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‘Mens sana’

El sábado pasado, Darío Lopérfido consignó en este diario que “la gestión de la epidemia de gripe A ha sido calamitosa para el sector [cultural] en uno de los momentos calendarios donde la afluencia de turismo y la concurrencia a los espectáculos es más plena”.

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El sábado pasado, Darío Lopérfido consignó en este diario que “la gestión de la epidemia de gripe A ha sido calamitosa para el sector [cultural] en uno de los momentos calendarios donde la afluencia de turismo y la concurrencia a los espectáculos es más plena”.
Me alegra que Darío siga sosteniendo la articulación entre cultura (entendida como entretenimiento) y turismo desde fuera de la función pública, porque eso demuestra que lo suyo (por más equivocado que pueda estar, como yo creo) es una convicción profunda, y no un mero oportunismo de gestión (de la que está alejado).
Hace años, yo insistía en lo desastroso que me parecía desasociar cultura y educación (según la clásica y fundacional fórmula del siglo XIX), y se me contestaba que los gremios docentes por sí solos son capaces de paralizar toda gestión cultural. Yo objetaba que si bien cultura puede ser cualquier cosa (Rottenberg y Dolly Irigoyen), no puede haber gestión estatal de la cultura si no orientada por objetivos formativos.
Hoy, la dinámica de nuestro presente nos obliga a ir más allá; es decir, más atrás, para recordar la viejísima doctrina de la mens sana in corpore sano como bandera de gestión. Así, la crisis de salud en nuestro país es una crisis de cultura (sanitaria), lo que explicaría los “mensajes confusos” y desorientadores, las idas y vueltas y las irresoluciones.
El Ministerio de Salud Pública convoca a una licitación para la adquisición de antigripales, que ganan los cuatro laboratorios nacionales que fabrican genéricos (lo que no está mal). Pero como los laboratorios se ponen a producir sólo luego de haber ganado la licitación, los antigripales (genéricos o no) no aparecen por ninguna parte y el Gobierno se ve obligado a comprar las drogas originales, desabasteciendo a la cadena de previsión sanitaria, difiriendo la prescripción de los antigripales (sólo efectivos ante los primeros síntomas) y provocando histeria colectiva. No hay que desgarrarse las vestiduras por los teatros y restaurantes vacíos, sino por las vidas que, en países más cultos, con políticas culturales más sólidas (Chile, Brasil), pudieron salvarse.