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Más nudos de los que pensábamos

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En 2001 un par de científicos británicos de la Universidad de Cambridge especializados en la llamada “Teoría de nudos” dieron un vuelco importante a la moda masculina –y no sólo masculina– publicando el libro The 85 Ways to Tie a Tie, una pequeña obra maestra con la que intentaban –y conseguían– el acto cultural por excelencia: ganar tiempo. Thomas Fink y Yong Mao habían notado que se disponía de cuatro nudos posibles y que entre la creación de cada uno de ellos distaban, más o menos, cincuenta años. De modo que un día se sentaron y vieron que, utilizando ciertas premisas (no se podían superar los ocho movimientos, el nudo debía estar siempre cubierto por una parte plana de la tela de la corbata, cierto handicap estético), habían conseguido y dado nombre a ochenta y cinco nudos, dando así por terminada y adelantada una historia que al paso que llevaba hubiera podido tomar alrededor de cuatro mil años.

En la película The Matrix Reloaded (2003), en cierto momento aparece un personaje llamado Merovingio, interpretado por Lambert Wilson, que lleva un nudo de corbata tan particular (en realidad una versión del llamado nudo Atlántico) que fue capaz de provocar dos cosas: la primera, que muchos espectadores le prestaran atención aun cuando a su lado aparecía nada menos que Monica Bellucci; la segunda, que entre esos espectadores se encontrara un matemático sueco, Mikael Vejdemo-Johansson, que visiblemente impactado decidió ponerse manos a la obra y averiguar, prescindiendo de movimientos y handicaps estéticos, cuántos modos reales de anudar una corbata existen. Vejdemo-Johansson tabaja para el Real Instituto de Tecnología de Estocolmo y, acompañado por científicos amigos (los estadounidenses Dan Hirsch y Meredith L. Patterson y el sueco Anders Sandberg), llegó a la conclusión de que hay 177.147 maneras distintas de anudarse la corbata. El equipo escribió un artículo titulado More ties than we thought, luego de lo cual Vejdemo-Johansson habilitó un sitio web (http://tieknots.johanssons.org/) que no es otra cosa que un generador aleatorio de nudos de corbata.

Pero no hay que ilusionarse, porque la mayoría de los nudos conseguidos son estéticamente inviables, o sólo podrían ser viables para alguien que en una cena estuviera sentado al lado de Monica Bellucci (y ni siquiera estoy tan seguro). El propio Vejdemo-Johansson, sin ir más lejos, se pronunció al respecto: “He probado diez o veinte nudos, y la mayoría, para ser sincero, quedan un poco raros”, dijo el sueco en una entrevista publicada por la revista New Scientist.

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Desde aquí y con respeto saludamos a los irreemplazables Thomas Fink y Yong Mao y con igual respeto le decimos a Mikael Vejdemo-Johansson y sus acólitos que si es por nosotros se pueden ir a freír churros.