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PANORAMA / HACIA EL PICNIC 2020

Morir a tiempo, llegar justo

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Un 20% menos de salario real. Para los expertos, caídas así cambian la política. | cedoc perfil

En el Club de los que se Murieron a Tiempo, la comisión directiva estaría bastante clara. El presidente y fundador sería Néstor Kirchner, que espichó el 27 de octubre de 2010 y merecería el cargo no porque inyectó un aura de viudez imbatible a su esposa antes de las elecciones de 2011 sino porque evitó estar online cuando se conociera que pateaba bolsos porque tenían pesos y no dólares, en la campaña más contundente pro dolarización. El presidente honorario se pone solo: sin dudas es Julio Humberto Grondona, que palmó el 30 de julio de 2014, después del Mundial de Brasil, y menos de un año antes de que una razzia en Suiza levantara a buena parte de la crem de la crem del fobal en el marco del FIFAgate, donde aparece mencionado como cerebro de los chanchullos. El tesorero del club, de cajón (cuac), sería Daniel Muñoz, el secretario juntaguita de los Kirchner con cuentas afuera y todo, que pasó para el otro lado el 25 de mayo de 2016, un par de años antes de que saliera a la luz toda la dimensión de su vida de cuento. En tanto, Franco Macri, el padre del Presidente que dicen por estas horas no llega a enterarse de lo que les sucede a sus herederos en los Tribunales o en la Casa Rosada, es quizás el exponente más extremo de la lista de empresarios longevos a los que el escándalo de la plata negra agarró llenando los formularios para entrar al Club, una entidad en la que el momento de recibir el carnet no es grato, quién lo duda, aunque los beneficios se revelan, con el paso de los días, inigualables.
Sin embargo, en plena aceleración de la crisis económica la pelea del momento se daría si abriera la inscripción al Club de los que Llegan Justo. Se trataría de una institución que también lideraría Kirchner, que en mayo de 2003 se calzó la banda presidencial después de la devaluación del fin de la convertibilidad que hizo su antecesor Eduardo Duhalde y le sacó el jugo todo lo que pudo a un ciclo de tipo de cambio recontraalto, precios voladores de las materias primas, superávit gemelos y baja inflación. El tesorero también estaría cantado: el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, un capo que se lució comiendo el asado después de que Jorge Remes Lenicov transpirara desde temprano con el fuego.
Si hay Puerta 12 para entrar al Club es porque promete un gran picnic a partir del 10 de diciembre de 2019. Suena a ciencia ficción pensar de acá a un año y tres meses, sí, pero se trata de una referencia obligada para muchos de los que se sientan hoy a la mesa a negociar con el Poder Ejecutivo.
En el medio está, claro, la incógnita de cómo tolerarán la calle y el sistema político la mayor recesión desde 2002 con una caída del salario real de quizás el 20% este año, como vaticina desde Nueva York el economista Guillermo Calvo. Pero en términos de especulación política empieza a tallar la idea de que el que agarre en 2020 vivirá su 2003. Por eso Cristina Kirchner espera callada y todo el kirchnerismo sabe que no le conviene el helicóptero más que para memes. Por eso el revival de Lavagna, que un día sí, un día no. Por eso el #peronismoracional quiere armar la filial más fuerte del Club, con Massa, Urtubey, Schiaretti o Pichetto. Y por eso, en una apuesta inédita, Cambiemos quiere ser su propio Kirchner después de ser su propio Duhalde. Aunque no tenga con qué (“estos ajustes de salario real siempre se dan con cambios políticos”, dice Calvo) va a tirar lo que mejor sabe hacer, excavar, pero no para encontrar un container, sino para revolver el pasado (Kovadloff, te la regalo esa). Mucha dicotomía afano vs. malaria a full, mucho “mirá a Daddy Brieva, quiere que nos  vaya mal”, mucho “más pobres pero con flor de instituciones”, mucho “¿no ven lo que es Venezuela que detiene periodistas?”, mucho “¿se acuerdan de dónde venimos?”, mucho Vidal en Intratables, y así.