Entre el miércoles y el jueves, Javier Milei se mostraba exultante. Los números económicos que le llegaban a su celular, a través del sistema de mensajería electrónica digital que se estableció con Luis “Toto” Caputo, le indicaban que su mecano estructural estaría dando resultados. Y que el fin de 2024 sería, al menos, tranquilo.
Con particular atención el Presidente recibía el dato de la caída de los dólares tanto financieros como el blue, todos estacionándose por debajo de los 1.300 pesos, en jornadas como la del jueves, cuando el Banco Central de la República Argentina (BCRA) informaba un nivel de compras por 92 millones de dólares. El dólar ilegal cerraba así la semana con una suba acumulada en el año de un aproximado al 52% anual, con una inflación que en los primeros ocho meses del año navegaba el 90%. El Presidente comparaba las puntas del blue y el MEP a menos de 10 pesos y alguien cercano se ufanaba afirmando que “se van a tener que meter el puré en el culo”, en relación con la martingala clásica del sistema cambiario criollo de comprar MEP, venderlo en el blue, recomprar MEP, volver al blue y así generarse una renta alternativa que ayude a la clase media a llegar a fin de mes. Pero dañando la credibilidad del esquema financiero y cambiario que pretende el Gobierno. Al menos entre fines de agosto y la primera semana de septiembre, la martingala del puré, un hit de la era Milei heredada del albertismo, quedó frizada.
Milei antiporteño, en modo Alberto Fernández
El jefe de Estado y su ministro se intercambiaban otro dato. También surgido de las informaciones del jueves. Ese día los dólares cerraron con un blue al 1.265, un MEP a 1.258,82 y un CCL a 1.267,33 pesos. Mientras tanto, el oficial navegaba en los $ 992 y el turista a 1.560 pesos. En el oficialismo se especulaba con una proyección de los datos actuales hacia enero de 2025, cuando se cumpla la promesa presidencial de una eliminación del Impuesto para una Argentina Inclusiva y Solidaria (PAIS) que hoy llega al 17,5% y que grava las operaciones de comercio exterior de servicios y bienes (las importaciones de bienes y fletes ya pagan el 7,5%). Más allá del costo fiscal de la medida, que el Gobierno asegura poder contener durante el próximo ejercicio, el cálculo que proyecta el oficialismo es que eliminando esta carga tributaria, y cruzando la proyección de crawling peg del 2% mensual con una inflación contenida por debajo del 3% y una brecha cambiaria entre el blue y el oficial de menos de 30%, se estima que el valor de la divisa se cruzaría en menos de 100/200 pesos de diferencia, y una brecha de menos del 10%. Y con un dólar turista casi empatado con los financieros y el blue. Se entusiasmaban Milei y Caputo en que llegada esa instancia, proyectada para enero o febrero, será el momento de gritar un gol y autodeterminarse que llegó la hora de mencionar que la primera etapa del plan económico dio resultados, está terminado y llega el tiempo de comenzar a abrir el cepo. Hay un problema para esta proyección. Es la foto de la primera semana de septiembre, con problema de oferta de divisas por la necesidad de liquidar dólares para pagar deudas y la certeza de que no habrá devaluación próxima. Esto sumado a que, según los datos previos, muy escuetos y cerrados con siete llaves y varios candados, el blanqueo de capitales estaría funcionando y ya podrían contabilizarse ingresos por unos US$ 1.500 millones y una proyección final de 30 mil millones de dólares de piso. En términos 2025, un éxito. Por otro lado, fruto del ajuste fiscal, la no emisión primaria y la licuación de la emisión para financiar deuda con el sistema bancario local convirtieron en real la premisa de “no hay pesos”. Prima hermana de “no hay plata”. En síntesis, un panorama apropiado para que el dólar oficial sostenga una tenue alza con divisas blue y financieras en baja. ¿Puede sostenerse esta proyección en el tiempo y llegar a la premisa de convergencia de las divisas entre enero y febrero de 2025, con una brecha menor al 10%? La tendencia lo permitiría. Pero mercados son mercados. Y hay otro dato que los analistas de monedas que trabajan en las mesas de dinero de los principales “money makers” criollos tienen en sus pantallas un postit amarillo: con un dólar a 1.265 pesos a la primera semana de septiembre, comparado con un blue al 2 de enero de este año a 830 pesos, la suba anual acumulada llega al 52,63%, con una inflación aproximada del 80% a agosto. Por ahora, se viene dando la máxima de que en este 2024 el que apostó al dólar perdió. Pero, históricamente, el resultado final marca lo contrario. Pero claro, Javier Milei cree con seriedad que viene a cambiar esa historia.
El ajuste fiscal y la licuación de la emisión convirtieron en real la premisa “no hay pesos”
Esta “pax” financiera llevó también a la euforia al ministro Caputo. En su cuenta de X lanzó un catálogo de proyecciones económicas, dignas de un presente exitoso. Quizás en un mensaje dirigido más a los propios que al público, el titular del Palacio de Hacienda publicaba en la red social de Elon Musk el siguiente decálogo:
- La inflación va a bajar
- La economía va a recuperar
- Los impuestos van a bajar
- Las regulaciones van a colapsar
- El crédito privado va a explotar
- La demanda de dinero va aumentar
- Los pesos van a faltar
- Los dólares van a sobrar
- El dólar financiero va a converger al dólar oficial
- Los salarios van a recuperar
- La pobreza va a bajar
Mercados confían, pero “show me the money”
Decálogo de apuesta fuerte la del ministro. Hay algo seguro. Se consideró que el mensaje es más una proclama interna que una cuestión estructural y una proyección de éxito. Mientras tanto, y como se mencionó en estas columnas la semana pasada, los mercados quieren conocer un dato concreto: cómo va a hacer Luis “Toto” Caputo para cumplir en enero 2025 con el pago de unos US$ 5.100 millones por el vencimiento de los cupones de los Bonares y Globales, a los que hay que sumar otros US$ 2.500 millones de julio por el segundo vencimiento del año por los mismos títulos públicos renegociados por Martín Guzmán en octubre 2020. Caputo y su equipo aseguran, afirman, reiteran, insisten y se enojan cuando surgen dudas, que el dinero está. Que solo faltan detalles técnicos para la confirmación definitiva, y que cualquier duda al respecto forma parte de los que quieren que al país le vaya mal y de los “periodistas ensobrados”. Sin embargo, se sabe e insiste que los mercados solo se tranquilizarán cuando la operación se informe y explique de manera completa.
Caputo y su equipo aseguran que los fondos para hacer frente a los vencimientos de 2025 están
Mientras tanto, hubo novedades la última semana sobre cómo marcha el proyecto de levantar la planta de YPF- Petronas de licuefacción de gas en Río Negro. El ministro de Petróleo y Gas Natural de la India, Hardeep Singh Puri, anunció vía la red X que se reunió en Nueva Delhi con el presidente de YPF, Horacio Marín. El ejecutivo llegó al encuentro con directivos de la malaya Petronas, quienes ejercieron el rol de intermediarios. El funcionario indio escribió palabras de rigor diplomático de agradecimiento de la visita y de las oportunidades comerciales de la relación. Puntualmente, la reunión fue organizada para que la India sea uno de los mercados que compren por adelantado los embarques de gas licuado que producirá esa planta, cuando esté funcionando, teóricamente, dentro de cinco años. Aparentemente, y con un país con dificultades para acumular los US$ 5 mil millones necesarios para la planta, la estrategia de Marín y compañía es conseguir el dinero con ventas por adelantado. Algo que se negó en el momento de presentar el proyecto.