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OPINION

Mis muertos, los de otro

El presidente Alberto Fernández, junto a Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof.
El presidente Alberto Fernández, junto a Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof. | NA

Se atribuye la diferente reacción frente al coronavirus y la llamada gripe española a la existencia de redes sociales y todo tipo de medios de comunicación que hicieron a las poblaciones conscientes de los peligros, aviso que no tuvieron los abuelos y bisabuelos de los contemporáneos.

Pero la causa no son los medios, sino los fines: incluso mucho después de la gripe española hasta la Segunda Guerra Mundial no había tantas democracias ni tantos gobernantes electos por el voto de la población.

El mundo tácitamente discute el precio de la longevidad en la economía como aportes a la salud pública 

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Tanto el gobernador de Nueva York como el de San Pablo o el de la Ciudad de Buenos Aires, más allá de la relación que cada uno tenga con su ...presidente, reaccionaron igual. El goberador Andrew Cuomo de Nueva York se enfrenta a Trump, que no quiere promover cuarentenas, igual que el gobernador João Doria de San Pablo se enfrenta por la misma causa a Bolsonaro. Mientras Horacio Rodríguez Larreta se alía a Alberto Fernández, quien, al revés de Trump y Bolsonaro, promovió la cuarentena, tanto como a Kicillof, Schiaretti y Perotti, gobernadores de provincias que concentran los centros más poblados, manteniendo las cuarentenas a pesar de dejar de ser obligatorias nacionalmente. 

Comprensiblemente, ningún gobernante último responsable por un territorio concreto y de quien dependan los hospitales del lugar, teniendo que volver a confirmar su valoración por la población en las urnas durante los próximos dos años, preferirá ahorrar más muertes en el mediano y largo plazo por efectos secundarios de la lucha contra el coronavirus que las muertes que este año produciría el coronavirus sin las cuarentenas. Los muertos actuales serán su responsabilidad directa, los futuros, indirecta. Los muertos actuales se contabilizarán claramente, los futuros se diluirán en un aumento de diferentes enfermedades, haciendo su cálculo opinable.

El gráfico que se reproduce en esta columna fue publicado en https://bit.ly/2SsvtwL por Victor Tseng, médico y científico especialista en Estados Unidos en cuidados críticos pulmonares, mitocondria, biología transpulmonar, cardiovascular y vascular. Lo subió a su cuenta de Twitter con el siguiente mensaje: “A nuestros amigos y colegas que desafían las líneas de frente, también debemos prepararnos para una serie de réplicas. Es muy difícil planificar tan lejos mientras estamos en modo de supervivencia. Debemos prepararnos temprano y elaborar una estrategia para nuestra respuesta al daño colateral de Covid-19”.

Impacto duradero: más allá de la morbilidad del coronavirus

Hace ya dos semanas la tapa de la revista Noticias fue la presentación del ingeniero Ezequiel Huergo titulada “Vidas versus economía, un falso dilema” (https://bit.ly/3fagf9A), y una semana después el propio Huergo escribió una columna en este diario titulada “El taxi de la cuarentena económica” (https://bit.ly/3d4NEAD). En ambas publicaciones se informaba que la posposición de tratamientos médicos de otras enfermedades más las tensiones por el agravamiento de la crisis económica y del propio encierro podría generar en Argentina más de 50 mil muertes adicionales. La simple y no exacta proyección estadística indica un posible aumento de muertes en los próximos cuatro años por las siguientes causas: Cardiovasculares 19.280. Respiratorias 12.865. Cáncer 3.721. Mortalidad infantil 2.739. Suicidios 2.502. Homicidios 2.475. Mentales 2.189. Lesiones 1.013. Infecciosas 756. Diabetes 464. Malformaciones 123, entre otras.  

Es la misma visión sobre los costos de largo plazo que generará la lucha contra el coronavirus que proyecta en su gráfico Victor Tseng: la suma de trastornos de la segunda, tercera y cuarta fase superará a la primera del coronavirus mismo y su coletazo. Sus cálculos están basados en las altas tasas de mortalidad que sufrió EE.UU. tras la primera oleada de la gripe española de 1918. Los cálculos para la Argentina fueron hechos con las tasas de mortalidad de nuestra crisis de 2002 y la crisis griega de 2008 llegando a la misma conclusión: los 50 mil muertos que se producirán en los próximos cuatro años por efectos posteriores son más que los 40 mil individuos que habrían muerto por coronavirus de no aplicarse cuarentenas, según proyecciones de los epidemiólogos.

Lo que no implica que si no se hubieran hecho las cuarentenas se habrían ahorrado más muertes que haciéndolas, porque igual, por razonable temor, muchas personas se hubieran autoimpuesto cuarentenas voluntarias dejando de producir, e igual la economía argentina hubiera empeorado sumando que, además, otros países están en recesión por el coronavirus sin importar lo que los argentinos hiciéramos, afectando también nuestra economía relacionada con ellos.

La verdadera discusión entre los gobernantes no es si reducen los muertos actuales y aumentan los futuros porque los primeros caen en su período y los futuros en los de otro, sino al igual que con la economía cómo administrar costos de corto y largo plazo, en ambos casos un ahorro actual puede tener un costo mayor en el largo plazo.

El miedo es una peste cerebral tan dañina como el voluntarismo del optimismo ciego

El futuro es siempre impredecible, por eso, quienes gobiernan tienen algún grado de singularidad: la grandeza de quienes van a la guerra igual sabiendo que más tarde o más temprano van a perder, o algún trastorno de la personalidad egosintónico –útil– con la función de gobernar.

En el reportaje largo de mañana en PERFIL el experto en ética práctica y ética aplicada más reconocido mundialmente, Peter Singer, considerado “el más influyente filósofo revolucionario de ética y bioética”, explica desde la óptica del consecuencialismo cuándo seguir o parar con una cuarentena, a qué enfermos presentes y futuros privilegiar, pasando por el impuesto a la riqueza y la liberación de ciertos presos. También para ser cierto tipo de filósofo se precisa alguna forma de anomalía egosintónica que puede terminar resultando útil para la sociedad.