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Ley de medios K

Monopolio en la red

Con la presentación parlamentaria de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, buena parte de la sociedad discute fuertemente el tema de monopolios de contenidos, distribución y la posibilidad real de que llegue a su fin en un par de meses o, por el contrario, se perpetúe.

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Con la presentación parlamentaria de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, buena parte de la sociedad discute fuertemente el tema de monopolios de contenidos, distribución y la posibilidad real de que llegue a su fin en un par de meses o, por el contrario, se perpetúe.

Sin embargo, el debate es muy restringido y es evidente que hay un soporte estratégico para el proceso de información y formación, sobre el que la nueva ley dice muy poco, de crecimiento fulminante e ilimitado, donde producir contenidos y distribuirlos supone primero encontrarlos en un entramado virtual casi infinito.

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Nos referimos, obviamente, a Internet. Al respecto, el cuadro permite observar para febrero del año 2006 y países de gran acceso a Internet, el monopolio “natural” creciente de Google como proveedor de búsquedas.

Y la concentración avanza. Si en el año 2006, Google representaba el 43,7% del mercado mundial de búsquedas, en el año 2007 ya atrapaba el 53,6%.

Esto, considerando el promedio mundial, pero la Unión Europea informa que Google atrapa el 83% del mercado de búsquedas, superando el 90% promedio entre Francia y España, mientras que en Estados Unidos el mismo buscador acapara el 70% de total de búsquedas

Semejante concentración no es un dato menor desde el punto de vista de la información y el contenido de la misma.

En rigor, la experiencia de los usuarios señala que la mayoría encontramos y por lo tanto accedemos cada día, no tanto a la temática que Google impone, sino más bien al contenido que prioriza Google, sobre el tema que nosotros, sujetos imaginariamente “libres”, deseamos encontrar.

Hoy, en Google está casi “todo”, y van efectivamente por el objetivo de reunir “toda la información del mundo”, pero casi “todo” lo que no está en las primeras páginas de apertura de Google para la gran mayoría de usuarios de Internet sencillamente no existe.

Es un poder escandaloso, prácticamente omnímodo, el que se está construyendo, cuya perspectiva es inquietante, aunque no por ello menos probable.

Pero la movida del guglopolio, aún no legislada en el mundo, avanza y excede ya largamente el estratégico proceso de “búsqueda” de contenidos preexistentes que, reiteramos, para la mayoría de usuarios en el soporte de la red es similar a “producción y distribución de contenidos”.

Hoy en Internet son muy pocos los que no usan varios o algunos de los servicios adicionales de Google. Desde el buscador, el correo electrónico, los mapas, los videos, el sistema para compartir imágenes, documentos… Hasta los servicios más sofisticados, o las plataformas de publicidad, el lector de RSS, la creación de blogs o la formación de grupos.

La pregunta que surge evidente es cómo se ordena este enorme poder en expansión día a día. Cómo asignarle al menos cierto orden “legal” a este monopolio creciente y natural en la autopista que todos consideran dominará el tráfico de información de manera casi absoluta en pocos años?

En fin, para ponerlo en lenguaje de época: ¡un Mariotto a la derecha de este cyberpalco por favor!


*Director Consultora Equis.