuales musulmanes modernistas, que insistieron en que el castigo estaba justamente aplicado y no podía cuestionarse porque tiene sanción divina. Estos no son políticos, sino ex idealistas felices de que sus objetivos de islamizar el Estado se estén concretando. La UMNO está estrujada entre un lobby islámico que presiona por una mayor “talibanización” del país y la creciente crítica internacional, que no pueden ignorarse, ya que el partido necesita seguidores radicales e inversores extranjeros para mantener el poder.

Cuando era un joven radical islámico, Anwar Ibrahim solía preguntar: ¿cómo se islamiza el gobierno? Ahora tiene que descifrar cómo se lo gobierna.

 

*Miembro investigador visitante en el Asia Research Institute de la Universidad Nacional de Singapur.