“El actual aumento de la ayuda de la administración Trump ha reducido temporalmente la presión sobre el peso y le dará tiempo a Milei. ¿Pero tiempo para qué? Hasta donde sé, la teoría política detrás de la estrategia económica de Milei era que podía lograr un milagro económico antes de que la reacción contra sus políticas tuviera tiempo de consolidarse. No pretendo tener un conocimiento especial de la política argentina, pero para un observador externo parece que ese plan ya ha fracasado”.
El fragmento citado forma parte de un texto muy crítico sobre el auxilio anunciado por EE.UU. para la Argentina. Lo firma Paul Krugman, ganador del Premio Nobel de Economía, y lo publicó el jueves.
Krugman, habitual detractor del neoliberalismo, es una de las tantas voces norteamericanas que salieron muy fuertemente a invalidar los anuncios de Donald Trump y de su secretario del Tesoro, Scott Bessent, en favor de su amigo Javier Milei. Allá también se cuecen habas.
Pero el señalamiento de Krugman abre una ventana de oportunidad para intentar responderlo desde el escenario político argentino. Con el Presidente de regreso y a un mes de las elecciones nacionales, ¿cuánto cambia el tablero desde esta semana?
En la Casa Rosada reina la efervescencia, tras varias quincenas de traspiés electorales, legislativos, judiciales, económicos y financieros. El guiño de Washington es tomado como una recarga de las baterías en el elenco libertario.
El premio Nobel Paul Krugman salió a invalidar los anuncios de Trump y Bessent
El oficialismo pretende utilizar esa energía en repotenciar la campaña electoral, poniendo el acento en la figura de Milei, aunque ni su nombre ni su rostro figurarán en las boletas. Se insistirá en nacionalizar, pese a que esa estrategia resultó negativa en el comicio bonaerense.
Ya no será la hermanísima Karina (aún golpeada por el escándalo de los audios de Diego Spagnuolo y las presuntas coimas en Discapacidad), sino el propio Presidente el que encabece las giras libertarias.
A la visita a Córdoba –previa al viaje a Nueva York– se suma mañana Tierra del Fuego y luego otras provincias que nunca pisó como mandatario o candidato. Sin oficializar, en la lista figurarían Entre Ríos, Mendoza y Chaco, distritos en los que LLA va en alianza con el PRO o la UCR y lleva las de ganar en las encuestas. Pisar sobre seguro. ¿Se confirmará un acto en Mar del Plata, donde el violeta se impuso el 7S?
El asesor Santiago Caputo machaca sobre el mensaje de que hay que hacerle sentir a la ciudadanía que el Gobierno valora el esfuerzo ante el durísimo ajuste, que está lejos de terminar. Por eso al jefe de Estado se le aconsejó frenar los insultos y dejar de ensañarse con figuras opositoras. No siempre lo logran: Milei debería dejar de ser Milei.
Además del respaldo norteamericano, las autoridades recibieron otra buena noticia esta semana. El Indec informó de una nueva reducción en los índices de pobreza, estimado en el 31,6% para el primer semestre de este año, el más bajo desde 2018. Son igual 14,5 millones de personas, de las cuales 3 millones son indigentes. Los números fríos no deberían convalidar la normalización del estupor.
Por más que el Gobierno haga campaña con el auxilio de Trump o la disminución de la cantidad de pobres (producto del descenso inflacionario y del sostenimiento de la AUH por encima del aumento de los precios), hay funcionarios que son conscientes de los límites electorales de esas banderas.
Salvo alguna excepción ya no tomada en cuenta por el oficialismo, tras el fiasco bonaerense, todas las encuestas que arriban a los despachos gubernamentales reflejan una caída persistente de la gestión y de la imagen presidencial. Con un agravante: la expectativa de mejoras tocó el piso en lo que va de la administración mileísta.
Según los informes de opinión pública, se castiga la persistente caída del poder adquisitivo, el alza del desempleo y la difusión de las sospechas de corrupción que envuelven a la hermanísima Karina y a sus colaboradores.
Esos mismos estudios no detectan necesariamente un corrimiento hacia otras opciones políticas. Sí a una intensificación de indecisos, voto en blanco, nulo o directamente una escasa predisposición a sufragar.
Los renovados ímpetus oficialistas, de todas maneras, parecieran ser insuficientes para contrarrestar estos vientos en contra. O, por lo menos, hay señales contradictorias.
La interna entre el asesor Caputo y los Menem (que son Karina) continúa su riesgosa escalada. El reinstalado estratega insiste con el desplazamiento de Eduardo ‘Lule’ Menem de la campaña y de la secretaría General de la Presidencia. Hasta ahora, en vano. La hermanísima no lo suelta.
Las encuestas que llegan a los despachos oficiales muestran caídas persistentes
En las intrigas quedó envuelto hasta el reciente periplo por Nueva York. El karinismo divulgó que el mérito principal fue del canciller Gerardo Werthein, mientras el caputismo hacía trascender el rol de lobby de Leonardo Scatturice para conseguir la cumbre con Trump.
En el Gobierno se asiste con impavidez a esta guerra sin fin. Se multiplican los recelos, hacia adentro y hacia afuera. Ya son varios los gobernadores dialoguistas, que son cada vez menos, víctimas de ese choque constante. “Te llaman de uno y otro bando y te hacen reclamos porque hablaste con el otro. Una locura para la situación en la que estamos”, comenta uno de ellos.
Para sumar más ruidos internos, también despertó recelos la decisión del Ministerio de Economía de eliminar las retenciones al campo y reinstalarlas tres días después, cuando las principales empresas cerealeras coparon el cupo de 7.000 millones de dólares planteado por el Gobierno.
Ese paréntesis acotadísimo, que implican entre 1.500 y 2.000 millones de dólares menos de recaudación tributaria, hizo reaccionar a productores y a las entidades que los nuclean, que se quedaron obscenamente fuera del beneficio.
“En su desesperación por divisas para contener al dólar, ‘Toto’ (Luis Caputo) nos expone a un cachetazo de posibles electores nuestros en la zona núcleo”, se sinceró un armador libertario, preocupado por el efecto en las urnas.
Otras voces en el oficialismo son menos diplomáticas. Llegan a conjeturar posibles maniobras lindantes con lo sombrío. “Ay, estos Anker boys”, deslizan como un susurro en referencia al nombre de la consultora que Caputo y casi todo su equipo compartían antes de volver a la función pública.
Desde allí surgió Invernea, la firma de negocios agropecuarios vinculada a Juan Pazo (el director de ARCA), su concuñado Sergio Iraeta (secretario de Agricultura) y que conduce un hijo del ministro de Economía. Las suspicacias avanzan.